Los Peligros de Basarse en la Experiencia Personal

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POR PETER GOEMAN

La experiencia personal se considera actualmente el principal medio de conocimiento y verdad en nuestra cultura. Ya sea que trate de los temas actuales del racismo o de los derechos LGBT, o de algo como la interpretación bíblica; la experiencia personal se eleva regularmente como el determinante controlador de la verdad.

Tomemos por ejemplo las siguientes afirmaciones sobre la experiencia:

«El racismo sistémico debe existir porque yo lo he experimentado».

«No puedes juzgar a un transexual porque no tienes su experiencia. No sabes lo que es para él».

«He tenido la experiencia de hablar en lenguas; por lo tanto, la Escritura tiene que ser interpretada para permitir hablar en lenguas».

Para empezar, reconozco el valor de la experiencia personal. La Escritura claramente espera que la sabiduría sea poseída por los maduros debido a sus muchos días de experiencia (Job 12:12). Además, muchos de los Salmos se basan en una respuesta a la experiencia personal. Además, ¡nuestras experiencias personales son un beneficio en nuestra santificación personal (Santiago 1:2-4)! Por lo tanto, entiendo el valor de la experiencia personal. Pero como cristianos necesitamos pensar críticamente sobre la relación entre la experiencia personal y la verdad.

Nuestros Defectos Físicos Empañan Nuestra Experiencia Personal.

Al usar la palabra «físico», estoy enfatizando principalmente (1) nuestras limitaciones físicas, y (2) los efectos noéticos del pecado.

Un ejemplo de nuestras limitaciones físicas podría ser nuestro oído. Tal vez nuestro oído no es tan bueno como lo fue una vez, o podría haber sido. En cualquier caso, muchas personas oyen algo distinto de lo que realmente se ha dicho. O quizás oyen algo detrás de lo que se ha dicho que en realidad no estaba ahí. En este caso, las limitaciones físicas afectan a nuestra experiencia personal.

Además, como la creación física se ve afectada negativamente por el pecado, esto incluye los efectos noéticos. En otras palabras, nuestras observaciones y experiencias son a menudo mal recordadas o parcialmente olvidadas. Esto es observable de muchas maneras. Por ejemplo, la NCSC tiene una fuerte declaración sobre los problemas que tienen los testigos oculares para identificar a los criminales.

Los científicos sociales han demostrado mediante estudios realizados desde la década de 1960 que había razones de peso para preocuparse por la exactitud del testimonio de identificación ocular utilizado en los juicios penales. Aunque a menudo los testigos pueden estar muy seguros de que su memoria es exacta cuando identifican a un sospechoso, la naturaleza maleable de la memoria humana y de la percepción visual hace que el testimonio de los testigos oculares sea una de las formas de prueba menos fiables.

Nuestros Defectos Espirituales Empañan Nuestra Experiencia Personal

No sólo nuestra experiencia personal se ve obstaculizada por defectos físicos, sino que también tenemos defectos espirituales. Al hablar de defectos espirituales me refiero simplemente al hecho de que todos somos pecadores (Rom 3:23). Debido a que todos somos pecadores, involuntariamente (e intencionalmente) nos engañaremos a nosotros mismos y a los demás (Jer 17:9).

Aunque los incrédulos son etiquetados como mentirosos (1 Tim 1:10), a los creyentes se les instruye a dejar de mentir (Ef 4:25). Sin embargo, nuestra carne aún libra una guerra contra las cosas de Dios (Gálatas 5:19-21), y el pecado restante dentro de nosotros contribuye a nuestros fracasos (Romanos 7:22-24).

Comprender que estamos contaminados espiritualmente es un paso importante hacia la sabiduría. Proverbios está repleto de advertencias a quienes son sabios a sus propios ojos (Prov 12:15; 16:2; 21:2; 26:12). Según Proverbios, dado que somos intrínsecamente parciales, la experiencia personal debe ser cuestionada por una autoridad externa, ya sea la propia Palabra (Prov 13:13; cf. 15:32), o consejeros sabios que se supone que están influidos por la Palabra (Prov 11:14; 15:22; 20:18; 27:9).

Por eso, la experiencia personal ha de estar siempre supeditada a la Escritura. Una de mis porciones favoritas de la Escritura habla muy claramente de la superioridad de la Escritura sobre la experiencia personal.

97 ¡Cuánto amo tu ley!
Todo el día es ella mi meditación.
98 Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos,
porque son míos para siempre.
99 Tengo más discernimiento que todos mis maestros,
porque tus testimonios son mi meditación.
100 Entiendo más que los ancianos,
porque tus preceptos he guardado.

Salmo 119:97-100

La Búsqueda de la Objetividad y la Falacia Anecdótica

Los cristianos no son los únicos que han observado que la experiencia personal y la emoción son peligrosas a la hora de argumentar. Aristóteles y los antiguos griegos reconocían la importancia de la razón y la lógica a la hora de tomar decisiones. De hecho, en los inicios del debate y la lógica, surgió una lista de falacias. Una falacia es simplemente un error de razonamiento. La falacia anecdótica es pertinente para nuestro debate.

La falacia anecdótica se comete cuando un recuerdo reciente, una anécdota llamativa o una noticia sobre un suceso inusual llevan a sobrestimar la probabilidad de ese tipo de suceso, especialmente cuando se tiene acceso a pruebas mejores. En otras palabras, el error consiste en permitir que los efectos emocionales de un recuerdo o una historia vívidos pesen más que pruebas más sólidas, como las estadísticas, sobre la frecuencia de tales sucesos.

A lo largo de la historia se ha reconocido que argumentar a partir de la experiencia es una forma mucho más débil de argumentación. Esto tiene sentido desde una perspectiva cristiana, porque sabemos que nuestra experiencia personal está contaminada por el pecado. Pero incluso los no cristianos han reconocido históricamente la necesidad de normas objetivas.

Sin embargo, vivimos en una época en la que más del 58% de los estadounidenses creen que la verdad la decide el individuo. Atrás quedaron los días del diálogo objetivo y racional. Pero para el cristiano, seguimos estando llamados a actuar con el mismo estandar. Debemos ser coherentes, objetivos y justos. Siempre que sea posible, queremos utilizar medios de aprendizaje que mitiguen nuestros prejuicios y los de quienes nos rodean. Esto se refiere principalmente al uso de las Escrituras, pero también es un argumento para utilizar datos y estadísticas.

Al fin y al cabo, la experiencia personal tiene sus ventajas. No podemos negarlo. Pero yo recomendaría mucha cautela a la hora de utilizar la experiencia personal como lente principal para evaluar las tendencias culturales o interpretar las Escrituras. Hacerlo es, por decirlo en lenguaje proverbial, una tontería.

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