Echa tu Pan Sobre las Aguas (Ecles 11:1): Un Llamado A La Acción Audaz
Echa tu Pan Sobre las Aguas (Ecles 11:1): Un Llamado A La Acción Audaz
Por Kyle Dunham
Recientemente, en mi trabajo sobre el comentario al Eclesiastés, me topé con el enigmático proverbio «Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás.» (Ecl 11:1). Este enigmático consejo ha dado lugar a no menos de nueve interpretaciones sobre su significado.
Comercio: haz negocios en el extranjero y al cabo de algún tiempo podrás esperar un beneficio.
Caridad: sé generoso con los demás para que te ayuden cuando lo necesites.
Protección de bienes: envíe su fortuna por encima del agua para protegerla de funcionarios corruptos que quieran confiscarla.
Adivinación: discierne pistas sobre el futuro para que al cabo de un tiempo puedas tener un resultado favorable.
Providencia divina: abandónate a la providencia divina renunciando voluntariamente a tu sustento diario para esperar en la provisión de Dios.
Agricultura: planta tus cultivos cerca del agua para que obtengas una mejor cosecha.
Procreación: construye tu familia engendrando hijos, que nacerán a su debido tiempo.
Producción de cerveza (carpe diem): echa masa en el agua para elaborar cerveza y disfrutar de la vida.
Empresa audaz: emprende con audacia oportunidades que puedan reportarte beneficios algún día.
¿Cuál es la interpretación más probable y cómo decide un intérprete?
Aunque muchas de estas opciones son oscuras por diversas razones y poco probables (especialmente las opiniones 3-8), las dos primeras han sido las más populares entre los comentaristas. Ambas ofrecen posibles significados. Sin embargo, hay algunos problemas. «Pan» nunca significa «riqueza» en el Antiguo Testamento. «Aguas» connota una variedad de matices, no sólo «océano/mar». «Sobre las aguas» no es lo mismo que «encima de las aguas». «Encontrarlo» es un resultado inadecuado para el comerciante que busca no sólo lo que ha invertido, sino un buen beneficio. El proverbio no alude a «barcos». El comercio exterior era normalmente una empresa costosa patrocinada por los reyes; no está claro si la persona común en el antiguo Israel tendría acceso a tales empresas.
El segundo punto de vista es probablemente el que cuenta con más apoyo. Sin embargo, también plantea problemas. Si la desgracia cae sobre toda la tierra (v. 2), los beneficiarios de la caridad no podrán ayudar al benefactor. La caridad no se menciona en ninguna otra parte del libro, y tal idea va en contra del contexto. A menudo, este punto de vista se centra más en la ventaja para el beneficiario que para el donante. Esperar una recompensa de la caridad es reducir el acto a un moralismo de causa y efecto, que el Eclesiastés rechaza en otros lugares.
Esto deja como última opción la más viable: un llamado a la acción audaz en cualquier esfera en la que Dios te haya colocado. Algunos consideran que esto implica una acción que a primera vista parece arriesgada o contraintuitiva. La cuestión es que las acciones intrépidas a veces darán resultados positivos (v. 1), mientras que los actos aparentemente prudentes no siempre tendrán éxito (v. 2). Las aguas no representan el comercio con naciones extranjeras, sino el «principio del círculo completo», según el cual la marea devuelve a la orilla lo que se arroja al mar. Este punto de vista encaja bien con el contexto, especialmente con los vv. 4 y 6, que aconsejan una iniciativa audaz en condiciones imperfectas. Este punto de vista también tiene en cuenta la alternancia entre «aguas» y «tierra» en los vv. 1-2: echas algo arriesgado al agua porque la desgracia puede caer sobre la tierra.
Visto así, Eclesiastés 11:1-6 abre una alternancia de consejos de audacia y cautela. Nuestra incapacidad para conocer el futuro significa que estamos constantemente a oscuras en cuanto a cuáles de nuestras empresas tendrán éxito. El antídoto consiste en trabajar con diligencia en todos los ámbitos en los que haya una oportunidad. El autor aconseja equilibrar la acción intrépida (vv. 1, 4, 6) con la previsión cautelosa (vv. 2-3, 5):
Acción intrépida: echa tu pan sobre las aguas (v. 1).
Previsión prudente: repartir una ración entre siete u ocho (v. 2).
Previsión cautelosa: presta atención a las condiciones, porque hay ciertas inevitabilidades en un mundo caído (v. 3).
Acción intrépida: hacer algo, aunque las condiciones sean imperfectas (v. 4).
Previsión prudente: hay ciertos misterios, como la providencia de Dios, que no puedes comprender (v. 5).
Acción intrépida: trabaja duro en cada oportunidad porque no sabes cuál tendrá éxito (v. 6).
El consejo de Salomón es un enfoque equilibrado para aprovechar las oportunidades al tiempo que se ejerce la prudencia, todo ello en el contexto de un mundo caído en el que los seres humanos deben disfrutar de los buenos dones de Dios al tiempo que temen a Dios.