Las Etapas De La Madurez Espiritual: Padres Espirituales
Las Etapas De La Madurez Espiritual: Padres Espirituales
por Robb Brunansky
En 1 Juan 2:12-14 , el apóstol Juan presenta tres etapas de madurez espiritual para ayudar a afirmar que sus lectores son salvos por la sangre de Jesucristo y para exhortarlos a crecer en su fe. Anteriormente, hemos examinado las dos primeras etapas sobre las que escribió Juan: niños y jóvenes espirituales. Ahora llegamos a la última etapa de la madurez espiritual: Padres espirituales, que Juan describe en los versículos 13 y 14.
Los Padres Espirituales son aquellos en la iglesia que son los más maduros espiritualmente. (Note que todo lo dicho anteriormente acerca de los indicadores de niños espirituales y jóvenes se aplica a los Padres Espirituales también). Los Padres Espirituales han sido perdonados; conocen al Padre; son espiritualmente fuertes en la fe; conocen la Palabra, y han aprendido como encontrar el camino de escape cuando viene la tentación. Estos individuos espiritualmente experimentados no son perfectos, pero entienden como pelear la buena batalla de la fe y aplicarla como una forma de vida.
Vemos un rasgo que se repite de aquellos que son padres espirituales: ellos «conocen a Aquel que ha sido desde el principio». El «Él» al que se refiere Juan es Cristo. Pero cuando Juan habla de conocer a Cristo, debemos añadir automáticamente que si tenemos al Hijo, tenemos al Padre; y si tenemos al Padre y al Hijo, entonces también tenemos al Espíritu.
Lo que Juan quiere decir es que la verdadera madurez espiritual se asienta aquí: en un conocimiento íntimo y profundo del Dios vivo y verdadero a través de una relación permanente con Jesucristo.
¿Qué sucede entre las etapas de ser un joven y un padre?
En algún momento, como joven espiritual, estás en medio de la batalla, y comienzas a entender las tácticas del diablo; te vuelves más sabio a sus estratagemas, y sabes cómo manejar la palabra de Dios, entiendes cómo emplear la oración, te pones la armadura de Dios, y desvías las flechas ardientes del diablo con el escudo de la fe. ¡Algo comienza a ser claro para ti de una manera que no lo había sido antes!
Toda esta batalla, lucha, salvación, mis pecados perdonados en la justificación, vencer a Satanás en la santificación – no se trata realmente de la batalla, y no se trata realmente de lo que ha sucedido en el pasado. En última instancia, se trata de conocer a Cristo.
A medida que te acercas a Dios en Su Palabra, a medida que empiezas a vencer el pecado en tu vida, y a medida que creces en santidad, empiezas a ver más y más quién es Cristo. Cristo se convierte en el que todo lo consume en tu vida. TODO entonces se trata de conocerlo a El. Entonces empiezas el proceso de crecer de ser un hombre joven a ser un padre espiritual.
Y a medida que creces en tu conocimiento de Cristo, desarrollas una intimidad con el Salvador que define toda tu experiencia cristiana y toda tu existencia. Empiezas a comprender el significado de lo que dice Pablo cuando habla de que estamos en Cristo. Empiezas a entender lo que Juan quiere decir cuando describe la permanencia en Cristo. Es más que un concepto teológico; es una experiencia de conocer al Salvador de una manera profunda, personal e íntima.
Este es el pináculo de la madurez espiritual porque no hay nada más allá de conocer a Cristo en la vida de un creyente – y mucho menos en la vida de cualquier persona en este mundo. Conocer a Cristo no es un medio para alcanzar una meta mayor; conocer a Cristo es la meta. Y cuando nuestro Padre nos llame a casa un día, pasaremos toda la eternidad conociéndole más y más.
Así es como crecen los cristianos. Comienzan como infantes espirituales, sabiendo que sus pecados son perdonados y quien es su Padre. Luego se sumergen en la Palabra; y mientras se meten en la Palabra, la Palabra se mete en ellos; se vuelven fuertes en la fe, y aprenden como vencer al maligno. Y luego, a medida que aprenden a caminar en santidad, desarrollan un conocimiento íntimo del Señor Jesucristo, de modo que conocerlo define todo en ellos.
Mi pregunta a todos los cristianos de hoy es la que Juan se propuso responder en este brillante pasaje pastoral, encajado entre sus pruebas de salvación y el primer imperativo de la carta: ¿deseas crecer espiritualmente en el Señor? ¿Dónde estás hoy? ¿Eres un niño espiritual? ¿Un joven espiritual? ¿O un padre espiritual? ¿Qué pasos vas a dar para crecer? Si eres salvo y tus pecados perdonados, cristiano, estás llamado a crecer en tu fe, en madurez espiritual y más en la semejanza de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.