Temer a Dios Como Hijos, No Como Esclavos

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Por Ben Edwards

El temor del Señor es un concepto clave en la Biblia, pero a menudo es mal entendido por los cristianos de hoy. Hay tres elementos en el temor del Señor:

1. Una reverencia/respeto por la majestad de Dios

6 No hay semejante a ti, oh Jehová; grande eres tú, y grande tu nombre en poderío. 7 ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque a ti es debido el temor; porque entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay semejante a ti.” Jer 10:6-7

2. Un compromiso de obedecer la Palabra de Dios

Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová,

Que anda en sus caminos. .” Ps 128:1

“¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” Dt 5:29

“Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados..” Dt 6:1-2

3. Un temor de desagradar a nuestro santo Padre

“El temor de Jehová es aborrecer el mal..” Prov 8:13

“Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia..’” Job 28:28

Este tercer elemento es clave para entender la diferencia entre un temor malsano y un temor sano, o lo que algunos han llamado un temor servil y un temor filial. Esta distinción se ve quizá más claramente en Éxodo 20:

“18 Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. 19 Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. 20 Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.’” Exod 20:18-20

Moisés le dice a Israel: «No temáis, sino temed». Los israelitas tuvieron la tentación de acobardarse de terror al contemplar la majestad de Dios. Pero el miedo que realmente necesitaban era uno que les llevara a evitar el pecado.

Podemos ver un temor servil manifestado en las falsas religiones y en el servicio hipócrita a Dios. Es el tipo de miedo que tienen los demonios cuando se estremecen ante la realidad de la existencia de Dios (Stg 2:19). Es un temor que sólo se centra en el juicio y quiere evitar el castigo.

“24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.’” Mat 25:24-25

Pero con el temor filial, hay un afecto que brota de la relación con Dios.

3 Señor, si tú tuvieras en cuenta las iniquidades,
¿quién, oh Señor, podría permanecer
[c]?
4 Pero en ti hay perdón,
para que seas temido
[.” Sal 130:3-4

y les daré un solo corazón y un solo camino, para que me teman siempre, para bien de ellos y de sus hijos después de ellos..” Jer 32:28

17 Y si invocáis como Padre a aquel que imparcialmente juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor durante el tiempo de vuestra peregrinación; 18 sabiendo que no fuisteis redimidos] de vuestra vana manera de vivir heredada de vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata,.” 1 Ped 1:17-18

El temor filial no es un terror paralizante al juicio de Dios, sino una conciencia continua de Dios como Padre y Juez. Sí, nos preocupa desagradar a Dios, pero nos preocupa avergonzar y deshonrar a nuestro Padre, no enfrentarnos a la ira de Dios por nuestras malas acciones.

Como dijo Sinclair Ferguson:

“[El temor filial es] esa mezcla indefinible de reverencia y placer, alegría y temor que llena nuestros corazones cuando nos damos cuenta de quién es Dios y de lo que ha hecho por nosotros. Es un amor a Dios tan grande que nos avergonzaría hacer cualquier cosa que pudiera disgustarle o entristecerle, y nos hace más felices cuando hacemos lo que le agrada.”

Sinclair Ferguson, Grow in Grace (Edinburgh, Scotland: Banner of Truth Trust, 1989), 29.

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