John MacArthur era Nuestro Amigo

Posted on 18 julio 2025

John MacArthur era Nuestro Amigo

Por Jordan Standridge

Nunca olvidaré la primera vez que escuché predicar a John MacArthur. Estaba en un largo auditorio en Chianciano, Italia. Con otras 500 personas. Pero sentía como si solo estuviéramos él y yo en esa sala.

La noche anterior a ese sermón había hecho lo que había hecho prácticamente todas las noches durante los últimos dos años: me desperté en medio de la noche, llorando y profundamente asustado. Tenía preguntas eternas en mi corazón que solo el Señor podía responder a través de Su palabra.

En solo unos días, me embarcaría en un intenso viaje en el que leería toda la Biblia en solo diez semanas, haría evangelismo por primera vez en mi vida y estaría expuesto a pastores y misioneros y a sus enseñanzas en una escuela bíblica en Italia. Pero el Señor, en su gran misericordia y bondad, decidió exponerme primero a su mano soberana a través de la predicación de John MacArthur.

Esos pocos días en Chianciano cambiaron mi vida. Predicó, como solía hacer, sobre la soberanía de Dios. No solo en la salvación, aunque, por supuesto, habló de eso, sino de Su soberanía sobre toda la historia y sobre cada una de nuestras vidas presentes en esa conferencia.

Era justo lo que necesitaba antes de sumergirme en su palabra y leerla de principio a fin a un ritmo tan rápido.

Era justo lo que necesitaba oír antes de salir a la calle a hablarle a la gente de Cristo por primera vez.

Y era justo lo que necesitaba oír para romper con mi corazón orgulloso, que vivía como si yo fuera el centro del universo y todo girara a mi alrededor, en lugar de que Dios fuera el centro y todo girara a su alrededor.

No pasó mucho tiempo antes de que toda mi vida diera un vuelco. De repente, mi corazón se orientó hacia una comprensión de Dios que cambió toda mi perspectiva, no solo sobre la historia, sino también sobre mi vida. Y las cosas que me hacían llorar solo unas semanas antes, ahora se las daba gracias a Dios.

El Señor utilizó la predicación de John MacArthur para poner mi camino en un lugar completamente nuevo, y puedo decir con confianza que si no fuera por su predicación aquella semana en Chianciano, sería una persona diferente, si es que estuviera vivo.

Por supuesto, acabé mudándome a Los Ángeles simplemente porque quería aprender más de ese hombre al que Dios utilizó tan poderosamente en mi vida. Con el tiempo, acabé considerándolo no solo mi héroe, sino mi pastor e incluso mi amigo.

Mi historia es única en cierto sentido, ya que el país en el que le escuché predicar por primera vez puede ser diferente al tuyo. La situación a la que me enfrentaba también puede ser diferente, pero lo fascinante es que estoy seguro de que muchos de los que leen mis palabras piensan que lo que he expresado aquí también es cierto en sus corazones.

Basta con echar un vistazo a Facebook para ver la gran cantidad de personas a las que John MacArthur ha influido. Hablan de él como su héroe. Hablan de él como su pastor y hablan de él como un amigo.

Y la gran pregunta es: ¿por qué todos lo consideramos un amigo? ¿Independientemente de cuántas fotos tengamos con él o de los momentos que hayamos pasado a solas con él?

Hace poco, mientras predicaba el capítulo 10 de Juan, reflexionaba sobre la marcada diferencia entre los falsos maestros que Jesús condena y Él mismo. Jesús se compara a sí mismo con los falsos maestros que son ladrones y salteadores (Juan 10:7). Quieren llevarse a las ovejas y utilizarlas para su propio beneficio. En última instancia, quieren quitarle la gloria al verdadero pastor, Jesucristo. Él, por el contrario, quiere dar vida y vida en abundancia (Juan 10:10). Da su vida por las ovejas (Juan 10:11).

En los capítulos siguientes, continúa enseñando a sus discípulos cómo ser pastores fieles y les muestra cómo amarse los unos a los otros (Juan 13:34-35), cómo lavarse los pies los unos a los otros (Juan 13:14), cómo permanecer en Él (Juan 15:17) y cómo ser como Él (Juan 15:12-13).

Lo que distingue a un falso maestro de uno fiel es esto: el falso maestro quiere que reconozcas y dependas de su propia voz, el maestro fiel quiere que reconozcas la voz del Señor. Las ovejas oyen la voz de Cristo y le siguen (Juan 10:27-28), por lo tanto, un fiel pastor entrena a las ovejas que Jesús le ha confiado para que disciernan entre todas las voces y escuchen la voz de Cristo.

La razón por la que todos amamos a John MacArthur es porque él hizo precisamente eso. La razón por la que John MacArthur se hizo famoso (al menos famoso entre los cristianos) es porque nos enseñó eso. Nos enseñó a reconocer la voz de Dios. Nos enseñó a anhelar al Salvador.

Nos enseñó que la vida consiste enteramente en conocer a Dios y darlo a conocer. Era un hombre cuya mayor alegría era conocer a Cristo y darlo a conocer.

Por eso es nuestro amigo, porque nos señaló con fidelidad y sin temor al mejor amigo que podríamos tener, Jesucristo, a quien está viendo cara a cara en este mismo momento.

Gracias, Dios, por John MacArthur, y por hacer de él un hombre fiel a ti, valiente para predicar la verdad y amigo de tantos que necesitaban desesperadamente que les señalaran al único que podía salvarles, tu Hijo Jesucristo.