Día: 16 mayo 2009

¿Preocuparme Yo?

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¿Preocuparme Yo?

Por Gary E. Gilley

(Febrero de 1998 – Volumen 4, Tema 2)

En un pequeño folleto de Jay Adams Qué hacer con la Preocupación, él comienza con este cuento humorístico:

– Joe solía preocuparse todo el tiempo por todo, de hecho, sus amigos le conocían como un preocupado. Un día Bill caminaba por la calle cuando vio a su amigo preocupado yendo rebosando de felicidad como nadie podría ser. Joe realmente estaba silbando, cantando y llevando una sonrisa enorme; él se veía como si nada le preocupara en el mundo. Bill apenas lo podría creer lo veía – era obvio que una transformación radical había sucedido. Él detuvo a Joe diciéndole: “Joe, ¿qué te ha sucedido? Ya no pareces preocupado más; nunca vi a un hombre más feliz”. Joe contestó: “es maravilloso, Bill. No me he preocupado por varias semanas ahora”. Bill continuó: “Eso es genial – ¿cómo lo manejaste? ¿Qué causó el cambio?” Joe explicó: “para que veas, contraté a un hombre para que llevara toda mi preocupación por mí». “Bien,” Bill reflexionó, “debo decir que eso esla go nuevo para mí; ¿Cuánto te cuesta eso?” “Mil Dólares a la semana”. “¿Mil dólares a la semana? ¿Cómo puedes conseguir mil dólares a la semana para pagarle?” Joe contestó: “esa es su preocupación”. –

¡Realmente sería genial si algo fuera realmente posible! Sin embargo según 1ª Pedro 5:7, tenemos un privilegio aun más maravilloso: Somos invitados, incluso ordenados por Dios a “echar sobre el nuestras cargas”; ¡Además, el servicio es gratis!

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¿Cómo Debemos Cantar?

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¿Cómo Debemos Cantar?
Una Iglesia que Malentiende la Adoración
Gary E. Gilley

Nuestra adoración debe estar centrada en Dios al adorarle a través de la Palabra, el canto y la oración, y al edificar a los santos a través de la enseñanza de las Escrituras para que puedan estar preparados para vivir vidas que le honren. Para honrar y adorar a Dios por eso, todo lo que debemos hacer debe emerger de la verdad. La mayoría podría estar de acuerdo con eso, al menos en teoría si no es en la práctica, cuando viene a la predicación y enseñanza de las Escrituras, porque esto es claramente enseñado en la Palabra (1 Tim. 4:13; 2 Tim. 2-4; Hechos 2:42; Tito 1:9; Col. 1:25). La música, desafortunadamente a menudo toma una exención. Pero ¿tenemos más derecho de cantar herejía que el que tenemos en predicar herejía? Una vez más, Macarthur esta en lo correcto cuando escribe:

“La música misma, aparte de la verdad contenida en las letras, no es incluso un trampolín legítimo para la verdadera adoración. Similarmente, una historia conmovedora puede ser emocionante, pero amenos que el mensaje que transmite sea puesto en el contexto de una verdad bíblica, cualquier emoción pueda envolver no debe usarse para incitar ala adoración genuina. Pasiones excitantes no son necesariamente evidencia de que una verdadera adoración este dándose a lugar. Es apasionada porque hace echar fuera nuestro amor por Dios”.[i]

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