Un Enfoque Bíblicamente Robusto a la Ansiedad

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POR DAVE DUNHAM

En esta serie intentamos desarrollar una aplicación sólida de las Escrituras a diversos problemas. Para empezar vamos a explorar lo que quizás sea la lucha más común (o al menos una de las más comunes): la ansiedad. Cuando se trata de tratar la ansiedad, muchos cristianos recurren simplemente a citar versículos de las Escrituras que utilizan esta palabra. Pero la Biblia nos da algo más que uno o dos versículos de memoria sobre la preocupación. De hecho, las Escrituras nos dan incluso más de un marco para afrontar la ansiedad. La Biblia nos presenta al menos cuatro marcos para afrontar el miedo.

Siempre debemos empezar por intentar comprender la experiencia de una persona ante un problema. A menudo, las personas recurren a los versículos bíblicos porque no comprenden realmente la profundidad, la amplitud y la complejidad de las luchas de una persona. Entender la ansiedad nos permitirá adaptar más apropiadamente nuestra aplicación bíblica.

La ansiedad puede describirse como una angustia emocional intensa relacionada con una amenaza de peligro. Ese peligro puede ser real o percibido; puede ser físico, emocional, relacional, espiritual o de cualquier otra forma. La ansiedad es miedo, pero sobre todo es un miedo que parece perdurar. El miedo nos afecta de diferentes maneras (física, emocional, mental, social y espiritualmente). También surge debido a diferentes desencadenantes y, por lo tanto, el miedo puede parecer diferente. Muchos señalan que la ansiedad se presenta de diversas formas: Ansiedad generalizada, fobia específica, ansiedad social, ataques de pánico e incluso TEPT.

Conocer las diferentes experiencias, desencadenantes y manifestaciones de la ansiedad es de vital importancia para aplicar adecuadamente las Escrituras. Esto es importante porque las Escrituras no ofrecen un plan de tratamiento plano para todas las experiencias. Más bien, Dios reconoce que diferentes personas y diferentes tipos de ansiedad necesitan diferentes énfasis y diferentes enfoques.

Consideremos, pues, los cuatro marcos para afrontar el miedo. En primer lugar, las Escrituras nos ofrecen lo que yo llamo el Marco de Vigilancia.

Las Escrituras reconocen que Dios ha creado en nosotros un tipo de preocupación constructiva diseñada para ayudarnos a protegernos a nosotros y a los demás. Vemos este concepto por primera vez en Génesis 2:15. Dios ordena a Adán que «cuide de los demás». Dios ordena a Adán que «cuide» de la creación. La palabra hebrea significa literalmente «velar o vigilar». En otras palabras, Dios quiere que Adán sea vigilante en el cuidado de la creación. Este es un tipo de preocupación buena, normal y saludable que nos hace proactivos en la protección. Pero, en un mundo maldito por el pecado, esta vigilancia puede estancarse. La ansiedad, dentro de este marco, es una vigilancia que siempre está escudriñando, siempre en guardia, siempre percibiendo una amenaza potencial. La vigilancia sana, sin embargo, se centra en temores específicos, acudiendo al Señor.

Filipenses es una carta a la que recurrimos a menudo para tratar el tema de la ansiedad. Solemos ir al capítulo 4, pero deberíamos empezar antes. Filipenses 1:27-28 nos llama a la vigilancia, y el propio Pablo da ejemplo de esta vigilancia en el versículo 20. Para cuando llegamos al capítulo 4:4-9, Pablo ha estado construyendo un caso de vigilancia ante el miedo. La respuesta que Pablo desarrolla ante la ansiedad es un tipo de vigilancia saludable, que implica tres cosas: Dirigirse al Señor: orar y expresar gratitud por sus bendiciones; Centrar los pensamientos: pensar en estas cosas; y Practicar la fidelidad: practicar estas cosas. Se trata de una respuesta centrada y activa que nos invita a hacer lo que podemos y a buscar la ayuda de Dios. Este enfoque reorienta la ansiedad hacia una preocupación constructiva. Para más información sobre este concepto, véase el libro de Bob Kellemen Anxiety: Anatomy & Cure.

En segundo lugar, las Escrituras nos ofrecen el Marco del Maná. Ed Welch desarrolla esta idea en su libro Running Scared, donde la toma prestada de Éxodo 16. Cuando Dios da a comer maná a los israelitas, les hace una importante advertencia: «Que nadie deje nada de él para la mañana siguiente» (Éxodo 16:19). En otras palabras, Dios proveyó el maná para hoy, pero Israel tendría que confiar en que Él lo proveería para mañana. Este marco subraya la fiabilidad de Dios y nuestra respuesta de fe a sus provisiones.

La ansiedad suele vivir en el futuro. Se preocupa por el mañana y busca gracia hoy para afrontar los problemas de mañana. Dios siempre provee gracia para hoy, pero no nos promete gracia ahora para futuros desafíos. Debemos confiar en que Él nos dará la gracia del mañana cuando llegue el mañana. Para algunas personas ansiosas, el Marco del Maná les invita a ver la fidelidad de Dios hoy y a confiar en ella para el futuro. Hay una manera, por supuesto, de utilizar el principio de este marco sin el contexto. Podríamos simplemente decir a la gente: necesitas confiar más en el Señor. Y eso podría ser cierto, pero al desconectarlo de sus sentimientos de inseguridad sobre el futuro aplicamos el principio de una manera trillada que no ayuda a quien lo sufre. Este es un uso más sólido del principio.

En tercer lugar, las Escrituras ofrecen a la persona ansiosa el Marco De La Humildad. Este enfoque sugiere que la ansiedad es mucho más arrogante de lo que creemos. Parte de la ansiedad proviene de la convicción de que deberíamos ser capaces de controlar nuestro mundo, de que deberíamos ser capaces de alcanzar la perfección, de que no deberíamos cometer errores. La ansiedad puede poner de manifiesto nuestro propio exceso de confianza, perfeccionismo o control. Pedro expone este caso cuando escribe a los cristianos que están siendo perseguidos -un escenario ansioso donde los haya- y les dice que «se humillen» (1 Pedro 5:6). Insta a los cristianos que sufren a someterse a la poderosa mano de Dios. Cuando la ansiedad se apodera de nosotros porque intentamos responsabilizarnos de cosas que escapan a nuestro control, la solución es humillarnos bajo el amoroso señorío de Dios Todopoderoso. Lea el contexto completo de ese pasaje y vea cómo aborda Pedro la ansiedad.

En cuarto y último lugar, las Escrituras nos demuestran el marco del Reino. Este marco pone al descubierto en qué confiamos. Lo que tememos a menudo revela lo que amamos y en lo que ponemos nuestra esperanza. Demasiado a menudo nos ponemos ansiosos porque hemos puesto nuestra confianza en los pequeños reinos de nuestra propia creación. Confiamos en trabajos, posesiones, comodidades, personas y otras cosas terrenales. No sólo apreciamos estas cosas, sino que colgamos toda nuestra esperanza y alegría en ellas, y no pueden soportar ese peso. Jesús nos advierte sobre atesorar las cosas equivocadas.

La mayoría de nosotros conocemos el sermón de Jesús sobre la ansiedad (Mateo 6:25-32), pero esas palabras están intercaladas entre dos afirmaciones sobre los reinos a los que servimos. Por un lado, Jesús nos dice que no «acumulemos tesoros en la tierra» (v. 19) y que evaluemos a quién/qué estamos sirviendo (v. 24). Por último, nos dice que «busquemos primeramente el Reino de Dios» (v. 33). La sección del medio que habla directamente de la ansiedad está relacionada con los reinos. El reino en el que confías, el reino que atesoras, el reino al que sirves, invitará a la confianza y la seguridad o cultivará el miedo y la incertidumbre. El Reino de Dios es para siempre y los que confían en él nunca tendrán que temer su fracaso.

El Marco del Reino desafía nuestra ansiedad pidiéndonos que evaluemos lo que amamos. Si mi tesoro es inseguro o inestable, si pongo demasiadas esperanzas en las cosas terrenales, entonces me volveré ansioso. La solución es cultivar la confianza y el tesoro de un reino mejor y más seguro. La solución a la ansiedad en este paradigma es «buscar primeramente el Reino de Dios». El objetivo de este marco es ayudar a las personas a orientar sus corazones hacia Cristo y cambiar sus valores para que se alineen más estrechamente con los de Dios.

Cada marco nos proporciona una lente ligeramente matizada a través de la cual explorar nuestra experiencia de la ansiedad. Por supuesto, habrá que hacer muchas cosas prácticas para ayudar a la gente, pero un marco sólido nos ayuda a aplicar con más precisión las Escrituras y a cuidar de los que están luchando. Esto es mucho más útil que simplemente decirle a la gente «no te preocupes por nada». Se trata de comprender las diferentes experiencias de ansiedad y responder a ellas cuidadosamente con los marcos bíblicos pertinentes.

Una advertencia: la ansiedad también puede surgir como síntoma de factores biológicos. Es importante que las personas se sometan a chequeos médicos adecuados y a una evaluación competente por parte de profesionales que les ayuden a evaluar qué puede estar contribuyendo a sus luchas. No des por sentado que lo ves todo.

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