Temer a Cristo y Servir a los Demás

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Por John Macarthur

Dando siempre gracias por todas las cosas en el nombre de nuestro Señor Jesucristo a Dios, el Padre; y sujetándoos los unos a los otros en el temor de Cristo. (Efesios 5:20-21)

Ahora mira aquí – esto no está hablando de esposas a sus maridos. Esto no está hablando de hijos a sus padres. Habla de todos.

Esta es la base. Esto es lo que hace matrimonios significativos. Es una cuestión espiritual.

No es una cuestión de astucia. No es cuestión de programar eventos. No es cuestión de comprarle regalos a ella, o cocinar su comida favorita. Esas son pequeñas cosas agradables de hacer, pero con dos personas que viven de acuerdo con las normas que acabamos de leer, no importaría si las hicieras o no las hicieras. Esas no son las cosas que hacen que una relación sea feliz para toda la vida.

Sin embargo, la sumisión sí. Y estamos hablando de un tipo genérico de sumisión, sin tener en cuenta ninguna relación específica dentro del contexto de una familia. Por cierto, la palabra «sumisión» es muy gráfica. Hupotasso significa «estar por debajo». Es un término militar. Estamos llamados a colocarnos unos debajo de otros. Esto es lo que da sentido a las relaciones.

Si observamos nuestra sociedad actual, veremos por qué no se dan las relaciones significativas. Porque la mentalidad de hoy es el orgullo egocéntrico, ¿no es así? «Voy a quedarme contigo mientras me des lo que quiero, y cuando no me des lo que quiero, me voy».

Hoy se hace hincapié en el individualismo, los derechos, las libertades y la autoestima. Todo ese pensamiento individualista es absolutamente mortal para cualquier matrimonio y relaciones familiares significativas. Al obtener los derechos que los humanistas nos han vendido, al obtener los derechos de la libertad individual, hemos perdido los privilegios de las relaciones significativas. El precio de nuestra ansiada libertad, al final, va a ser el aislamiento y la soledad.

Las personas se convierten en objetos de usar y tirar. Se convierten en extraños, y las familias se parecen más a un grupo de personas desconectadas que viven en una pensión. Están más interesados en la autorrealización que en la donación, más deseosos de bienes materiales que de relaciones. Anhelan más ser independientes que dependientes. Se preocupan más de sí mismos que de los demás. Ven a la mujer o al marido como una carga, un obstáculo en su camino hacia la libertad y la realización personales. Ven a los hijos como una barrera para la realización de su egoísmo abrumador.

La Biblia está diciendo: «Si así eliges vivir, puedes despedirte de las relaciones significativas».

Las familias, que son tan esenciales para la sociedad y su preservación, sólo son posibles donde se tienen actitudes altruistas. Donde los deseos personales se sacrifican constantemente por los demás. Y si eso no ocurre, no puede haber relaciones significativas.

Alguien en este punto podría malinterpretar y decir: «Si todos se someten, entonces nadie está a cargo». Pero Dios ha diseñado la autoridad en la familia. En 1 Corintios 11:3, Pablo dice esto:

Pero quiero que entendáis que Cristo es la cabeza de todo hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer, y Dios es la cabeza de Cristo.

No estamos diciendo que no haya autoridad en la familia. La hay. Hay autoridad a nivel del padre y hay autoridad sobre los hijos a nivel de los padres. Eso lo entendemos. No estamos hablando de la responsabilidad del liderazgo. No estamos hablando de la responsabilidad de cuidar y proteger, que es lo que es esa autoridad.

De lo que estamos hablando aquí es de este tipo de sumisión mutua que dice: «Aunque yo sea tu líder y tu protector y tu proveedor, tus anhelos y los deseos de tu corazón y tus necesidades me obligan más que los míos». Eso es lo que crea el equilibrio necesario.

No estoy abdicando de mi responsabilidad como esposo de liderar, preservar, proteger y cuidar a mi esposa. No renuncio a mi responsabilidad como padre de mantener a mis hijos y darles dirección, liderazgo y disciplina. Pero lo hago con la pasión de mi corazón de atender sus necesidades. Y cualquier otra necesidad que tuvieran, desearía ansiosamente satisfacerla, sacrificando la mía propia.

Antes de hablar del papel de la mujer o del papel del marido o del papel de los padres o del papel de los hijos, tenemos que hablar del papel de todos. Con Cristo, vemos igualdad con Dios y, sin embargo, sumisión. Y en todas nuestras relaciones habrá igualdad espiritual, habrá autoridad espiritual y seguirá habiendo un espíritu de sumisión.


Este artículo se basa en un sermón que el Dr. MacArthur predicó en 1996, titulado “A Plan for Your Family: God’s vs. the World’s, Part 1.”

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