Día: 21 octubre 2009
El Ministerio de Discernimiento –Una Defensa Bíblica
El Ministerio de Discernimiento –Una Defensa Bíblica
Escrito por Gary E. Gilley
(Octubre / noviembre de 2009 – Volumen 15, Número 6)
Vivimos en un entorno en el que es más difícil permanecer de pie por la fe. No sólo los que tratan de estar en las líneas frontales del discernimiento enfrentan los cañones de aquellos en oposición, sino que pueden ser alcanzados por el “fuego amigo”, también. Por ejemplo: Hace poco escribí lo que pensaba que era un artículo bastante inocuo expresando un alto concepto de la Escritura incluyendo una creencia en su suficiencia. Sin embargo, fui sorprendido al recibir un rápido e-mail de reproche por un pastor que también afirmaba creer en la infalibilidad, la autoridad y la suficiencia de la Biblia y que finalmente me acusó de tener lo que llamó una punto de vista “bíblico carismático”. Cuando me preguntó cómo podría ser, dado que yo creo que Dios nos habla hoy sólo a través de la Escritura y los carismáticos creen que Dios habla a través de medios más allá de la Palabra escrita, él no respondió. Yo no quería dar a entender a este pastor que yo rechazo la revelación general en la cual “Los cielos cuentan la gloria de Dios…” (Salmo 19:1-6), pero esa revelación específica y autoritativa para esta era de la iglesia se limita al Antiguo y al Nuevo Testamento. Dios no está añadiendo una nueva revelación a los textos inspirados para completar el canon de las Escrituras. Creo que tales revelaciones son innecesarias hoy en día porque Dios ha prometido que las Escritura es “útil [para] preparar [nos] para toda buena obra” (2 Timoteo 3:17). Nuestra tarea no es buscar una “nueva comunicación” de Dios, ya sea en forma de profecías o lenguas (como la mayoría de los carismáticos lo hacen) o a través de nuestros sentimientos y corazonadas (como muchos evangélicos no carismáticos lo hacen), sino basarse en la “palabra profética” (2 Pedro 1:19), las Sagradas Escrituras. Este conocimiento nos lleva a ser discípulos de Cristo que “procura[n] con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Tim 2:14). Nuestra tarea no es buscar una comunicación secreta de Dios, sino observar y vivir las cosas reveladas por Dios (Deut. 29:29). La verdad surge de los textos inspirados, y en ese texto se puede confiar para revelar la voluntad de Dios en todos los asuntos “que pertenecen a la vida y a la piedad” (2 Pedro 1:3).