Día: 30 agosto 2010

El Evangelismo y La Soberanía Divina

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El Evangelismo y La Soberanía Divina

El Médico Lucas: Hechos

Dos de los libros más evangelísticos de la Biblia son Hechos y Hebreos. Con este fin, el libro de Hechos registra el celo ganador de almas de los primeros discípulos por cumplir la Gran Comisión. Predicando de Cristo y de este crucificado de una manera atrevida, anunciaron al mundo que no hay salvación en ningún otro nombre (4:12). Llenaron a Jerusalén y las regiones circundantes de su testimonio de Cristo, hasta Roma, y echaron al mundo de cabeza con el evangelio. No menos orientado en alcance, el libro de Hebreos contiene algunas de las súplicas imaginables más fervientes del evangelio. Intercalado a través de Hebreos son cinco pasajes preventivos que proveen súplicas repetidas hacia los lectores no convertidos, instándoles a salvarse. No hay invitaciones del evangelio en cualquier parte de las Escrituras que puedan compararse con las súplicas apasionadas de estas advertencias en Hebreos.

Aún a pesar de este tenor ferviente evangelístico, estos dos libros están saturados a fondo de las doctrinas de la gracia. De principio a fin, el registro inspirado de la iglesia temprana da testimonio de la gracia soberana de Dios en la salvación. Hechos registra las conversiones de miles de pecadores perdidos, pero al mismo tiempo está profundamente arraigado en la tierra fértil de la soberanía divina. Las verdades gemelas de la responsabilidad del hombre en el evangelismo y la soberanía de Dios en la salvación no congenian; por el contrario, son perfectamente complementarias, las dos caras de la misma moneda. Al ser predicado el evangelio, Dios se complace en llevar a Sus elegidos a Sí Mismo. Estas mismas verdades compatibles – el evangelismo y la soberanía de Dios – pueden verse lúcidamente en el libro de Hebreos. En medio de sus 467 advertencias evangelísticas, esta epístola anónima contiene enseñanza teológicamente precisa sobre la gracia soberana de Dios.

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