Pentecostalismo

El Señor Me Dijo – ¡Me parece!

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El Señor Me Dijo – ¡Me Parece!

Por Gary E. Gilley

En un boletín de prensa publicado por una denominación bautista conservadora, es presentada una historia refiriéndose a uno de sus miembros. Destacado en Irak, este soldado de edad media reveló que a menudo, cuando él luchaba con problemas de diversos tipos, “Dios simplemente me revelaba la respuesta.”  Un líder de su iglesia de regreso a casa también sostiene haber escuchado del Señor. “El Señor me dijo,” dice él, “que este joven va a ser conocido como un constructor y no un destructor en Irak”.  Hasta ahora su profecía parece haberse hecho realidad porque, aunque el soldado ha estado involucrado en combate, su “trabajo diario” es reconstruir escuelas y plantas de tratamiento de agua. Simplemente esta semana recibí un correo electrónico de un caballero que escribió: “Jesús me ha ordenado a través del Espíritu Santo que le enseñe a las personas a cómo orar, enseñarles la verdad acerca de sus sueños, y guiarlos a la presencia de Dios (utilizando la Escritura en una metodología casi paso a paso para hacer eso)”.

Parece que el Señor ha estado realmente ocupado últimamente hablándoles a sus hijos. Algunos años atrás Alistair Begg citó una encuesta manifestando que uno de tres norteamericanos adultos dicen que Dios les habla directamente.1 Y escuchar la voz de Dios no es aislado a la persona común tampoco. Un montón de líderes evangélicos afirman escuchar al Señor, algunos de ellos muy regularmente. Henry Blackaby, un proponente ávido de la revelación extrabíblica de este tipo, cuando se le pregunta cómo supo él que él estaba escuchando a Dios y no a otra fuente, da esta respuesta: “Usted viene a conocer su voz como usted le experimenta en una relación de amor. Cuando le habla Dios y usted responde, usted llegará al punto en que usted reconoce Su voz cada vez más claro”.2

 

¿Está Hablando Dios Hoy?

Por supuesto, eso deja colgada la pregunta importante, “¿en primer luggar, cómo sabe uno que esta escuchando la voz del Señor?” ¿No será posible que la voz que muchos creen estar “escuchando” sea la voz de sus pensamientos, sus imaginaciones, sus deseos, o algo más por el estilo? 

En la moda de mucho del evangelicalismo está la constante plegaria de  cristianos que escuchan a Dios, experimentar a Dios y sentir a Dios. D. A. Carson citando la crítica penetrante de un libro titulado Listening to God (Escuchando a Dios) de un amigo, escribió: “Si alguien hubiese escrito un libro treinta años atrás con ese título, usted habría esperado que este tratara de un estudio de la Biblia, no acerca de la oración. Muchos [Christians] ahora confían mucho más en corazonadas que en su conocimiento de la Biblia para decidir lo que van a hacer en determinada situación”.3 Parece haber sucedido un cambio poderoso de pensamiento entre los cristianos conservadores durante los últimas pocas décadas.

¿Qué Enseña el Nuevo Testamento?

La corte final de apelación en determinar la identidad de la voz de Dios, si existe algo semejante, deben ser las instrucciones directas o al menos los ejemplos encontrados en la Escritura. Las Escrituras afirman ser la Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16, 17; 2 Pedro 1:20, 21). Son inspiradas, de una vez por todas, por el Espíritu Santo, facultando a los profetas y a los apóstoles, usando sus personalidades, a escribir las palabras de Dios como él se propuso (Hebreos 1:1,2; 2:3,4; Hechos 5:12; 2 Corintios 12:12). Creo con el cierre de la Escritura, la revelación directa, infalible y autoritativa de Dios ha cesado para esta época (Apocalipsis 22:18, 19; Efesios 2:20; 3:5; Judas 3, 4; 2 Pedro 3:2). Es instructivo notar que cuándo escribió Pablo su última epístola para el pastor/amigo Timoteo acerca de guiar a la iglesia de Dios, él no alentó a Timoteo a enfocar la atención en nuevas revelaciones, impresiones, sentimientos o corazonadas. Más bien, él continuamente acudía a la Palabra de Dios y a las doctrinas contenidas en ella (2 Timoteo 2:2-14, 15; 3:15-17; 4:2-4).

Encuentro esto que es un énfasis del Nuevo Testamento. Como Donald S. Whitney nos recuerda:

El método evangelístico de Jesús y los apóstoles no nos hace instar a las personas a buscar experiencias directas con Dios; en lugar de eso se ocupa de predicar y enseñar las Escrituras (vea, por ejemplo, Marcos 1:14-15). Y Jesús no dijo que una vez que tenemos vida espiritual vivamos de acuerdo a una experiencia mística directa con Dios; más bien, “vivirá…de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16-17). Eso incluye la buena obra de crecer en el conocimiento de Dios y semejanza de Cristo. De esta manera en la Escritura el método normativo de conocer a Dios es a través de la Escritura.4

Otros Asuntos a Considerar

Aún, este tipo de encuentro Divino es considerado insípido por muchos creyentes hoy. Muchos insisten que si Dios quiere llevarse bien con nosotros en formas profundas, personales, íntimas, seguramente El nos debe hablar directa e individualmente, con la excepción de la Escritura. Si no tenemos tales experiencias, entonces no somos nada más que “deístas prácticos”. ¿Qué es lo que ha conducido a esta disposición mental que enseña que las Escrituras son inadecuadas para nuestras vidas – que alguna revelación adicional es necesaria? Permítame listar a tres competidores que ahora desafían las Escrituras como autoridad final en nuestras vidas.

La Experiencia Subjetiva

En relación a nuestro tema debemos luchar a fondo con la pregunta sobre cómo sabemos quién o lo que nos hemos encontrado en nuestras experiencias subjetivas. Toda la información que tenemos acerca de Dios y nuestra relación para con El se halla en la Biblia.  Cualquier “encuentro” aparte de la Escritura debe verificarse por la Escritura. Si eso es así entonces, ¿qué nos dice la Palabra a nosotros que esperemos en un encuentro con Dios?  Pienso que usted buscará en vano por información sobre como se puede “sentir” a Dios; en lugar de eso el registro bíblico habla de transformación. Cuando nos encontramos con Dios en el momento de la salvación somos nacidos de nuevo (Juan 3). Como cristianos encuentran a Dios, a través de la presencia internamente morando del Espíritu Santo, la marca es una vida transformada (2 Pedro 1).

D. Martin Lloyd Jones estaba al tanto de algo cuando él escribió:

Imaginemos que sigo la forma mística. Comienzo a tener experiencias; pienso que Dios me habla; ¿Cómo sé que es Dios quien me habla? ¿Cómo puedo saberla si no estoy hablando al hombre?; ¿Cómo puedo tener la seguridad de que no soy víctima de alucinaciones, puesto que esto le ha ocurrido muchos de los místicos? ¿Si yo creo en el misticismo como tal sin la Biblia, cómo sé que no estoy siendo engañado por Satanás como ángel de luz para alejarme del Dios vivo y verdadero?  No tengo un estándar…. La doctrina evangélica me dice a mí que no mire a mí mismo sino a mirar a la Palabra de Dios; no examinarme a mí mismo, sino a mirar en la revelación que me ha sido dada. Me dice que Dios sólo puede ser conocido en Su propia manera, la manera en que ha sido revelado en las Escrituras mismas.5

Por supuesto, la corriente inclinada hacia lo subjetivo en vez de lo bíblico no es nada nuevo. En cada época parece que existen bolsas de pueblo de Dios (algunas veces bolsas más grande que otras) que quieren ir más allá de la Escritura para sus experiencias espirituales. 

Sinclair Ferguson escribe, en el día de Calvino: “los Espirituales” fueron un aguijón en la carne para la reforma bíblica. ¡Calvino desesperándose de ayudar a las personas quiénes sentían la necesidad de mencionar el Espíritu en cada frase que hablaban! Para los Puritanos, el movimiento de la “luz interna” constituyó un peligro similar. En ambos casos “lo que el Espíritu decía” y “lo que el espíritu [humano] escuchaba” estaba divorciado y entonces exaltado sobre la Palabra. Poniéndolo más brutalmente, el sentimiento subjetivo y la emoción dominaron sobre la revelación objetiva de la Escritura. De modo semejante, hoy lo subjetivo, lo experimental, que se orienta solo, la mente secular “confianzuda” de los 1960s ha venido a hacer nido en el mundo evangélico.6

Udo W. Middelmann lamenta: “Nuestra época, grandmente ha reemplazado debates verdaderos de contenido teológico, filosófico, y cultural con testimonios ‘personales’, experiencias anecdóticas, y visiones privados”.7

Una Clase Nueva de Revelación – Profecía del Nuevo Testamento

En Colosenses 2:18,19 Pablo se dirige a personas confundidas por experiencias místicas. Los precursores de los gnósticos enseñaron que algunas elites habían recibido el regalo de la inspiración directa a través del Espíritu Santo. Estos momentos de inspiración tuvieron lugar a través de visiones, sueños y encuentros con ángeles.8 Esto había dividido la iglesia en dos clases, los ricos y los pobres (aquellos que se creían verdaderamente espirituales y que aquellos que no habían tenido estas experiencias).

Esta clase de problema no se ha desvanecido en el pasado y es casi idéntico a las enseñanzas encontradas dentro de los diversos elementos del movimiento carismático hoy. Por ejemplo, compare lo qué Jack Deere, un teólogo líder de la Viña escribe:

Dios puede da palabras personales de dirección a los creyentes hoy eso no pueden ser encontradas en la Biblia. No creo que él dé dirección que contradiga la Biblia, pero es una dirección que no se encuentra en la Biblia.9

Pero cómo sabe una persona si él realmente está escuchando a Dios, Wayne Grudem, otro teólogo de la Viña que es un creyente mayorista en revelaciones extrabíblicas de todas clases, responde:

La revelación tiene apariencia de ser algo del Espíritu Santo; parece ser similar a otras experiencias del Espíritu Santo que el dado a conocer previamente en la adoración. Más allá de esto es difícil de especificar aún más, salvo decir que con el tiempo una congregación probablemente será más hábil en hacer evaluaciones….y ser más experto en el reconocimiento de una revelación genuina del Espíritu Santo y distinguirla de sus pensamientos (énfasis mío).10

Grudem es discutiblemente el teólogo más cuidadoso y respetado carismático en el país. Él le enseñó Teología Bíblica y Sistemática en la Universidad Trinity International en Deerfield, Illinois, por veinte años (la cuál está afiliada a las Iglesias Libres Evangélicas de América). Pero, lo mejor que él puede idear en respuesta a nuestra preocupación es: “parece ser del Espíritu Santo” y, “una congregación probablemente podría mejorar en el discernimiento con el paso del tiempo. Mientras andamos a tientas tratando de decidir si algo se parece que es del Espíritu Santo (nada en la Biblia nos ayuda aquí) y esperar que mejoraremos en discernir la voz de Dios, otros, como Henry Blackaby nos dicen que no nos atrevamos ni aun a dar un paso hasta que tengamos la seguridad de que lo hayamos escuchado de Dios. Lástima del pobre cristiano atrapado en esta confusión – él está irremediablemente echado un mar de subjetividad y misticismo.

En este punto, Blackaby, Deere y Grudem protestarían. Afirmarían que mientras ellos creen que Dios habla hoy a Su pueblo aparte de la Biblia, estas revelaciones no están a la altura de la Escritura. Es decir, Dios habla hoy pero no con la misma autoridad como él lo hizo en Su Palabra. Así que no nos acusen de agregar a la Escritura, dirían. Curiosamente, esto trae a colación otro asunto. ¿Ha hablado Dios alguna vez en una manera no autoritativa?  En el registro bíblico nos encontramos con que Dios habló, ya sea oralmente (incluyendo a través de Sus profetas) o a través de la Palabra escrita. Pero siempre, Su Palabra fue autoritativa. ¡No fue nada menos que una palabra de Dios – una que podría ser comprendido y debía ser obedecida y debe ser acatada! Pero se nos dice hoy que Dios habla en una forma diferente, menos autoritaria, aun impura.

Esto es cómo le explica Wayne Grudem:

Hay casi un testimonio uniforme de todas las secciones del movimiento carismático que la profecía es imperfecta e impura, y contendrá algunos elementos que no deben ser obedecidos o confiables. Los líderes carismáticos anglicanos Dennis y Rita Bennett escriben: “no se espera que aceptemos cada palabra hablada a través de los dones de expresión…pero somos debemos aceptar lo que es viene rápidamente a nosotros por el Espíritu Santo y está de acuerdo con la Biblia… una manifestación puede ser 75% de Dios, pero 25 % del propio pensamiento de la persona. Debemos percibir entre los dos.11

Pero ¿cómo? ¿A dónde nos lleva Grudem? La argumentación de Grudem es que la profecía del Nuevo Testamento es diferente a la profecía del Antiguo Testamento. La verdadera profecía del Antiguo Testamento fue una revelación directa de Dios y de esta manera infalible, incluyendo que el profeta perdiera el derecho a vivir si él estuviese en un error (Deuteronomio 13:5; 18:20-22). Pero la profecía del Nuevo Testamento, incluyendo esfuerzos del día moderno, así dice Grudem, puede ser falible. Una profecía del Nuevo Testamento pudo ser parcialmente de Dios y parcialmente de nosotros mismos.  Así, el cristiano debe tratar de discernir dónde termina Dios y donde comienza el hombre. Y debemos hacer esta determinación sin algún entendimiento profundo del Nuevo Testamento que guarda total silencio sobre el tema. Creo que Grudem está en serio error, dejando al creyente sin una “palabra segura de profecía”. No obstante, su punto de vista gana popularidad aun entre líderes y teólogos conservadores.

Una Clase Nueva de Revelación – la Voz “interna”

La Cristiandad evangélica No-carismática definitivamente ha tomado una inclinación mística en los días recientes también. Mientras que nunca niegan la autoridad de la Escritura como tal, muchos, desde personas en la banca de iglesia hasta líderes evangélicos claves, regularmente señalan experiencias místicas como la base para mucho de lo que hacen y creen. Debemos de preocuparnos de que esta perspectiva débil de las Escrituras finalmente causará un daño grande en el cuerpo de Cristo. Estamos de acuerdo con la valoración de David Wells: “Conceder el estatus de revelación a cualquier cosa aparte de la Palabra de Dios inevitablemente tiene como consecuencia remover ese estatus de la Palabra de Dios. Lo que puede comenzar como una autoridad adicional a lo largo de la Palabra de Dios eventualmente suplantará su autoridad totalmente”.12 John Armstrong concurre: “la comunicación directa de Dios, por definición, constituye alguna forma de revelación nueva. Tal revelación, al menos en principio, señalaría que las Escrituras no fueron suficientes o decisivas”.13

En el asunto está el tema de la revelación. Más pertinente, ¿Está Dios hablando hoy, directamente, infaliblemente, e independientemente de las Escrituras Sagradas? ¿Se revela El Mismo, Su voluntad, Su verdad, parte de la Biblia? Los críticos de la posición presentada en este artículo nos dirán que consideremos los ejemplos encontrados en la Escritura. Dios parece estar hablando todo el tiempo a toda clase de personas, parte de la Palabra escrita. Ésta es una exageración clara, aunque hay seguramente cierta verdad para ser encontrada. Hagamos algunas observaciones. Primero, Dios habló aparte de la Palabra escrito ocasionalmente. Cuando leemos la Biblia algunas veces se nos olvida que lo que leemos en cuestión de minutos pueden cubrir vastos períodos de tiempo originalmente. Abraham, por ejemplo, definitivamente escuchó la voz de Dios a veces. Dios le habló en Génesis 15 y de nuevo en Génesis 17. Pero hubo al menos un intervalo de 14 años entre las dos expresiones de Dios y posiblemente 20 años o más (compare 16:16 con 17:1). Nos parece que Dios hablaba con Abraham todo el tiempo pero la realidad es que muchos años pasaron sin comunicación de parte de Dios – aun para Abraham el amigo de Dios y el padre de la raza judía. Esto conduce a la siguiente observación: Cuando Dios habló fue casi siempre a los profetas y a los personajes claves en la historia bíblica, no para el hombre ó mujer común. Pudo haber habido algunas excepciones para esto, pero si es así, fue raro. Aún, muchos hoy hacen como que Dios habla a todo el mundo todo el tiempo, y tratan de sostener esta perspectiva a través de los relatos bíblicos. Pero las Escrituras simplemente no apoyan esta idea. 

Hay una tercera observación que creo hace a menudo falta y es de gran importancia para este debate. Cuando Dios habló en la Escritura, ya sea directamente o a través de Sus profetas, él hizo eso con palabras audibles. Usted irá en vano en busca de alguna voz interna de Dios hablándole al corazón de Su pueblo. Ni encontrará usted a Dios comunicándose a través de pensamientos o corazonadas. Nadie dijo: “siento al Señor conduciéndome a hacer tal y tal cosa”. Nadie dijo: “tengo la paz de Dios en esta decisión”.  En otras palabras, el pueblo de Dios ha creado medios de comunicación de Dios no se encuentran en la Biblia. Dios nunca habló en esta manera en la Escritura, pero nosotros ahora debemos creer que ésta es la norma hoy. En un capítulo por demás excelente sobre este mismo tema, R. Fowler White, quien toma una perspectiva cesacionista (con el cierre del canon de las Escrituras, Dios ya no da revelación para esta época) abre la puerta para esta forma de comunicación escribiendo: “Dios guía y dirige a Su pueblo por Su Espíritu en la aplicación de Su Palabra escrita a través de impulsos, impresiones, percepciones y cosas por el estilo”.[14] El teólogo de la Viña Jack Deere, en uno de sus pocos aciertos, ve claramente la debilidad en la declaración de White:

Primero, que él no ofrece un solo texto de la Escritura para apoyar su aseveración de que la dirección práctica de Dios es cuidadosamente distinguida de la obra de revelación del Espíritu… White simplemente afirma una distinción que no sólo no puede ser apoyada por la Escritura, sino que de hecho, contradice la Biblia…[Segundo], ¿cómo sabe White que Dios guía a través de impulsos, impresiones, percepciones, y cosas por el estilo?  Él no puede usar la Biblia para probar esta aseveración… ¡White nos pide a nosotros que creamos en una forma de guía que aun no puede ser encontrada en la Biblia!15

Deere está en lo correcto. Muchos nos dicen que Dios habla en un tercera manera hoy, una manera nunca encontrada, descrita o sugerida en la Biblia: Dios habla hoy pero Su Palabra no es autoritaria, y lo que pensamos que oímos puede ser evaluada y examinada y aun descartada. No estamos incluso seguros si cuando él habla lo sea El. Y aquellos que sienten que de verdad escuchan a Dios todavía creen que la revelación puede en parte estar en un error.

Permanece un misterio para mí por qué las personas son atraídas por esta perspectiva de la Palabra de Dios. Sin duda alguna no es una mejora sobre: “así dice el Señor”. Seguramente la incertidumbre de este sistema decrece en importancia en contraste con la certeza de las Escrituras (2 Pedro 1:19-21).

Traducción: Armando Valdez

[1] Alistair Begg, What Angels Wish They Knew (Chicago: Moody Press, 1998), p. 13.

[2] Henry Blackaby, Experiencing God: How to Live the Full Adventure of Knowing and doing the Will of God (Tennessee: Broadman and Holman Publisher, 1994), p. 88.

[3] D. A. Carson, The Gagging of God (Grand Rapids: Zondervan, 1996), p. 506.

[4] Donald S. Whitney, “Unity of Doctrine and Devotion,” in The Compromised Church, ed. John H. Armstrong (Wheaton, IL.: Crossway Books, 1998), p. 246.

[5] D. Martyn Lloyd-Jones, Fellowship with God (Wheaton, IL: Crossway Books, 1993), p. 95.

[6] Sinclair B. Ferguson, “The Evangelical Ministry: the Puritan Contribution,” in The Compromised Church, ed. John H. Armstrong (Wheaton, IL.: Crossway Books, 1998), p. 272.

[7] Udo W. Middelmann, The Market Driven Church ( Wheaton, IL: Crossway Books, 2004), p. 61.

[8] Elaine Pagels, The Gnostic Gospels (New York: Vintage Books, 1981), pp. 49, 139-142, 163-166).

[9] Jack Deere, “Vineyard Position Paper #2,”  p. 15.

[10] Wayne Grudem, The Gift of Prophecy in the New Testament and Today (Wheaton, IL.: Crossway Books, 1988), pp. 120-121.

[11] Ibid., p. 110.

[12] David Wells, God in the Wasteland (Grand Rapids: William B. Eerdmans, 1994), p. 109.

[13] John H. Armstrong, ed., The Compromised Church, “The Evangelical Ministry: a Tragic Loss,” (Wheaton, IL.: Crossway Books, 1998), p. 272.

[14] R. Fowler White, “Does God Speak Today Apart from the Bible?” in The Coming Evangelical Crisis, ed.  John H. Armstrong (Wheaton, IL.: Crossway Books, 1996), p. 79.

[15] Jack Deere, Surprised by the Voice of God (Grand Rapids: Zondervan, 1996), pp. 283-384.

La Suficiencia de la Escritura – Parte 1

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La Suficiencia de la Escritura – Parte 1

Gary E. Gilley

(Agosto de 1995 – Volumen 1, Numero 10)

La infalibilidad es la creencia de que las Escrituras no contienen errores en el original. La infalibilidad garantiza la exactitud de los mensajes registrados contenidos en la Palabra.

Las Escrituras hoy están bajo ataque. Por supuesto, esto no es nada nuevo; podemos rastrear tales ataques hasta el Jardín del Edén. Lo que es nuevo en los círculos evangélicos es el paquete. Echemos un vistazo atrás a la historia reciente de la iglesia.

En los 1920 y 1930 las diferencias entre iglesias conservadoras y liberales encabezaron los Estados Unidos. Luego de esta controversia vinieron nuevas denominaciones, comunidades, escuelas, misiones, etc., que se separaron de aquellos que ya no creían en el cristianismo Bíblico. Estas organizaciones estaban fundadas por creyentes que querían mantenerse firmes y “contender ardientemente por la fe” (Judas 3). Uno de los grandes problemas en aquel entonces (al igual que hoy), es el desarrollar consensos en relación a lo  que es esencial en la fe. Es decir, ¿qué verdades doctrinales están más allá de la negociación? ¿Qué es lo que deben creer todos los cristianos que dicen ser ortodoxos, e inversamente qué es lo que puede dejarse a las convicciones individuales? En otras palabras, ¿qué es lo no negociable en la fe? Una serie de volúmenes, publicados originalmente en 1909, conocida como Los Fundamentos para Hoy (Fundamentals for Today) fue un intento de contestar estas preguntas. Escrito por algunos de los estudiosos conservadores más distinguidos y líderes de la iglesia del día, Los Fundamentos se ocuparon de las doctrinas de la Cristología y la Soteriología, pero casi la tercera parte de los ensayos se referían a la fiabilidad de la Escritura. Lo que emergió de esto fue lo que se vino a conocer como el movimiento fundamentalista. Un fundamentalista era uno que se apegaba a los fundamentos de la fe, primordialmente descritos en Los Fundamentos. Uno de aquellos fundamentos fue la creencia en una Biblia infalible e inerrante. Al pasar el tiempo aquellos conocidos como evangélicos se separaron completamente del fundamentalismo. Los evangélicos todavía se mantenían en los fundamentos de la fe, pero creían que había más lugar para negociar y trabajar con aquellos que negaban algo de lo esencial. Por supuesto, hoy hay muchos subgrupos bajo estos títulos, pero ese no es nuestro tema. Nuestro punto es que por definición, todo los fundamentalistas y evangélicos supuestamente se apegan a la creencia de que la Biblia es la misma Palabra de Dios, sin error en el original, y está en lo correcto en todo lo que afirma.

Sin embargo, mientras el campo fundamentalista ha continuado firmemente sosteniendo esta posición, ha habido cierta evidencia de debilitamiento en el lado evangélico. Por ejemplo, en 1976 Harold Lindsell, antiguo editor de Christianity Today y típico evangélico, escribió un libro llamado La Batalla por la Biblia. En este libro, él documentó la concesión que estaba teniendo lugar con respecto a la infalibilidad e inerrancia Bíblica en organizaciones evangélicas tales como el Seminario Fuller, la Convención Bautista del Sur, y la Iglesia Luterana –Sínodo Missouri. El libro no tuvo una buena acogida. Por ello, él continúo con La Biblia en la Balanza en un intento por mostrar el peligro que el mundo evangélico estaba enfrentando por su erosionada perspectiva de la Escritura. Él escribió, “hoy un número creciente de evangélicos no tienen el deseo de hacer a la inerrancia una prueba para la comunión” (p303). Su lamento a todo lo largo del libro es que el evangelicalismo estaba lentamente perdiendo su convicción de una Biblia inerrante. Sin embargo, él también creía que los fundamentalistas se mantenían firmes en las Escrituras. Pocos prestaron atención a las advertencias de Lindsell, y como consecuencia fue cada vez más difícil definir a un evangélico. Recientemente, en un esfuerzo inútil de definir el término, una publicación no admitio que un evangélico de hoy es alguien que dice serlo. Ya no hay más definiciones. Lindsell sugirió en 1979 que todos los cristianos que tienen el deseo de mantener una perspectiva ortodoxa de las Escrituras pueden querer regresar al término “fundamentalista” aun con todas sus connotaciones negativas (Ibid P320). Con esto felizmente estamos de acuerdo, si por el término queremos decir uno que sostiene lo esencial de la fe incluyendo una Biblia inerrante e infalible.

Sin embargo, nosotros que aceptamos la etiqueta fundamentalista tenemos nuestros problemas con relación a las Escrituras igualmente. Mientras firmemente sostenemos la infalibilidad e inerrancia, tristemente hemos transigido en la suficiencia. Por la suficiencia de la Escritura, queremos decir que la Biblia es adecuada para guiarnos a toda verdad relacionada con la vida y la santidad. Basados en pasajes tales como 2 Ped. 1:3; 2 Tim 3:15-4:2 y el Salmo 19 creemos que las Escrituras solas (a través del poder del Espíritu Santo) son capaces de enseñarnos cómo vivir la vida, cómo madurar en la santidad, cómo manejar los problemas y cómo conocer la verdad. La Biblia no necesita ayuda de la sabiduría y las experiencias de los hombres. Aún así, la inmensa mayoría tanto de evangélicos como fundamentalistas creen que las Escrituras son ya inadecuadas e incompletas en comunicar lo que el cristiano necesita saber para tratar con los asuntos de la vida. De esta forma creen que es necesario algo adicional a las Escrituras.

Una vez más, no hay nada nuevo acerca del pueblo de Dios creyendo que la Biblia es insuficiente para enfrentar sus necesidades. Col 2 describe una iglesia durante la era del NT que sintió que fue necesario añadirle varias cosas a las Escrituras para crecer hacia la madurez. La iglesia en Colosas aparentemente había caído bajo la influencia de las etapas iniciales del gnosticismo. El gnosticismo enseña que ciertos cristianos están al tanto de una fuente mística de conocimiento más allá de las Escrituras. Si uno quería avanzar hacia la madurez, según los gnósticos, tenía que contactarse con aquella fuente de conocimiento extra Bíblico a través de los métodos que enseñaban. Los colosenses, bajo esta influencia, estaban dejando atrás su instrucción inicial con respecto a la vida cristiana (v. 1-7) y estaban siendo engañados para añadir al menos cinco cosas a la Palabra de Dios:

LA FILOSOFÍA:

Colosenses 2:8-15 advierte del peligro de ser tomado cautivo a través de la filosofía y el engaño vano. “Filosofía” quiere decir “amor a la sabiduría” y el libro de Proverbios nos dice que el amor a la sabiduría es una búsqueda digna (Prov 4:6). Entonces, Dios no está en contra del amor a la sabiduría; Él está en contra del tipo de sabiduría errónea. Pablo advierte de una seudo-sabiduría que se identifica por tres características: 1) es de acuerdo a las tradiciones de los hombres. Es decir, ésta es una sabiduría que proviene de la mente de los hombres y no de la mente de Dios. 2) es de acuerdo a los principios elementales del mundo. Ésta es probablemente una referencia al intento de ganar sabiduría esotérica a través de un medio místico, algo que los gnósticos amaron (vea v.18). 3) No es de acuerdo a Cristo. La sabiduría verdadera es encontrada en Cristo, “en quién están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento” (v.3). Los Colosenses iban en busca de sabiduría en el lugar equivocado. Lo que estaban buscando lo encontrarían en Cristo, a través de la Palabra, no en las filosofías de los hombres. La iglesia de lo 1990 una vez más ha caído al pozo de la filosofía humana para descubrir cómo vivir la vida. Esto es más obvio en el intento por integrar la psicología humanística con las Escrituras. La así llamada psicología cristiana es la perspectiva de que la Biblia no es adecuada para satisfacer las necesidades personales y emocionales más profundas de las personas. La Biblia es suficiente para las preocupaciones espirituales y dificultades menores, pero las personas que tienen verdaderos problemas necesitan la ayuda de la psicología. Nos ocuparemos a fondo de este asunto en el futuro.

El LEGALISMO:

Todo el mundo piensa que sabe lo que es el legalismo, y nadie, incluyendo los fariseos, piensa que es legalista. Col. 2:16-17 describe el legalismo como especializarse en los menores. Es vivir de las sombras en lugar de la sustancia. Es la creencia de que el guardar ciertas reglas y rituales puede ganar el favor de Dios. Estas reglas y estos rituales casi siempre son cosas que no emergen directamente de la Palabra. Por consiguiente, el peligro recae en el hecho de que le hemos añadido nuestras ideas a las de Dios para madurar en la santidad. Nosotros, en esencia, declaramos que la Palabra de Dios es insuficiente para instruirnos sobre como vivir la vida; por lo tanto le debemos echar una mano.

El ASCETISMO:

El ascetismo se basa en un malentendido acerca de nuestros cuerpos humanos. Es la idea de que Dios quedará impresionado y nos haremos más santos si privamos nuestros cuerpos humanos de aun aquellas cosas que son buenas. La falla principal, como Pablo dice, es que es una “religión lograda por esfuerzo propio,” y así una vez más es una adición a la revelación de Dios (Col 2:20-23).

El PRAGMATISMO:

El pragmatismo no es específicamente mencionado en Col 2, pero no obstante impregna el pasaje entero. El pragmatismo es el error de determinar la verdad por lo que parece surtir efecto. Si algún método, o concepto parece ser exitoso, si las personas se sienten mejor, si responden al evangelio o van a la iglesia más a menudo, entonces debe ser de Dios. En lugar de que la Palabra de Dios determine cómo vivimos y lo que hacemos, el pragmatismo interviene y domina. Quizá, esto es más evidente en el movimiento de igle-crecimiento de hoy. Como John MacArthur dice, “los asistentes de la Iglesia son vistos como consumidores a los que tienen que vender algo que les agrade. Los pastores deben predicar lo que quieren las personas escuchar en vez de lo que Dios quiere que sea proclamado” (Nuestra Suficiencia en Cristo). Muchas más iglesias y líderes de iglesia están más preocupados acerca de qué es lo que funciona en vez de que es lo Bíblico.

El MISTICISMO:

La adición final a la Palabra de Dios es una acerca de la cual nos gustaría pasar más tiempo intercambiando opiniones. Pablo describe el misticismo/experiencia en Col 2:18,19. Los gnósticos enseñaron que ciertas elites habían recibido el don de inspiración directa a través del Espíritu Santo. Estos momentos de inspiración dieron lugar a las visiones, sueños, y encuentros con ángeles (vea Gnostic Gospels Pp49, 139-142, 163-166). Esto dividió la iglesia en dos clases, los ricos y los pobres (lo verdaderamente espirituales y lo no espirituales). Los paralelos con el movimiento moderno Carismático de nuestros días son difíciles de perder. Desde los 1960′s, la iglesia ha estado dividida en dos campos: Aquellos que poseen dones sobrenaturales y reciben revelación especial de Dios y aquellos que no los tienen. Mientras que hay numerosos errores en el movimiento Carismático, el corazón de sus problemas es encontrado directamente en estas palabras: Basan su teología en las experiencias en vez del fundamento de Jesucristo que es encontrado en Su Palabra. El resultado final es que tales personas son “defraudadas”. Pasan por alto la verdadera vida Bíblica debido a sus creencias. Desafortunadamente, la influencia del movimiento Carismático ha infiltrado a muchos que negarían cualquier participación en ese sistema. En nuestra siguiente carta, queremos documentar cómo la perspectiva de las Escrituras del movimiento Carismático sutilmente ha cambiado la perspectiva de la revelación de Dios de muchos evangélicos y fundamentalistas.

¿Atar y Desatar Qué?

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¿Atando Y desatando Qué?

Mateo 18:18

Por Pablo Santomauro

Hoy en día es muy común el escuchar en las iglesias a cristianos «atar y desatar» enfermedades, pobreza, demonios y hasta al diablo mismo. Para apoyar esta práctica se usan pasajes como el siguiente: «De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo» (Mat. 18:18). Esta declaración del Señor fue dada en el contexto de disciplina dentro de la iglesia primitiva. Las palabras «atar» y «desatar» eran populares entre los rabinos de la época y equivalían a «prohibir» y «permitir»; en Mateo 18 equivalen a «disciplinar» y «restaurar». Aquel miembro de la iglesia que persiste en pecar debe ser separado (atado) de la congregación (1 Cor. 5:5), para luego en amor ser conducido al arrepentimiento y por consiguiente ser restaurado (desatado) Gálatas 6:1. Como vemos, los demonios, las enfermedades y la pobreza son totalmente ajenos al contexto.

Otro pasaje que se usa es Mateo 12:29, donde Jesús dice: «Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa». Esta declaración de Cristo es parte de una ilustración usada para refutar la acusación de los fariseos de que él expulsaba demonios en alianza con Satanás. Jesús expresa en contexto que él es más poderoso que Satán, y establece que sus exorcismos son hechos en el poder de Dios. Sería equivocado concluir de este pasaje que Cristo estaba estableciendo un patrón universal para ser seguido por los creyentes.

Alentamos a los cristianos a que se aparten del malentendido tan serio de Mateo 18:18 y 12:29 por las siguientes razones:

1. No es bíblico. La Escritura no enseña que «atar y desatar» es el método para combatir al diablo y sus huestes, sino a través de la oración, la lectura de la Palabra y una vida de obediencia.

2. El enfoque erróneo del cristiano es centrarse en los demonios en vez de Jesucristo; esto reduce la eficacia del creyente en el trabajo del Reino.

3. En el terreno práctico no da resultados, como la experiencia lo indica. Alguien dijo una vez: «Si en realidad ataron al diablo, debe haber sido con una cadena muy larga».

4. En cuanto a «desatar» pobreza o enfermedad, la Biblia trae principios que pueden gravitar en nuestro bienestar físico y material, pero en última instancia es la soberanía de Dios la que determina nuestra condición. Nosotros no controlamos esos aspectos. La Escritura enseña que es Dios el que controla y limita los movimientos del diablo y sus huestes; también es él quien guarda a los creyentes del mal (Job 1:12; 2:6; Luc. 22:31,32; 2 Tes. 3:3; 1 Jn. 5:18).

Ciertamente llegará el tiempo en que Jesús mismo «atará» al diablo por 1000 años (Ap. 20:1-3); luego del milenio Satanás y sus huestes serán lanzados en el lago de fuego (Ap. 20:10). Jesucristo no necesita la asistencia del ser humano en esta área (o ninguna otra). Entre tanto, el antídoto para combatir al diablo no es «atándolo» sino resistiéndolo firmes en la fe (1 Ped. 5:9). Santiago lo expresa claramente: «Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros» (Stg. 4:7).

(15 de febrero, 1997)