Día: 13 agosto 2012
La Santidad de Dios y la Existencia del Infierno
La Santidad de Dios y la Existencia del Infierno
Por Tim Challies
Uno de los grandes interrogantes que enfrenta la iglesia de hoy se refiere a la existencia y la naturaleza del infierno. El infierno está bajo ataque desde el exterior de la iglesia visible y desde el interior. La pregunta que cada uno de nosotros debemos responder es la siguiente: ¿Existe el infierno? ¿Es, como los cristianos han afirmado por mucho tiempo, un lugar de castigo eterno, consciente, un lugar real donde gente real irá en tiempo real y enfrentarse a la ira real de un Dios real?
Esa pregunta puede ser un poco engañosa. Preguntar si existe el infierno no es realmente una pregunta sobre un lugar, al igual que cuando se pregunta, ‘¿La ciudad de Filadelfia, existen en realidad?” O “¿Hubo realmente una ciudad llamada Jericó?” No es una cuestión de geografía mundial, sino del carácter divino. La pregunta del infierno es, ante todo, una pregunta sobre el carácter de Dios. Aquí está la cosa: Si hay un infierno, sabemos que no puede existir fuera del conocimiento y la voluntad de Dios. Si Dios es quien dice ser, si de verdad todo lo sabe y es todo poderoso, entonces la gente no puede estar fuera de su decreto. Y por lo que cualquier duda sobre la existencia del infierno es en realidad una cuestión acerca de Dios mismo.
Cuide de Su Corazón
Cuide de Su Corazón
Por John MacArthur
Una buena limpieza, un trabajo de pintura, y algo de jardinería pueden hacer una gran diferencia en la apariencia exterior de su casa. Pero si la casa está en mal estado en el interior —si está plagada de parásitos y llena de basura y suciedad— todo el trabajo en el exterior se echa a perder.
Los mismos principios son válidos para su vida espiritual. Es relativamente fácil confesar y abandonar obras de pecado, pecados de omisión, y pecado no intencional. Pero los pecados de nuestra vida mental son pecados que pintan el alma, pecados que dañan el carácter. Debido a que trabajan de manera tan directa en contra de la conciencia y voluntad, tratar con ellos honestamente y profundamente es uno de los aspectos más difíciles de la mortificación de nuestro pecado. Si alguna vez queremos ver progresos reales en la santificación, no obstante, ésta es un área donde debemos atacar y destruir nuestros hábitos pecaminosos con venganza.