Salvados Pero Aún No Perfectos

Posted on

ESJ_BLG_20230421_01 - 1Salvados Pero Aún No Perfectos

POR JOHN F. MACARTHUR

Este Salmo 38 está lleno de los sentimientos de una conciencia culpable:

Jehová, no me reprendas en tu furor,

Ni me castigues en tu ira.

2 Porque tus saetas cayeron sobre mí,

Y sobre mí ha descendido tu mano.

3 Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira;

Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado.

4 Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza;

Como carga pesada se han agravado sobre mí.

5 Hieden y supuran mis llagas,

A causa de mi locura.

6 Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera,

Ando enlutado todo el día.

7 Porque mis lomos están llenos de ardor,

Y nada hay sano en mi carne.

8 Estoy debilitado y molido en gran manera;

Gimo a causa de la conmoción de mi corazón. (Salmo 38:2-8)

Todo un contraste con lo que dijo el apóstol Pablo en 2 Corintios 1:12. Pablo, muy al otro extremo del espectro del salmista, dice: “Porque nuestra satisfacción es esta: el testimonio de nuestra conciencia que en la santidad y en la sinceridad que viene de Dios, no en sabiduría carnal sino en la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo y especialmente hacia vosotros.” Pablo gozaba de una conciencia tranquila; el salmista sentía la agonía de una conciencia acusadora.

La conciencia produce culpa, ansiedad, miedo, duda, enfermedad física, dolor y otras experiencias deprimentes cuando se viola la más alta norma conocida de conducta moral. La conciencia es dada para advertirnos sobre lo que devasta el alma. El Apóstol Pablo vivía una vida santa, y por lo tanto tenía una conciencia clara y no acusadora. No era perfecto, pero salía victorioso del pecado en su vida.

Ningún cristiano puede afirmar honestamente que cuando se hizo cristiano el pecado se borró. No es así. Aunque seamos salvos, seguimos pecando; y lo que es peor, seguimos obteniendo placer de nuestro pecado. Todavía luchamos con hábitos pecaminosos, no sólo con actos pecaminosos aislados. A veces caemos en pecados vergonzosos y escandalosos. Nuestros pensamientos y nuestras palabras no siempre son lo que deberían ser. Nuestras mentes y nuestros afectos a menudo se fijan en cosas que pasarán. Nuestros corazones a menudo se enfrían ante las cosas santas y evangelizadoras.

Podríamos preguntarnos, ¿por qué es así? Si volvemos a Romanos 6, podríamos concluir que todo debería ser diferente. El versículo 14 dice: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.” El versículo 17 dice: “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, os hicisteis obedientes de corazón a aquella forma de enseñanza a la que fuisteis entregados.” Si efectivamente el pecado no tiene dominio sobre nosotros y ya no somos sus esclavos, ¿por qué no podemos vivir una vida pura y disfrutar de una conciencia tranquila? ¿Por qué continúa esta batalla?

La respuesta es: Todavía queda pecado dentro de nosotros. Hemos sido salvados de la pena del pecado, que Cristo mismo asumió al morir en la cruz. El poderoso dominio del pecado sobre nosotros se ha roto, y no tenemos que obedecerlo. La presencia del pecado ya no está con nosotros en todo momento y de todas las maneras. Y algún día seremos salvados completamente de su presencia. Pero aunque hemos sido salvados, y redimidos, y perdonados, todavía queda pecado dentro de nosotros. Las Escrituras, sin embargo, nos dan la esperanza de que podemos luchar y disfrutar de la victoria sobre este pecado – algo que será el tema de esta serie.

Este post está basado en un sermón que el Dr. MacArthur predicó en 1993, titulado “Haciendo pedazos a Agag.”

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s