Pulpit Magazine

Porqué Amo a la Iglesia (Conclusión)

Posted on Actualizado enn

 

La Iglesia Es Una Expresión Terrenal del Cielo

Why I Love the Church (Conclusion)

Tomado de Pulpit Magazine

(Por John MacArthur)

clip_image001Aquí hay aún otra razón de las Sagradas Escrituras de por qué amo a la iglesia: Es como un cielo en la tierra. No quiero decir que la iglesia sea perfecta, o que ofrezca alguna clase de escape utópico de las realidades de un mundo pecaminoso. Pero quiero decir que la iglesia es el único lugar donde todo lo que ocurre en el cielo también ocurre en la tierra.

Cristo nos dio instrucciones para orar, “hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo” (Mat. 6:10). ¿Qué esfera es en donde esto pueda suceder? ¿En el Congreso de los Estados Unidos? Ni en sueños. ¿En la Corte Suprema? Probablemente no. ¿En la universidad? No. ¿El Ayuntamiento? No cuente con eso.

¿Dónde se lleva a cabo la voluntad de Dios en la tierra así como en el cielo? Sólo en un lugar, y eso es en la iglesia.

¿Qué sucede en el cielo? ¿Si todas las actividades del cielo fuesen conectadas a la tierra, qué actividades predominarían?

Ante todo, la adoración. En cada descripción bíblica donde los hombres de Dios tuvieron visiones del cielo, lo único que sobresale más es la adoración. La alabanza, la adoración, y la devoción son en todo tiempo constantemente ofrecidas a Dios en cielo. Lo vemos, por ejemplo, en Isaías 6:1-3, donde el profeta Isaías escribió:

“…vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos;(B) toda la tierra está llena de su gloria.”

Lo vemos en el Apocalipsis 4:8-11, donde el apóstol Juan escribió,

“Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos;(G) y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso,(H) el que era, el que es, y el que ha de venir. Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.”

En otras palabras, cada criatura en el cielo esta continuamente ocupada en la adoración.

La adoración es también una de las principales actividades de la iglesia. En 1 Corintios 14, donde Pablo describió lo que tuvo lugar en una reunión típica en la iglesia primitiva, escribió: “¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.” (v. 26). Allí él describe las actividades cuyo diseño es tanto para adorar a Dios como para edificar a los creyentes. Y si un incrédulo viniera a la reunión, ésta es la respuesta deseada: “lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros. » (v. 25).

Una segunda actividad del cielo es la exaltación de Cristo. Teniendo terminado Su obra terrenal, Cristo está ahora sentado en la diestra del Padre en la gloria en una exaltación pura (Hechos 5:31). Dios mismo ha exaltado a Su Hijo, y le ha dado un nombre que es sobre todo nombre (Fil. 2:9). Cristo es “exaltado por sobre los cielos» (Heb. 7:27). Y a lo largo de toda la eternidad estaremos ocupados exaltando Su nombre (cf. Apoc. 5:11-14). Entretanto, la iglesia es la única esfera en la tierra donde el nombre de Cristo es verdaderamente y genuinamente exaltado.

Una tercera actividad que tiene lugar en el cielo es la preservación de la pureza y la santidad. El cielo es un lugar sagrado. Apocalipsis 21:8 dice: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” quedan excluidos del cielo, y en lugar de esto son consignados al lago de fuego. Apocalipsis 22:14-15 acentúa la pureza perfecta de los habitantes de cielo: “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.” Nadie que no sea santo es admitido en el cielo (Heb. 12:14).

Asimismo, la iglesia en la tierra esta encargada de conservar la pureza dentro de sí. Mateo 18:15-20 diseña un proceso de disciplina por la cual la iglesia debe conservar por sí misma pura, si es necesario a través de la excomunión de miembros. No es necesario en este contexto describir el proceso completo de la disciplina, pero tome nota de la promesa hecha por Cristo en el verso 18: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.”

Atar y desatar eran expresiones rabínicas que hablaban de ocuparse de la culpabilidad de las personas. Se decía que una persona impenitente estaba atada a su pecado, y que una persona arrepentida estaba desatada. Aquí Cristo sugiere esto que cuando la iglesia en la tierra siga el método correcto para la disciplina, lleva a cabo intermediariamente el veredicto del cielo en la iglesia terrenal. El cielo está conforme con su decisión. Cuando la iglesia en la tierra excomulga a un miembro impenitente, los ancianos de esa iglesia simplemente declaran lo que ya ha dicho el cielo. La disciplina de la iglesia es por consiguiente una expresión terrenal de la santidad del cielo.

Otra actividad del cielo que ocurre en la iglesia es la comunión de los santos. Nuestra comunión en la iglesia en la tierra es una anticipación de la comunión perfecta que disfrutaremos en el cielo.

La iglesia, entonces, es como una expresión terrenal del cielo. Es lo más cercano que podemos llegar al cielo en la tierra.

Se habla mucho en estos días acerca de las iglesias del “consumidor-amigable”. Los expertos sobre crecimiento de la iglesia aconsejan a los líderes de la iglesia a intentar proveer una atmósfera en la cual las personas “sin iglesia” se puedan sentir a gusto y en casa. Eso me da la apariencia de ser un enfoque completamente erróneo de la iglesia. Las personas “sin iglesia” que vienen a nuestro compañerismo salen diciendo a sí mismo, ¡nunca he visto algo como esto en la tierra! Si se marchan pensando, ¡Ah, eso se sintió bien¡. Eso fue muy familiar – entonces algo está seriamente mal. La iglesia debería ser como una exhibición preliminar de cielo.

El apóstol Pablo escribió de “la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Tim. 3:15). Más que alguna otra institución en la tierra, la iglesia es donde la verdad de Dios es defendida. La iglesia es llamada para alzar la verdad y tenerla muy en alto. Utilizando la verdad como un arma, debemos hacer pedazos las fortalezas ideológicas de las mentiras de Satanás (2 Cor. 10:3-5). Y es en la búsqueda de esa meta que la iglesia finalmente logrará su máximo triunfo.

Por todo por esto es que amo a la iglesia. Y en tanto que el Señor me de aliento, espero invertir mi vida y mis energías en el ministerio y en el avance de la misión de la iglesia.

Traducido por Armando Valdez

Por Que Amo a la Iglesia (Parte 4)

Posted on Actualizado enn

Por Qué Amo A la Iglesia (Parte 4)

Why I Love the Church (Part 4)

(Por John MacArthur)

Tomado de Pulpit Magazine

La Iglesia Es la Realidad Más Preciosa en la Tierra

clip_image001 Hay una tercera razón bíblica de por que amo la iglesia: Es la cosa más preciosa en esta tierra – más preciosa que la plata, o el oro, o algún otro activo terrenal.

¿Qué tan preciosa es la iglesia? Demandó el precio más alto que alguna vez haya pagado por cualquier cosa. “Usted ha sido comprado por un precio” (1 Cor. 6:20). ¿Cuál precio? “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,” (1 Pedro, 1:18-19). En Hechos 20:28 se refiere a la iglesia que “él ganó por su propia sangre”.

La iglesia es tan preciosa que el Hijo de Dios estaba dispuesto a sufrir las agonías de la cruz y a morir en obediencia para con el Padre a fin de que este regalo eterno de amor pudiese hacerse una realidad. El apóstol Pablo le recordó a los corintios de esta gran realidad: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.” (2 Cor. 8:9). Ese verso no tiene nada que ver con las riquezas terrenales o cosas materiales. Cristo era rico como Dios es rico – rico en gloría (cf. Juan 17:5). Ni es una pobreza en el sentido de una pobreza terrenal. Cristo se deshizo de Su gloria. Él vino de una deidad sobrenatural soberana, para tomar sobre si mismo la forma de siervo – y finalmente para una muerte en la cruz en la cual toda la fuerza de la ira divina fue derramada en él (Col. 2:6-8).

Así pues, el valor precioso de la iglesia se ve aquí en el precio que se estaba pagando, cuando el que fue tan rico como Dios en la plenitud de gloria, se volvió tan pobre como alguien distanciado de de Dios (cf. Mat. 27:46).

Y, para regresar al punto de 2 Corintios 8:9, Cristo hizo esto para que pudiésemos hacernos ricos. Su muerte nos hizo herederos de Dios y co-herederos con Cristo (Rom. 8:17). En otras palabras, al ceder Sus riquezas divinas, Cristo hizo posible que la iglesia tomara parte de esas riquezas. Eso hace a la iglesia la cosa más preciosa en la tierra.

Traducido por Armando Valdez

Porque Amo a la Iglesia (Parte 3)

Posted on Actualizado enn

Por Qué Amo A la Iglesia (Parte 3)

Why I Love the Church (Part 3)

(Por John MacArthur)

Tomado de Pulpit Magazine

La Iglesia Es el Resultado de un Plan Eterno

clip_image001 En Tito 1:2, el apóstol Pablo escribe de la “la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos”. En este contexto, el apóstol Pablo describía su ministerio, un ministerio de evangelismo y salvación “conforme a la fe de los escogidos de Dios” – la iglesia (v. 1).

Y como Pablo describe su ministerio, él esboza el propósito redentor de Dios, de la elección (“los escogidos de Dios” v. 1), para la salvación (“el conocimiento de la verdad,” v. 1), para la santificación (“en la esperanza de la vida eterna,” v.1 («que es de acuerdo a la santidad,» v.1), para la gloria final. 2). Todo esto es obra de Dios (cf. Rom. 8:29-30), algo que él “prometió desde antes del principio de los siglos”.

En otras palabras, en la pasada eternidad, antes de que cualquier cosa fuese creada – antes de que el tiempo comenzase – Dios determinó comenzar y terminar Su plan redentor. Las personas estaban escogidas. Sus nombres estaban por escrito que podrían ser traídos a la fe, para la santidad, y para glorificarse. Dios «lo prometió» esto antes de que el tiempo comenzase.

¿A quién hizo Dios la promesa? Esto estaba antes del tiempo, y por consiguiente antes de la creación. Así que no existían aun las personas u otras criaturas entonces. ¿A quién, entonces, hizo Dios esta promesa?

Encontramos la respuesta en 2 Timoteo 1:9. Allí leemos que Dios “con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” . Ese verso finaliza con la misma frase que encontramos en Tito 1:2: “Antes del principio de los siglos”. Y aquí el apóstol dice que el eterno propósito de Dios – esta misma promesa que estaba hecho antes del comienzo de los tiempos – nos fue dado en Cristo Jesús». El compromiso eterno de nuestra salvación, el convenio divino de redención, implicó una promesa hecha por el Padre para el Hijo de Dios antes de que el tiempo comenzara.

Ésta es una realidad asombrosa. En el misterio de la Trinidad que vemos que hay un amor inefable y eterno entre los Miembros de la Trinidad. Jesús se refiere a esto en Su gran oración sacerdotal: “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.” (Juan 17:24).

Ese amor debe encontrar una expresión. El amor verdadero siempre busca formas de darse. Y en una comprobación de Su amor perfecto para con Su Hijo, el Padre hizo un compromiso para el Hijo de Dios. ¿Y cuál fue ese compromiso? Él le prometió al Hijo de Dios personas redimidas – justificados, santificados, y glorificados. Él prometió traer a los redimidos a la gloria, para que pudiesen morar en el mismo lugar donde el Padre y el Hijo han morado desde entonces antes de que el tiempo comenzara – el mismo reino de Dios. Y este cuerpo humano colectivo de los llamados – un pueblo para Su nombre (Hechos 15:14) de cada tribu, pueblo, lengua y nación. (Apoc. 13:7) – formarían un templo vivo para el Espíritu Santo (Efes. 2:21-22), convirtiéndose en el mismo lugar de la morada de Dios.

Esa es la promesa eterna que el Padre hizo para el Hijo de Dios. ¿Por qué? Como una expresión de Su amor. Lo redimidos de la humanidad, entonces, son un regalo de generación en generación.

Con esto en mente, considere las palabras de Jesús en Juan 6:37 “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.”. Eso, una vez más, afirma la invencibilidad absoluta de la iglesia. Cada individuo que sea redimido – a cada uno que se le el regalo de fe, el perdón, y la justificación delante de Dios por la gracia – es un el regalo de amor del Padre para el Hijo de Dios. Y no uno de ellos podrá en ser echado. ¿Aceptaría Cristo un regalo de amor de Su Padre?

Además, la importancia de la doctrina de elección emerge de todo esto. Los redimidos son escogidos y dados para el Hijo de Dios por el Padre como un regalo. Si es un creyente, no lo es porque usted es más listo que sus vecinos incrédulos. Usted no se vino a la fe a través de su ingeniosidad. Usted fue atraído a Cristo por el Padre Eterno (Juan 6:44, 65). Y cada individuo que venga a la fe está llevado por Dios y es recibido como una dádiva de amor del Padre para el Hijo de Dios, como parte de un pueblo redimido – la iglesia – ofrecidas al Hijo de Dios antes de que el tiempo comenzara.

El significado completo del propósito eterno de Dios se hace más claro en su estado actual revelado a nosotros en el libro de Apocalipsis. De allí tomamos un destello del cielo, y ¿qué es lo que usted supone que hace allí la iglesia triunfante? ¿Qué ocupación tienen los santos glorificados a todo lo largo de la eternidad? Adoran y glorifican al Cordero, alabándole y sirviéndole – y aun reinando con él (Apocalipsis. 22:3-5). El cuerpo humano colectivo es descrito como Su prometida, pura e inmaculada y vestida lino fino blanco (Apoc. 19:7-8). Morando con El eternamente donde no hay noche, ni lágrimas, ni ningún pesar, y ningún dolor (21:4). Y le glorifican y le sirven al Cordero por siempre. Esa es la plenitud del propósito de Dios; Esa es la razón por la que la iglesia es Su regalo hacia Su Hijo.

Ahora esta promesa eterna implicó una promesa recíproca del Hijo de Dios para el Padre. La redención no estaba al lado de ningún instrumento de trabajo del Padre a solas. Para lograr el plan divino, el Hijo de Dios tendría que entrar en el mundo como miembro de la raza humana y pagar las consecuencias por el pecado. Y el Hijo de Dios se sometió completamente a la voluntad del Padre. Eso es lo que quiso decir Jesús en Juan 6:38-39: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”

La redención del pecado no podría ser comprada por sacrificios animales o de alguna otra manera. Por eso el Hijo de Dios vino a la tierra para el propósito expreso de morir por el pecado. Su sacrificio en la cruz fue un acto de sumisión hacia la voluntad del Padre. En Hebreos 10:4-9 menciona este mismo punto:

…porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí. Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.

Así es que el Hijo de Dios se sometió a la voluntad del Padre, demostrando Su amor para con el Padre. Y el edificio de la iglesia es por consiguiente no sólo la expresión de amor del Padre para con el Hijo de Dios, sino que también la expresión del Hijo de Dios de amor para con el Padre.

Todo esto significa que la iglesia es algo tan monumental, tan vasta, tan trascendente, que nuestras mentes pobres apenas pueden comenzar a apreciar su significado en el plan eterno de Dios. Nuestra salvación como individuos es casi incidental. La meta verdadera del plan de Dios no es meramente para llevarnos al cielo. Sino el drama de nuestra salvación tiene un propósito aun más grandioso: Es una expresión de amor eterno dentro de la Trinidad. Somos sólo el regalo.

Hay una cosa más digna de notar más sobre el plan eterno del Padre acerca de la iglesia. Romanos 8:29 dice que a los que el Padre eligió para darle al Hijo de Dios él también los predestinó a ser conformados a la imagen del Hijo de Dios. No sólo que él los justificaría, los santificaría, los glorificaría, y los llevaría al cielo para que para siempre jamás y pudieran decir, «digno es el Cordero» – sino que El también determinó que se harían como el Hijo de Dios. Tanto como sea posible que parezca para una humanidad finita asemejarse a una deidad encarnada, seremos como Jesucristo. Esto es “a fin de que él sería el (prototokos) primogénito entre muchos hermanos» (Rom. 8:29). Prototokos se refiere no a alguien que nació primero en una cronología, sino el primero en el rango de una clase. En otras palabras, Cristo es lo supremo sobre una hermandad entera de personas que son como El.

Nuestra glorificación instantáneamente nos transformará en la semejanza de Cristo. Juan escribió, “pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2). Pablo le dice a los Gálatas, “hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Galatas. 4:19). Estamos siendo conformados a la imagen de Cristo. Y las buenas noticias son que esta meta será lograda. La iglesia emergerá de todas sus pruebas triunfante, gloriosa, inmaculadamente formadas con el fin de conocer a su novio.

¿Cómo no podemos gozarnos con esta perspectiva? ¿Cómo pueden ser apáticos los cristianos acerca de la iglesia?

Un nuevo cristiano exuberante se puso de pie para dar un testimonio en una reunión pública. Él había notado que la congregación, en su mayor parte de creyentes mayores, parecían haber perdido el gozo de su salvación. Él dijo simplemente, “Esta semana leeré el fin del libro, y ¿sabe qué? ¡Al final, ganamos!” Esa es una perspectiva bastante buena de la escatología. La iglesia finalmente es invencible. Los propósitos de Dios no pueden ser frustrados.

Hay una conclusión fascinante en todo esto. Pablo lo describe en 1 Corintios 15:24-28:

Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.

Describa la escena. Todos los enemigos de Cristo serán destruidos y derrotados. Todas las cosas serán colocadas en sometimiento para el Hijo de Dios. El Padre le ha dado a El el gran regalo de amor, la iglesia, para ser su prometida y para estar sometida a El. Cristo está en el trono. Todas las cosas le están ahora sujetas – excepto el Padre, quien puso todas las cosas bajo Su Hijo. “Entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos” (v. 28).

En otras palabras, cuando el Hijo de Dios lleve la iglesia a la gloria y el Padre se los de al Hijo de Dios como Su regalo eterno de amor, entonces el Hijo dará la vuelta y dará a El todo, incluyéndose El mismo, de nuevo al Padre.

Ésta es una mirada impactante de nuestro futuro. Éste es el plan de Dios para la iglesia. Somos un pueblo llamado para Su nombre, redimido, y conformado a la imagen de Su Hijo, hecho para ser una expresión inmensa, incomprensible, incomparable de amor entre las Personas de la Trinidad. La iglesia es un regalo que es intercambiado. Éste es el plan eterno de Dios para la iglesia. Debemos estar profundamente agradecidos, entusiasmados y emocionados de ser parte de ella.

Traducido por Armando Valdez

Porque Amo a la Iglesia (Parte 2)

Posted on Actualizado enn

La Iglesia Está Siendo Edificada por el Señor Mismo

Por John Macarthur

Why I Love the Church (Part 2)

Tomado de Pulpit Magazine

clip_image001 La iglesia es la contraparte de Nuevo Testamento del Templo del Antiguo Testamento. No estoy refiriéndome a un edificio de iglesia, sino al cuerpo humano de todos los verdaderos creyentes.

Es un edificio espiritual (1 Pedro 2:5), el lugar de residencia del Espíritu Santo (1 Cor. 3:16-17; 2 Cor. 6:16), el lugar donde la gloria de Dios es manifestada más claramente en la tierra, el núcleo correcto y el punto focal del culto de la vida espiritual y la adoración para la comunidad de los redimidos.

Dios mismo es el arquitecto y el constructor de este templo. En Efesios 2:19-22, Pablo escribe,

“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”

Es imposible exagerar la importancia de la iglesia en el plan eterno de Dios. La iglesia es Su edificio (1 Cor. 3:9). Además, él es el Señor inmutable, soberano, omnipotente del cielo. Su Palabra no puede regresar vacía sino que sino siempre cumplirá lo que El diga (Isa. 55:11). Él es siempre fiel y no se puede negar a sí mismo (2 Tim. 2:13). Su propósito soberano siempre se llevará a cabo, y Su voluntad finalmente se cumplirá (Isa. 46:10). Su plan es invencible e inconmovible, y llevará a cabo todo lo que él ha hablado (v. 11). Y él ha hablado de edificar la iglesia en las palabras más triunfantes.

Por ejemplo, en Mateo 16:18 Cristo dicho, “edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Él conoce por nombre a Sus ovejas (Juan 10:3) – El escribió sus nombres desde antes de la fundación de mundo. (Apoc. 13:8) – El personalmente garantiza que las puertas del Hades no prevalecerán en contra de la iglesia que El edifica.

«Las puertas del Hades» era una expresión del judío para la muerte. El Hades es el lugar de los muertos, y las puertas del Hades representan el portal en ese lugar – la muerte misma. El Hades es también el dominio del diablo. Hebreos 2:14 se refiere a Satanás como el mismo «que tuvo el poder de muerte,» y el verso 15 dice que utiliza ese poder para mantener a las personas en el miedo y en esclavitud todas sus vidas. Pero ahora Cristo ha quebrantado ese poder, y ha liberado a Su pueblo del dominio de Satanás – en esencia, El ha derribado las puertas del Hades. Y por consiguiente el poder de muerte – el arma más firme que Satanás esgrime – no puede impedir el triunfo final de la iglesia que El edifica.

Aun hay más significado para el simbolismo “las puertas de Hades”. Las puertas son las medidas preventivas más defensivas y vitales de una ciudad amurallada. Las palabras de Cristo por consiguiente ilustran a la iglesia combatiente, asaltando las mismas puertas del infierno, salvando victoriosamente a personas del poder de la muerte. De esta manera Cristo asegura el triunfo de la misión evangelística de la iglesia. Él edifica la iglesia, y la obra no será frustrada.

La promesa de Cristo en este pasaje no debería ser malinterpretada. Él no sugiere que cualquier iglesia en particular será infalible. Él no enseña que cualquier de los obispos de la iglesia será libre del error. Él no garantiza que esta o aquella iglesia individual no apostatará. Él no le promete éxito y prosperidad a cada congregación. Pero El garantiza que la iglesia – el cuerpo universal de creyentes bajo la dirección de Cristo – el esposo, el cuerpo y la plenitud de Aquel que lo llena todo –será un ser visible y un testimonio en este mundo en tanto que este mundo dure. Y todos los enemigos de la verdad juntos nunca conseguirán derrotar o destruir a la iglesia.

Note también que la iglesia es una obra en curso. Cristo aun edifica Su iglesia. Estamos aún siendo unidos (Efes. 2:21). La iglesia está todavía bajo construcción (v. 22). Dios aun no la tiene terminada. Las imperfecciones y las manchas en la iglesia visible están todavía siendo refinadas por el Maestro de Obras.

Y aquí hay algo notable: El plan para el producto terminado es una diseño que se trazó en la eternidad pasada.

Traducido por Armando Valdez

Porqué Amo a la Iglesia

Posted on Actualizado enn

Por Qué Amo A la Iglesia (Parte 1)

Why I Love the Church (Part 1)

Tomado de Pulpit Magazine

(Por John MacArthur)

Nota de la redacción: Corrimos esta serie de artículos aproximadamente hace un año en el Púlpito. Sin embargo, a consecuencia del artículo y el debate de ayer, parece apropiado que esta serie aparezca de nuevo. Esperamos que disfrute al recordarle estas grandes verdades.

clip_image001Un joven pensando en convertirse al Catolicismo Romano me escribió para explicarme por qué él pensaba en salirse del protestantismo:

“Los protestantes no parecen apreciar a la Iglesia. La Biblia describe a la Iglesia como una institución que Cristo fundó y amó. La Iglesia es todo para los católicos; y no es nada para la mayoría de mis amigos protestantes.”

De manera, en la publicación del 15 de julio de 1998 de Christianity Today (Cristiandad Hoy) incluyó un artículo por Timothy George, decano de Beeson Divinity School en Samford University: «Lo Que Me Gustaría Decirle al Papa Acerca de la Iglesia». El subtítulo del artículo: “Respondiendo a las principales críticas de los Católicos que tienen en contra de los evangélicos: Que no tenemos doctrina de la iglesia”. El Dr. George citado de un sermón por Dietrich Bonhoeffer, en el cual Bonhoeffer notó que la palabra iglesia “suena a los protestantes como una frase muy infinitamente común, más o menos indiferente y superflua, que no hace que su corazón lata mas fuerte; algo a lo cual muchas veces se le asocia con un sentido de aburrimiento”.

Seamos honestos: Hay también mucha verdad en esas críticas para descartarlos ligeramente. Los evangélicos son muy propensos a la indiferencia acerca de la iglesia. Algunos evangélicos viven al margen de la iglesia, asistiendo y observando sin que nunca realmente se conviertan en parte integral del cuerpo. Muchos que profesan fe en Cristo permanecen completamente apáticos acerca de la iglesia. Como el autor que Michael Griffiths notó:

“Una proporción alta de personas que “van a la iglesia” ha olvidado de que se trata todo. Todas las semanas asisten a los servicios en un edificio especial y experimentan su rutina particular, avalada por el tiempo, pero consideran poco el propósito de lo que están haciendo. La Biblia habla acerca de lo «la novia de Cristo» pero la iglesia hoy tiene la apariencia de una Cenicienta harapienta. Necesita reafirmar los elementos no negociables y esenciales que Dios diseñó para ser comprometida”. [God ‘s forgetful Pilgrims ( Grand Rapids : Eerdmans, 1978 )]

Él está en lo correcto. Peor aún, sé de personas de tiempo completo en el servicio cristiano, empleado por organizaciones evangélicas paraeclesiásticas, quienes no tienen ninguna intervención en absoluto con alguna iglesia local. Esto es para vergüenza del movimiento enteramente evangélico.

Por supuesto, el remedio para la apatía evangélica acerca de la iglesia no es un regreso a la eclesiología torcida y extrabíblica de la Iglesia Católica Romana. Los protestantes evangélicos deben acercarse a la eclesiología de la misma manera que la soteriología -desde la perspectiva de la Sagrada Escritura solamente. Desafortunadamente aun entre muchos protestantes, muchos de los conceptos populares acerca de la iglesia están cargados de tradiciones humanas, supersticiones, y otros remanentes de la Iglesia Católica medieval. La Sagrada Escritura a solas puede darnos una apreciación y entendimiento sano del verdadero papel y naturaleza de la iglesia.

Amo la iglesia. Soy amante empedernido e incurable de la iglesia. Me emociona más allá de toda expresión servir a la Iglesia. Aunque estoy también involucrado en algunos ministerios paraeclesiásticos, no intercambiaría mi ministerio en la iglesia para todos ellos juntos. La iglesia lleva el primer lugar en mis prioridades de ministerio, y todos los ministerios paraeclesiásticos a los que sirvo están subordinados, y crecen de mi ministerio en la iglesia.

De hecho, mi vida entera ha sido en la iglesia. Mi papá fue un pastor, como lo fueron mis abuelos por tres generaciones más antes de él. Así es que un amor profundo por la iglesia prácticamente corre en mi sangre.

En una serie breve de artículos próximos, voy a esbozar algunas razones bíblicas por las que amo a la iglesia.

Traducido por Armando Valdez

¿Pueden los Cristianos Ser Poseídos por Demonios?

Posted on Actualizado enn

¿Pueden Los Cristianos se Poseídos por Demonios?

Tomado de Pulpit Magazine
Can Christians Become Demon-Possessed?

Posted: 23 May 2008 01:47 AM CDT

clip_image001(Por John MacArthur)

Debemos recordar, primero que nada, que la Palabra de Dios es nuestra única fuente confiable de verdad acerca de Satanás y los demonios.

El erudito y teólogo de Princeton Dr. Charles Hodge correctamente advirtió:

Ninguna cantidad de aprendizaje, ni superioridad de talento, ni aun la pretensión a la inspiración, puede justificar un alejamiento de… las verdades enseñadas por hombres cuya inspiración Dios ha testificado. Todos los maestros deben ser llevados a este estándar; y aun si un ángel del cielo enseñare algo contrario a las Escrituras, este debe ser considerado anatema, Gal. 1:8. Es un asunto de gratitud constante que tengamos tal estándar mediante el cual probar a los espíritu si son o no de Dios (Comentario sobre la Epístola a los Romanos [Grand Rapids: Eerdmans, 1972], p. 395).

¿Que dice la Palabra de Dios, la piedra de toque de la verdad? ¿Pueden los demonios habitar o morar espacialmente en un verdadero creyente? ¿Pueden pasar a través de una puerta abierta y convertirse en un ocupante ilegal? Los proponentes de hoy del movimiento de guerra espiritual dicen que sí, pero ellos basan sus respuestas sobre experiencias subjetivas, y no de la Palabra de Dios. La Biblia deja en claro que tal afirmación no tiene base justificable.

No hay ningún ejemplo claro en la Biblia donde un demonio haya alguna vez habitado o invadido a un verdadero creyente. Nunca en las epístolas del Nuevo Testamento son advertidos a los creyentes acerca de la posibilidad de ser habitados por demonios. Ni vemos a ninguno reprendiendo, obligando, o echando demonios fuera de un verdadero creyente. Las epístolas nunca instruyen a los creyentes a echar fuera demonios, ya sea de un creyente o de un incrédulo. Cristo y los apóstoles fueron los único quienes echaron fuera demonios, y en cada ejemplo las personas posesionadas por demonios fueron incrédulos.

La enseñanza colectiva de la Escritura es que los demonios nunca pueden morar espacialmente dentro de un verdadero creyente. Una clara implicación de 2 Corintios 6, por ejemplo, es que el Espíritu Santo no puede cohabitar junto con demonios:

¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo” (vv. 15-16).

En Colosenses 1:13, Pablo dice que Dios “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”. La salvación nos lleva a una verdadera liberación y protección de Satanás. En Romanos 8:37, Pablo dice que conquistamos de forma aplastante a través de Cristo. En 1 Corintios 15:57, él dice que Dios nos lleva en victoria. En 2 Corintios 2:14, el dice que Dios siempre nos lleva en triunfo. En 1 Juan 2:13, Juan dice que hemos vencido al maligno. Y en 4:4, el dice que el Espíritu Santo que esta en nosotros es mas mayor que Satanás. ¿Cómo puede alguien afirmar estas verdades gloriosas, y aun cree que los demonios pueden morar dentro de un creyente genuino?

POSESION DEMONIACA Y LA VERDADERA CONVERSION

Muchas de las voces principales dentro del movimiento de guerra espiritual de hoy son muy rápidas en granizar cada profesión de fe en Cristo como prueba de la salvación. Esto refleja la creencia-fácil que ha barrido esta generación.

Una comprensión cuidadosa de la doctrina de la conversión deja en claro que los demonios no pueden habitar nunca o poseer a un creyente. Jonathan Edwards escribe acerca de la verdadera conversión:

La Escrituras describen la conversión en términos que implican o significan un cambio de naturaleza: nacer de nuevo, ser nuevas criaturas, levantándose de los muertos, ser renovados en el espíritu de la mente, morir al pecado y vivir para la justicia, dejar al antiguo hombre y vestir se del nuevo, ser participantes de la naturaleza divina, etc..

Continúa diciendo que si no hay un verdadero cambio duradero en las personas que creen que son convertidas, su religión es vana, no importa la experiencia que haya tenido. La conversión es un volverse de todo el hombre del pecado a Dios. Dios puede refrenar a gente inconversable pecado, claro, pero en la conversión el se vuelve de corazón y naturaleza del pecado a la santidad. La persona convertida se vuelve enemigo del pecado.

¿Qué, entonces hace que una persona que dice que ha experimentado la conversión, peor cuyas emociones religiosas pronto mueran, dejándolo en la misma persona que era antes? El parece tan egoísta, mundano, insensato, perverso y poco cristiano como nunca. Esto habla fuerte en contra de él que cualquier experiencia religiosa que pudiera hablar por el.

En Cristo Jesús, ni la circuncisión o la incircuncisión, ni una experiencia dramática ni reservada, ni un testimonio maravilloso o embotado cuenta para nada. La única cosa que cuenta es una nueva creación (The Experience That Counts! p. 99).

En Mateo 12, Cristo reprendió a aquellos quienes le seguían solo por presenciar grandes señales y prodigios:

Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación (vv. 43-45).

En lugar de responder con señales y prodigios espectaculares, Cristo señaló su necesidad de salvación. Muchas personas aparentan tener sus vidas en orden. Pero en realidad, no han confiado en Cristo como Salvador y Señor. Sus almas aun están “desocupadas” –esto es, el Espíritu Santo aun no mora en ellos. Aun están abiertos a una invasión demoníaca. Esto no puede ser cierto en aquellos cuyos cuerpos son templos del Espíritu Santo (cf. 2 Cor. 6:16)

De acuerdo a 1 Pedro 1:5, cuando Cristo reina en la vida personal, esa persona es guardada por el poder de Dios. Como resultado: “el maligno no lo toca” (1 Juan 5:18). Cuando el Espíritu Santo habita en una persona, ningún demonio puede establecer la casa como ocupante. El morar de los demonios es solo una evidencia de una falta de salvación genuina.

(Para más acerca de lo que La Biblia dice acerca de Satanás y los Demonios, ve el libro de John Macarthur Equipados Para la Batalla .

¿Conoce Satanás Nuestros Pensamientos?

Posted on Actualizado enn

Nuevo Artículo de Pulpit Magazine

¿Conoce Satanás Nuestros Pensamientos?

Does Satan know our thoughts?
Tomado de: www.sfpulpit.com

Posted: 23 May 2008 06:05 PM CDT

(Por John MacArthur)

Adaptado de Grace Church Q&A session.

¿Puede Satanás escuchar lo que dicen y conocen nuestros pensamientos? ¿Debemos evitar orar en voz alta debido a que Satanás nos puede escuchar?

No hay nada en la Biblia que indique que Satanás sea omnisciente. No hay versículos que digan que el conozca todo o que el pueda leer nuestros pensamientos. Pero el es experto en predecir la conducta humana debido a que la ha visto por mucho tiempo como opera. El puede anticipar lo que usted haga en una situación dada sin conocer sus pensamientos por causa de su conocimiento sobre la humanidad y porque el tiene una mente sobrenatural.

Pero en términos de ser omnisciente y de ser capaz de leer nuestros pensamientos (como Dios puede), la Biblia no da ningún apoyo a esa idea. Nunca nos dice que los ángeles son omniscientes. Y si un santo ángel no es omnisciente, tampoco lo es un ángel caído. Así que, Satanás no puede leer nuestros pensamientos, aún cuando él sea hábil en predecir la conducta humana por causa de que el la ha observado mucho.

Estuve platicando en una conferencia acerca de este problema. Las personas me hacían preguntas como: “¿Cómo trata usted con los demonios?” y “¿Necesitamos un exorcismo para deshacernos de los demonios?” Bueno, hay muchas personas hoy que dicen que sí. Una vez leí un libro sobre liberación en el cual el autor relata de un doctor quien supuestamente liberó de un demonio de sinusitis. Y en este enfoque, siempre que usted piense que tenga un demonio, hay una formula mágica que usted dice o un “implorar de la sangre” –cualquier cosa que la frase quiera decir, no es algo que provenga de la Escritura. La sangre ya ha sido implorada a su beneficio en aquel momento de su salvación y ella cuida de ello.

Hay personas que recomiendan practicas de sesión espiritistas y pequeñas formulas con una connotación cristiana, afirmando que pueden echar fuera demonios, etc. Pero cuando usted va a la Biblia, usted encuentra que el tratar con el diablo es realmente tan simple como ir a Efesios 6 y ponerse la armadura de Dios. Verá, en Efesios 6 dice: “No tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados y potestades”, ¿cierto? Estamos luchando en contra de demonios y contra Satanás.

Pero ¿Qué debemos hacer acerca de esto? El mejor lugar para averiguarlo es este mismo capítulo, ¿no es cierto? Note que no dice: “Vaya a exorcizar demonios con un exorcismo cristiano”. Ni tampoco dice: “Vaya y busque echar fuera demonios”. Dice: “Vestíos de toda la armadura de Dios”, y lo que realmente consiste esa armadora es la justicia. El corazón de ella es “la coraza de justicia”. La clave es entonces, el vivir en justicia, una vida llena del Espíritu y confiar en el poder soberano de Dios.

Así que, no hay nada en la Biblia que diga que Satanás pueda leer nuestros pensamientos. Ciertamente los demonios pueden escuchar lo que decimos. Ellos pueden entender lo que decimos. Y como lo mencioné antes, ellos son buenos en predecir las respuestas comunes del hombre debido a que ellos han estado en eso por mucho tiempo.

Pero ¿no se preocupe sobre eso! Una mujer me dijo una vez: “Nosotros susurramos”, debido que ella tenia miedo de que los demonios escucharan sus oraciones. Mi respuesta fue: “Bueno, ¡esa es una tontería!” Usted puede acudir tranquilamente ante el trono de la gracia. En el Antiguo Testamento, no dice: “Y David susurró al Señor”, dice: “Y David dijo al Señor” y el fue. Usted nunca escuchará en ningún momento al apóstol Pablo instruirnos acerca de la oración cuando dice: “No hable en voz alta”. Cuando el quería orar, el solo oraba y Satanás no lo molestaba cuando lo escuchaba porque el estaba viviendo en una manera en que Satanás no podía hacerle nada de todos modos. Ese es el punto.