Día: 15 julio 2013
3 Maneras de Poner en Su Lugar la Escolarización
3 Maneras de Poner en Su Lugar la Escolarización
Por Clint Archer
Si usted es como el padre típico cristiano que ama a sus hijos, es probable que tenga una opinión sobre si un niño debe (o puede) ser educado en casa, en una escuela cristiana privada, o en el sistema de escuelas públicas. La forma en que algunos defensores de las diversas opiniones expresan sus opiniones, uno podría pensar que te están ayudando a elegir si desea enviar a su hijo al cielo, el purgatorio o al infierno.
No veo el infierno de Dante como una alegoría para la selección de la escuela, pero me identifico con la gran responsabilidad que ejerce presión sobre los hombros de los padres como el Atlas. Y sé que voy a molestarle apasionadamente a usted que se aferra a cualquiera de las opciones anteriores. Tenemos tres hijos pequeños (y contando), y ya podemos decir que cada uno va a prosperar en diferentes entornos, y por la gracia de Dios probablemente podrían sobrevivir en cualquier ambiente educativo.
Comunion Ininterrumpida con Dios
Comunion Ininterrumpida con Dios
Por John MacArthur
Sin lugar a dudas, lo más maravilloso acerca del cielo –el deleite supremo del cielo– será una comunión ininterrumpida con Dios mismo.
A través de la salvación, tenemos comunión con todos los miembros de la Trinidad. Podemos hablar y estar en comunión con Yahvé. Somos adoptados como Sus hijos (Romanos 8:15). Oramos a Dios como nuestro amado Padre —Abba, en la terminología preferida de Pablo. Le ooímos hablarnos en Su Palabra. Se mueve providencialmente en nuestras vidas para revelarse. Disfrutamos verdadera comunión espiritual con el Dios eterno.
Pero esa comunión, sin embargo parece incompleta desde un punto de vista terrenal. Está envuelta. Como escribe Pablo: “Ahora vemos por espejo, oscuramente, pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, como he sido conocido” (1 Corintios 13:12). Está hablando de nuestra comunión con Dios. En el cielo será perfecta, sin obstáculos y despejada de cualquier pecado u oscuridad.