Filadelfia: Débil Pero Fiel

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ESJ_BLG_20230327 - 1Filadelfia: Débil Pero Fiel

Por John Macarthur

7 Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:

8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. (Apocalipsis 3:7-8)

No hay tal cosa como una iglesia perfecta, por la razón obvia de que no hay tal cosa como un cristiano perfecto. Una iglesia es una colección de cristianos imperfectos. Todos somos imperfectos. Todos estamos lejos de la norma absoluta de santidad que Dios ha establecido.

Pero dicho esto, es posible que una iglesia sea fiel, obediente y diligente, y que agrade al Señor como congregación. Ese es el caso de la iglesia en Filadelfia.

Esta iglesia recibe una carta del Señor Jesús. En esa carta no hay advertencias, ni condenas, ni amenazas, ni juicios. Esta carta está libre de toda crítica. Así que aquí en la sexta iglesia que recibe una carta en Asia Menor, encontramos una iglesia que es agradable y aceptable al Señor.

Jesús mira a esta iglesia en Filadelfia y no tiene nada que reprender, nada que condenar, y nada de que advertirles.

Eso es alentador, porque no eran una iglesia perfecta. No puede haber una iglesia perfecta. Pero ellos eran una iglesia verdadera y ellos eran una iglesia fiel. Consecuentemente, el Señor les abrió el reino y todas sus bendiciones.

¿Qué los caracterizaba? En primer lugar, El dice: “tienes poca fuerza.”

Es mejor entender esto como diciendo que ellos eran una iglesia pequeña. Su poder era pequeño porque eran pocos. No era un asunto de pecado lo que limitaba su poder. No era un asunto del Espíritu Santo lo que limitaba su poder. Tenían poder espiritual, pero evidentemente no eran muy grandes, y por eso su poder era pequeño. Esto sería consistente con lo que sabemos acerca de la promesa de Dios en el diseño de la iglesia.

En las Escrituras, aprendemos que el Señor escoge a unos pocos, y el Señor escoge a los pobres, a los humildes y a los no distinguidos. Tal es la materia a través de la cual fluye el poder. Un poco de poder, como un grano de mostaza, puede mover montañas.

El poder espiritual fluía en esa pequeña iglesia. Eran verdaderos adoradores y verdaderos amantes de Cristo. Estaban aferrados a la verdad, y estaban en obediencia a ella.

Y ese es el segundo elogio: » porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra.”

Ellos estaban atados a la Escritura. Ellos no se desviaron de un patrón de obediencia al Señor; ellos obedecieron. Esta es una marca de un verdadero creyente. 1 Juan básicamente dice, «Esta es la prueba ácida de un verdadero cristiano: Un verdadero cristiano obedece a su Señor».

Así que se caracterizaban por el poder y la obediencia. También se caracterizaban por la lealtad: «Y no han negado Mi nombre».

Esto indica que había persecución, y nosotros esperaríamos eso. El Señor les dijo que iban a ser odiados por el mundo. Esto va a ser la vida para un cristiano. Pero ellos habían guardado el mandamiento del Señor de soportar pacientemente, en Mateo 10 y 24. A través de las pruebas y la persecución, estos fieles se mantuvieron fieles a Dios.

A través de las pruebas y la persecución, estos fieles cristianos soportaron todo pacientemente y nunca vacilaron en su compromiso con Cristo. Esta es la verdadera iglesia. No perfecta, pero fiel. Y hay iglesias así hoy en día.

Filadelfia, debido a su fidelidad, recibió algunos privilegios asombrosos: “he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar.” En otras palabras, “Te estoy dando pleno acceso al reino, y nadie puede alterar eso. Te estoy dando una puerta abierta al reino.”

Esta puerta abierta también tiene connotaciones de oportunidad y alcance evangelístico. Una puerta abierta, por cierto, es una imagen paulina de la libertad y la proclamación del Evangelio. Pablo habla de ello en 1 Corintios 16, 2 Corintios 2 y 4 Colosenses.

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