Phil Johnson
Aclarando el Calvinismo – Parte 4
Aclarando el Calvinismo (Parte 4)
15 de enero, 2009
(Por Phil Johnson)
Parte IV: Una recomendación más, y una explicación de por qué este asunto es importante para mí.
Aquí hay una recomendación para su iPod: Si usted es alguien que es resistente al calvinismo, o que usted no siente completamente comprender mucho acerca de eso, y usted quiere una sola y simple visión general de la sustancia y la historia del calvinismo, le di un mensaje a nuestros estudiantes de universidad casi dos años atrás titulado “La Historia del calvinismo,” donde me esmeré en cubrir toda la base en un solo disparo. Está en el Internet con el resto de mis sermones, y usted puede descargarlo gratis. La dirección es swordandtrowel.org, busque el título “The Story of Calvinism”.
En ese mensaje, expliqué que no siempre he sido un calvinista. Crecí en una familia que habían sido metodistas Wesleyanos por generaciones – y aun después de que me convertí en un cristiano, pasaron varios años antes de que finalmente llegase al punto en donde podría afirmar la doctrina bíblica de la elección sin tratarla de explicar.
Una de las cosas que primero me pusieron a pensar seriamente acerca de la soberanía de Dios fue un incidente en una clase de escuela dominical de la universidad, en una Iglesia Bautista Sureña, en Durant, OK, donde tuve a un maestro de escuela dominical que odiaba el calvinismo con una pasión y no desperdiciaba ninguna oportunidad para argumentar en contra de la soberanía de Dios. Y su énfasis continuo en el tema me puso a pensar mucho acerca de eso.
Luego un domingo, mientras este tipo tomaba peticiones de oración, una chica en la clase levantó su mano y preguntó: “¿Deberíamos orar nosotros en realidad por nuestros parientes perdidos?” Pareciera que es un desperdicio de esfuerzo pedirle a Dios su salvación si El no puede hacer más de lo que El ya ha hecho para salvarlos”.
Lúcidamente recuerdo la apariencia en la cara de este maestro Dominical de la Escuela. Ésta fue claramente una pregunta que nunca se le había ocurrido. Así es que él pensó acerca de eso por un momento, y usted podría verle dándole vueltas a su cabeza cambiando de dirección mientras él intentaba pensar en una buena razón para orar por la salvación del perdido. Y finalmente, él dijo, “pues bien, bravo, creo que usted está en lo correcto.” Desde ese domingo en adelante, él nunca aceptó más peticiones de oración por los seres queridos perdidos de las personas.
Eso justamente no me pareció muy correcto para mí. Justamente había hecho un estudio de la Biblia sobre Romanos 10:1, donde Pablo dice: “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación.” Es más, comencé a preguntarme por qué deberíamos orar acerca de cualquier cosa en el área de las relaciones humanas si Dios nunca se entromete en la santidad del libre albedrío humano. Usted sabe: ¿Por qué debería orar para que Dios mueva a mi maestra de inglés a mirar con buenos ojos mi trabajo cuando ella califica mi trabajo si ella es finalmente soberana sobre su corazón? Esas fueron preguntas que no podría contestar, y yo en realidad luché contra preguntas como esas.
Pero entre más estudié la Biblia, más parecía desafiar mis ideas acerca del libre albedrío y la soberanía de Dios. Una por una durante un período de más de 10 años, las doctrinas de la elección, y la soberanía de Dios, y la depravación total de los pecadores se hicieron cada vez más evidentes para mí desde la Escritura.
Cada vez que uno de mis argumentos en contra de las doctrinas calvinistas se van de pique, y que yo abrace alguna doctrina que esta desesperadamente tratando de argumentar, nunca me siento como si experimentara algún cambio radical muy importante. Parecía más bien como si estuviera resolviendo un conflicto continuo en mi mente. Porque me mantuve descubriendo que las ideas principales subyacentes a las doctrinas de la gracia son verdades que siempre había afirmado: Dios es soberano, Cristo murió por mí, Dios me amó antes de que le amase, El me buscó y me llamó e inició mi reconciliación mientras aún era Su enemigo. Esas fueron verdades que creía aún cuando fui un Arminiano vulgar. Aceptar el Calvinismo fue natural – porque todo lo que estaba haciendo era librar mi mente de ideas equivocadas y de mis suposiciones defectuosas acerca del libre albedrío humano y otras nociones semejantes, las cuales no se enseñan en la Biblia – así que puedo afirmar de todo corazón lo que yo en realidad creí de cualquier manera: Que Dios es Dios, y El hace todo por Su buen placer, y nadie le puede hacer actuar de otra manera, y El está en control y a cargo no importa cuanto ruido traten de hacer los malhechores. Y no sólo El esta a cargo, El hace todas las cosas para mi bien y para Su gloria.
Aclarando el Calvinismo – Parte 3
Aclarando el Calvinismo (Parte 3)
15 de enero, 2009
(Por Phil Johnson)
Parte III: Algunas Recomendaciones de libros
Antes de que vayamos más allá en esta serie, permítame recomendar un puñado de libros. El primer libro que quiero recomendar es un libro nuevo por Roger Olson, quien él mismo es un Arminiano, y él ha escrito una defensa del Arminianismo que lleva por título Teología Arminiana: Mitos y Realidades. Usted podría sorprenderse de escucharme recomendar este libro porque publiqué una reseña del mismo en mi weblog hace algunos meses, y la reseña no fue enteramente positiva. La reseña estaba escrita por mi amigo Gary Johnson, quien es pastor de La Iglesia Del Redentor en Mesa, Arizona. El mentor de Gary, pro cierto, es S. Lewis Johnson. Y si bien somos tres Johnson, ninguno de nosotros somos parientes. (Aunque estaría encantado de estar relacionado ya sea con S. Lewis Johnson o con Gary Johnson.) De cualquier manera, la reseña de Gary fue en varias partes, y él la tituló “Calvinistas en las Manos de un Arminiano Airado”. Así que no fue una reseña completamente positiva, y estoy de acuerdo con prácticamente todos los reclamos de Gary acerca del libro.
Pero tengo que decir que el libro de Olson es el mejor libro sobre defensa del Arminianismo que he leído. Algunos lectores podrían ser conscientes de que no tenía una opinión muy elevada del anti-calvinista discurso largo y tendido de Dave Hunte. Cuando hice la reseña del libro de Hunt en el seminario de Shepherds’ Fellowshiphace unos años atrás, alguien me dijo que la única razón por la cual que odiaba el libro era porque soy un calvinista y Hunt me pisó mis dedos.
Y dije, “no, es simplemente un libro realmente malo, escrito por un tipo que no tiene idea de que está hablando”.
Mi amigo desafió: “Nombre un libro bien redactado, escrito después de 1950, ya sea defendiendo al Arminianismo o atacando al Calvinismo, escrito por alguien que conozca de lo que habla.”
Lo admito; estaba perplejo. Pero ahora Roger Olson me ha sacado de apuro. Si alguien alguna vez me hace esa pregunta otra vez, puedo señalar el libro de Olson. Es una buena defensa del Arminianismo, y aunque estoy en desacuerdo con virtualmente todas sus conclusiones, él sabe bastante de lo que habla, y explica las diferencias entre el arminianismo, el pelagianismo, y el semipelagianismo muy bien.
Si usted leyera ese libro, usted necesitará leer al menos tres o cuatro buenos libros calvinistas para obtener un buen sabor en su boca. Así es que recomendaré tres. Dos son obras estándar que rutinariamente recomiendo cada año. El primero es un programa de estudios enorme, escrito por Curt Daniel, llamado La Historia y la Teología del Calvinismo. Estos son notas que el Dr. Daniel escribió cuando él enseñó este material, y las cintas de su enseñanza se pueden descargar gratis en Internet. El Dr. Daniel está actualmente trabajando en el desarrollo de ese material en forma del libro, para ser publicado por P y R. Mi suposición es que usted tendrá que esperar de 2 a 3 años para esto, así es que compre el programa de estudios; descargue gratis los archivos mp3.
La otra obra estándar que usted debe tener es el libro por David Steele, Curtis Thomas, Lance Quinn, titulado a Los Cinco Puntos de calvinismo (también por P y R). Es una colección enciclopédica de referencias claves de la Escritura y algunos ensayos maravillosos explicando y defendiendo el calvinismo desde la Biblia.
Y luego uno de mis favoritos libros – difícil de encontrar por mucho tiempo pero recientemente publicado en una edición de calidad por Audobon Press, La Gran Invitación, por Erroll Hulse, subtitulado “examinando el uso del llamado al altar en el evangelismo”. El libro trata sobre la cuestión de los llamados al altar, como el subtítulo lo sugiere, pero su gran valor, creo, es que éste es un ejemplo clásico de un tipo de calvinismo clásico afectuoso y evangelístico que aprecio, y es un gran antídoto para el calvinismo feo del que hablé que le hablé y que encuentra en los foros de Internet. Erroll Hulse es un líder Bautista Reformado Británico grandemente respetado, y es uno de mis libros favoritos de todos los tiempos.
Aclarando el Calvinismo – Parte 2
Aclarando el Calvinismo (Parte 2)
14 de enero, 2009
(Por Phil Johnson)
Parte II: Spurgeon: “Calvinismo Es el Evangelio” hay, estos días, bastantes calvinistas nombrados por sí mismo que están en desacuerdo con mi valoración del Arminianismo e insisten que el Arminianismo conlleva una negativa absoluta de ciertas verdades indisputables fundamentales. Aquellos que desean hacer tal argumento invariablemente citarán una declaración famosa por Spurgeon, tomado del capítulo de su autobiografía titulado “Una Defensa del calvinismo” en el cual Spurgeon dijo esto:
Yo tengo mi propia opinión particular que no hay tal cosa como predicar a Cristo y a Él crucificado, a menos que prediquemos lo que hoy en día se llama la doctrina calvinista. El calvinismo no es otra cosa que el Evangelio. No creo que podamos predicar el Evangelio si no predicamos la justificación por la fe, sin obras; ni a menos que prediquemos la soberanía de Dios en Su dispensación de la Gracia; ni a menos que exaltemos el amor que elige y que no se puede cambiar, eterno, inmutable y conquistador de Jehová. Tampoco pienso que podamos predicar el Evangelio a menos que lo basemos sobre la redención especial y particular de Su pueblo escogido y elegido, que Cristo llevó a cabo en la cruz. Tampoco puedo comprender un Evangelio que permite que los santos se aparten de manera definitiva después de haber sido llamados y deja que los hijos de Dios se quemen en los fuegos de la condenación después de haber creído una vez en Jesús. Yo aborrezco un Evangelio así.
Absolutamente estoy de acuerdo con lo que Spurgeon dice allí, en el sentido de lo que él lo quiso decir. Y el contexto de esa declaración explica claramente lo que él quiso decir. Él señalaba que el principio en el corazón de toda verdad indisputable es el mismo principio que conduce el calvinismo: “La salvación es del Señor”. La salvación es obra de Dios; no es algo que hacemos por nosotros mismos. Esa es la verdad que él defendía.
Spurgeon no decía que debamos usar los cinco puntos del calvinismo de la misma manera en que la Cruzada Estudiantil utiliza las “cuatro leyes espirituales”. Él no decía que siempre que ustedes hablen las doctrinas de la elección y la reprobación usted está fielmente predicando el evangelio y todo el consejo de Dios. Desafortunadamente, pienso que eso es lo que una buena cantidad de calvinistas imprudentes piensan que Spurgeon quiso decir cuándo dijo que “el que calvinismo es el evangelio”.
Pero si usted leyera el artículo entero de Spurgeon sobre el calvinismo, él deja muy en claro lo que él quiso decir. De hecho al principio de ese mismísimo párrafo – como su prólogo señala “el calvinismo es el evangelio” – él escribió esto:
“La salvación es de Jehová.” [Jonás 2:9] Eso es precisamente un epítome del calvinismo; es su resumen y sustancia. Si alguien me preguntara qué quiero decir cuando hablo de un calvinista, yo respondería: “es alguien que afirma que la salvación es de Jehová.” No puedo encontrar en la Escritura ninguna otra doctrina fuera de esta. Es la esencia de la Biblia. “Él solamente es mi roca y mi salvación.” Díganme cualquier cosa contraria a esta verdad y será una herejía. Mencionen cualquier herejía y yo encontraré su esencia aquí, que se ha apartado de esta verdad grandiosa, fundamental, sólida como una roca, “Dios es mi roca y mi salvación.”
¿Creyó Spurgeon que el Arminianismo estaba en error? Absolutamente. Así como yo lo creo.
¿Creyó él que era un error condenable? Seguro que no, y él lo dejó en claro, también.
En la cumbre de la Controversia del Declive, algunos de los críticos de Spurgeon lo acusaron de ser dirigido por una agenda calvinista dogmática. No es realmente el modernismo lo que Spurgeon odia, decían. Es cualquier cosa que se aparta de su calvinismo pasado de moda. Toda esta controversia es una campaña furtiva en contra del Arminianismo. Eso es lo que realmente fastidió a Spurgeon. Él piensa que los cristianos modernos no son lo suficientemente Calvinistas.
Spurgeon contestó en The Sword and the Trowel con un párrafo que decía esto:
Ciertos antagonistas han intentado representar la controversia del Declive como un resurgimiento de la antigua contienda entre calvinistas y arminianos. No es nada por el estilo. Muchos son los arminianos evangélicos que están tan seriamente a nuestro favor como el hombre puede ser. No encubrimos nuestro calvinismo en lo más mínimo; pero este conflicto es por verdades que son comunes a todos los creyentes.
Por otra parte, él fue aún más explícito:
Nos importa mucho más las verdades evangélicas centrales que lo que hagamos para el calvinismo como un sistema; pero creemos que el calvinismo tiene en él una fuerza conservadora que ayuda a sujetar a los hombres a la verdad esencial, y por eso sentimos mucho ver a cualquiera abandonándolo el cual una vez lo aceptó.
Así es que él tuvo un hueso para escoger con personas que una vez afirmaron las doctrinas de gracia y ahora habían abandonado el calvinismo a favor de las nuevas ideas que abofeteaban al Socinianismo. Pero él consideró a los arminianos evangélicos como sus hermanos verdaderos y sus soldados asociados – con tal de que afirmasen la doctrina de la justificación por la fe, el principio de sola fide, la autoridad absoluta de la Escritura, el aspecto penal de la expiación de Cristo, y otras verdades esenciales del evangelio.
Hablando de los Arminianos en particular, él dijo:
Aquellos que mantienen las verdades eternas de la salvación, pero no ven todo lo que le creemos y abrazamos, son en ninguna manera objetos de nuestra oposición: nuestra guerra es con hombres que claudican del sacrificio expiatorio, niegan la inspiración de la Santas Escrituras, y calumnian la justificación por la fe. La lucha presente no es un debate sobre la cuestión del Calvinismo o el Arminianismo, sino de la verdad de Dios contra las invenciones de hombres. Todos los que creen en el evangelio deberían unirse en contra del “pensamiento moderno” el cual es su enemigo mortífero.
Así es que Spurgeon no miró a los Arminianos como herejes que merecen el infierno. Él los consideró como hermanos. ¿Pensaba que estaban en un error? ¿Sí? ¿Eran culpables de incongruencia en su teología? Él habría contestado enfáticamente, sí. ¿Fue su error principal importante? Spurgeon no se atrevió referirse a ella como “herejía” – representándola una doctrina poco ortodoxa, heterodoxia y un error serio. Pero él tuvo mucho cuidado en dejar en claro de que él no estimó al Arminianism de por sí como una herejía condenable o una apostasía absoluta del Cristianismo esencial. Virtualmente todos los calvinistas tradicionales del tiempo del Sínodo de Dort hasta ahora estaban de acuerdo con él en cada cosa.
Por ejemplo, Gordon Clark, uno de lo más grandes calvinistas elevados, dijo esto en relación a que si los Arminianos son cristianos auténticos o no lo son:
”Un Arminiano puede ser un cristiano verdaderamente regenerado; de hecho, si él es verdaderamente un Arminiano y no un pelagiano que pasa a pertenecer a una iglesia Arminiana, él debe ser un hombre salvo. Pero él no es por lo general consistente no puede estar seguro de su salvación. Los lugares en los cuales su credo difiere de nuestra Confesión confunden la mente, diluyen el Evangelio, y deterioran su proclamación”.
Lo cual es decir que el Arminianismo es intrínsecamente inconsistente. Los Arminianos técnicamente afirman las verdades fundamentales y esenciales del evangelio. Luego intentan construir una teología encima de eso lo cuál es completamente inconsistente con la base sólida que han afirmado.
Estoy de acuerdo con esa valoración del Arminianismo. Es un intento de reconciliar la soberanía de Dios con la responsabilidad humana – y el método Arminiano de reconciliar esas dos verdades implica una perspectiva del libre albedrío humano que es intrínsecamente inconsistente con ciertas verdades del evangelio que cada Arminiano realmente afirma.
En algunos artículos próximos, explicaré más a detalle por qué creo que ese es el caso.
¿Quien es Jehová? ¿Quien es Jesús?
¿Quién Es Jehová? ¿Quién Es Jesús?
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (Juan 1:1).
Tomado de http://www.spurgeon.org/~phil/articles/deity.htm
Publicado con Permiso del Autor
![]()
Derecho de autor © 1996 por Phillip R. Johnson. Todos los derechos reservados.
Los Testigos de Jehová son bien conocidos para su negativa de la deidad de Cristo. Según su teología, Jesús fue una encarnación de un arcángel supremo, no Dios en carne humana.
El nombre histórico para esta enseñanza es arrianismo. Arrio fue hereje del cuarto siglo cuya doctrina estaba opuesta por Atanasio y condenada en el concilio de Nicea en 325. La doctrina de la Encarnación de Arrio fue virtualmente idéntica a la de los Testigos de Jehová del día de hoy. Arrio aun usó muchas de las mismas discusiones que los T.J. utilizan hoy. Atanasio brillantemente respondió a Arrio y expuso sus distorsiones de la Escritura. El trabajo de Atanasio titulado Sobre la Encarnación representa una respuesta efectiva hacia los Testigos de Jehová.
Pero por el momento ignoremos los escritos de Atanasio, los documentos del Concilio de Nicea, y cualquier otra fuente histórica y teológica excepto la Escritura misma. ¿Es posible demostrar concluyentemente desde la Biblia solamente que Jesucristo se muestre en la Escritura como Dios? Creo que si lo es. Y estoy convencido de que aquellos que rechazan la deidad de Cristo por consiguiente también deben rechazar el significado simple de la Palabra de Dios.
Al menos ocho líneas de discusión se combinan para hacer el caso bíblico de la deidad de Cristo:
1. El Antiguo Testamento predijo a un Salvador divino
Necesitamos probar sólo con algunos pasajes cruciales para establecer el punto:
- El salmo 2 es un Salmo Mesiánico y fue reconocido como tal por los judíos estudiosos, siglos antes de Jesucristo. En Hechos 13:33, Pablo afirma que este salmo tiene un significado Mesiánico. El salmo cierra con estos versos, “Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.” (vv. 11-12).
- Allí las frases “Servid a Jehová con temor” y “Honrad al Hijo” es paralelo. Y como es típico en el paralelismo poético hebreo, esto quiere decir que las dos frases son equivalentes lógicos. Servid a “Jehová” significa “Honrad al Hijo”. Además, este salmo presenta al Hijo de Dios como Alguien en quien los creyentes pueden refugiarse – un Salvador que es el propio Hijo de Dios, idéntico en carácter y rango con el Padre Eterno.
- El salmo 110 es identificado como un Salmo Mesiánico por el escritor de Hebreos (Heb. 5:6; 7:17). Aquí David le llama a Señor: “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies., Hasta Que los hago a Suyos enemigos un banquillo para Sus pies” (v.1). Jesús mismo citó este verso en Mateo 22:43-45 para demostrar que él existió antes de David y que era superior a cualquier rey terrenal. La palabra traducida “Señor” en este versículo necesariamente no designa a la deidad. Es una palabra hebrea que a menudo se aplica a un amo terrenal. Así es que es sólo una unidad en el acertijo – no en particularmente significativo por sí mismo, pero cuando es pesado con el resto de la evidencia, su significado completo se aclara.
- Otras profecías Mesiánicas son aún más evidentes en atribuir la deidad al Ungido del Señor.
- Isaías 9:6, por ejemplo, es una promesa evidente del Mesías. Da una serie de nombres que se aplican a él: “Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno o [“padre de la eternidad”], Príncipe de Paz.”. Una profecía anterior de Isaías, se halla en Isaías 7:14, le da el nombre de Emmanuel, lo cual literalmente quiere decir: “Dios con nosotros”.
- Miqueas 5:2 profetizó que el lugar del nacimiento del Mesías sería Belén, y habló de él con estas palabras profundamente importantes: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”.
- En Malaquías 3:1-2 encontramos una de las profecías más evidentes, más vívidas del Mesías entrante. Marcos 1:2 identifica este versículo como una profecía de Cristo:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.”
Note que retrata a Jesús como Señor (ésta es la palabra hebrea Adonai), quien viene a Su templo. Y él viene a hacer una obra de juicio divino.
2. Jesús es llamado Jehová
En este punto los bien entrenados Testigos de Jehová quieren hacer una distinción entre la palabra Adonai, la cual es “Señor” traducida en la mayoría de Biblias inglesas, y la palabra Jehová (o Yahweh), también traducida “Señor” en la mayoría de Biblias inglesas. Si usted quiere señalar la diferencia entre las palabras en la mayoría de las traducciones, cuando el original es Adonai, la palabra “Señor” aparecerá en letras mayúsculas y minúsculas; cuando la palabra hebrea es Jehová, la palabra “Señor” aparecerá en letras mayúsculas y minúsculas.
Supongamos que los hipotéticos puntos de los Testigos de Jehová señalen que en todos los versículos que me he referido hasta ahora se ha utilizado la palabra Adonai y no Jehová. Puesto que los Testigos de Jehová creen que Jehová es el único nombre verdadero de Dios, cualquier pasaje que aplique el término Jehová a Cristo concluyentemente desbarataría su teología entera. ¿Existirán tales versículos?
Ciertamente hay. El Salmo 23:1, por ejemplo, dice, “Jehová es mi pastor”. Jesús muy claramente se aplicó este pasaje a Sí Mismo en Juan 10:11, 14 cuando él dijo, “Yo soy el Buen Pastor”. Y el escritor de Hebreos también le aplicó este pasaje a Cristo en Hebreos 13:20, cuando él escribió: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,” – Jesús nuestro Jehová.
¡En Isaías 6:5, cuando Isaías tuvo la visión del cielo, con el Señor sentado sobre su trono alto y sublime, él dijo, “…!!Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.”. Pero el apóstol Juan, con respecto a este mismo incidente, escribe que Isaías vio la gloria de Cristo, “y habló acerca de él” (Jn. 12:41).
En la profecía famosa de Juan el Bautista encontrada en Isaías 40:3, Jesús es llamado Jehová: “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.”.
Y en Jeremías 23:5-6, un texto muy crucial para la doctrina de la justificación por la fe. Este verso introduce un nombre nuevo para Dios, Jehovah Tsidkenu, “Jehová nuestra justicia”. Note a quienes es aplicado: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. [Esta es claramente una profecía mesiánica.] En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra.” (Jer. 23:5-6).
He aquí hay un pasaje muy familiar, Joel 2:32: “Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo”. Tanto Hechos 2:21 y Romanos 10:13 citan ese pasaje, aplicándole el título Jehová a Cristo.
El simple hecho es que los Testigos de Jehová no son testigos del Jehová verdadero de la Escritura. Rechazan a Su testigo y el testimonio de Su Palabra de que Cristo mismo es Jehová quien vino en carne humana a la tierra.
3. Los Títulos Reservados para Jehová son Aplicados a Cristo
En Isaías 10:20, encontramos la expresión, “Jehová, el Santo de Israel”. Se dice que el Santo es nada menos que Jehová mismo. Y en Hechos 3:13-14, Pedro le dice a los hombres en Jerusalén: “El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo”.
En Isaías 44:6 leemos: “Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.” En este versículo se ofrece fuertemente una prueba para la Trinidad, porque diferencia entre Jehová y Su Redentor Jehová. Pero también reserva para Jehová Dios esta expresión: “el primero… y el postrero”. Ese título sale a la superficie otra vez en Apocalipsis 1:8, donde otra vez es aplicado a Jehová: “soy el Alfa y la Omega, principio y fin dice el Señor, el que es y el que era y que ha de venir, el Todopoderoso”. No hay duda alguna acerca de quien posee ese título. Note también que ese es un título que difícilmente se comparte con cualquier ser creado: El Alfa y la Omega, el principio y el fin, el que es y el que era y que ha de venir, el Todopoderoso. Aún al final del libro de Apocalipsis leemos estas palabras otra vez, esta vez hablando acerca de Jesucristo: “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.” (Apoc. 22:13).
En Isaías 43:11, Dios habla: “Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve”. ¿Se ha dado cuenta usted que el título “salvador” es reservado en la Escritura a Dios? Este verso dice entonces en términos posibles más simples. “Soy Jehová; Y no hay salvador fuera de Mí”. Por esto es que Pablo, escribiéndole a Tito, no se reprimió en aplicarle tanto el nombre Dios y la palabra Salvador a Jesucristo. Titos 2:11-13 dice esto:
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.”
Zacarías 12:10 incluye una profecía más interesante. En contexto, es Jehová quien habla. El versículo 4 nos lo dice así. Luego el versículo 10 dice: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.” ¿Quién fue el que fue traspasado? Fue Cristo. Y Juan 19:37 específicamente le aplica este texto a Cristo.
Deuteronomio 10:17 dice, “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible,”. Pero Apocalipsis 17:14 le aplica el título “Señor de señores” al cordero, Jesucristo: “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.”
4. Jesús Posee Todos los Atributos Incomunicables de Dios
- Cristo es eterno, como notamos en Miqueas 5:2, y en Sus títulos, “el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el principio y el fin”.
- Él es omnipresente. En Mateo 18:20, él dijo, “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”; Y en Mateo 28:20, él prometió, “he aquí, yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”
- Él es omnisciente. En la noche en que Cristo fue traicionado, los discípulos le dijeron: “Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios.” (Jn. 16:30). Más tarde, Pedro apeló a la omnisciencia de Cristo en su defensa, Juan 21:17: Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo.” En Apocalipsis 2:23 Cristo se describe a Sí Mismo en estos términos: “y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón”.
- Él es omnipotente. Filipenses 3:21 dice él “el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.” Hebreos 1:3 dice que él “sustenta todas las cosas con la palabra de su poder”.
- Él es inmutable, invariable. Este atributo nunca podría ser cierto de cualquier ser creado. Pero Hebreos 1:10-12, dicen de Cristo:
“Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces; Y todos ellos se envejecerán como una vestidura, Y como un vestido los envolverás, y serán mudados; Pero tú eres el mismo, Y tus años no acabarán.”
Hebreos 13:8 es una afirmación familiar de la inmutabilidad de Cristo: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.”
En resumen, la Escritura dice que Cristo encarna cada atributo que es verdadero de Jehová, Colosenses 2:9: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Y Hebreos 1:3 dice Cristo es siendo el resplandor de su [Jehová] gloria, y la imagen misma de su sustancia. Jesús es Jehová Dios.
5. Jesús Hace las Obras de Dios
- Jesús hace las obras que solo Dios puede hacer. Por ejemplo, Cristo creó “todas las cosas”. Juan 1:3 dice: “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” Si esto es cierto, entonces él mismo no podría ser un ser creado.
- Colosenses 1:16 dice la misma cosa con más detalle, descartando la posibilidad de que él podría ser alguna clase de arcángel: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” El versículo 17 va un paso más allá y lo ilustra no sólo como Creador sino también como Sustentador: “Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”.
- Él Supervisa la operación de la Divina Providencia. En Juan 17:2, Cristo ora al Padre: “como le has dado [al Hijo] potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.” Efesios 1:22 hace eco de eso: “y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia.”
- El perdona pecados. Ésta fue una controversia enorme en el ministerio terrenal de Jesús. Mateo 9:2-7 y Marcos 2:5-10 dan los relatos de cómo se ofendieron los fariseos de que él perdonara pecados. En Marcos 2:7 ellos le preguntan: “¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?” Comprendieron claramente las implicaciones de Su autoridad.
- Él tiene el poder de resucitar a los muertos y emitir juicio final. En Juan 5:22, Jesús dijo: “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo”. Ese es un reclamo muy explícito de deidad, y en el versículo 24, Jesús aun establece la base del juicio la cuestión de que ya sea si alguien se oye su palabra o no. Hechos 10:42 dice que a Cristo “Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos”. Hechos 17:31 dice lo mismo. 2 Timoteo 4:1 dice: “Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino”.
- Es El quien nos llevará en la plenitud de la glorificación. Filipenses 3:21 dice que él “transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”. En Apocalipsis 21:5 dice el: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.”
6. Jesús recibe adoración.
Jesus Mismo en Mateo 4:10 dijo al que se dice Diablo: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.” Si Jesús mismo fuese sólo una criatura, él habría sido culpable de hipocresía, pues él mismo recibió adoración. Ni una vez Jesús hizo alguna vez reprensión a alguien por adorarle. Nunca él rechazó la adoración de alguien. De hecho, él corrigió a aquellos que regañaron duramente a otros por adorarle a El, como en Juan 10, cuando Marta estaba enojada de que María se había sentado a Sus pies. Y en Mateo 26, él reprendió a los discípulos por indignarse de que una mujer le había ungido con un costoso ungüento.
Escuche cuidadosamente estos versículos, y recuerde que en cada caso Jesús recibió la adoración que le fue ofrecida:
§ Mateo 14:33 – “Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.”
§ Juan 9:38 – “Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró.”
§ Mateo 28:9 – “he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: !!Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron.”
§ Mateo 28:17-18 – Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
§ Juan 20:28-29 – “Entonces Tomás respondió y le dijo: !!Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.”
La respuesta de Jesús de adorar en contraste con la respuesta de Pedro: “Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró.” (Acto 10:25). El versículo 26 dice: “Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre.” Hechos 14:11-18 habla de un episodio similar en el ministerio de Pablo, cuándo él y Bernabé rehusaron ser adorados por parte de toda una muchedumbre. Luego en Apocalipsis 19:10 y 22:8-9, tenemos a los ángeles rehusando adoración del Apóstol Juan. En 22:9 el ángel dice, “Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.”
La Sagrada Escritura explícitamente manifiesta que el Hijo de Dios debe ser adorado. Juan 5:22-23 dice: “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.” Jesús se colocó a Sí Mismo en el nivel más alto posible cuando él se hizo objeto de nuestra fe, Juan 14:1: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.”.
¿Quiere usted una última prueba de que Jesús no es un ángel? Hebreos 1:6 dice que cuando el Padre trajo al mundo al Hijo de Dios, él dijo, “Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios.”
Sigamos adelante hacia las dos líneas finales de discusión que prueban que Jesús es Dios. He guardado lo más fuerte para el final. Pues si Jesús es Dios, usted esperaría que la Biblia lo diga en lo más fuerte de los términos. Y de hecho lo hace.
7. La Biblia dice que Jesús es Dios.
Juan 1 es un texto favorito de los Testigos de Jehová. Las personas que vienen a su puerta están profundamente adiestradas para cómo responder si usted les muestra Juan 1:1. Vuélvase hacia ese pasaje y veamos los primeros tres versos:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”
Ésta es una declaración muy fuerte sobre la deidad de Cristo. Cada frase es significativa. “En el principio” recuerda a Génesis 1:1 y establece el comienzo del evangelio de Juan en la pasada eternidad, antes de que cualquier cosa o alguien fuera creado. B. B. Warfield escribió:
Lo que se declara es que “en el principio” – no “desde el principio” sino “en el principio,” – cuando las cosas vinieron a ser, el Verbo, no vino a existir, a fin de que él podría ser la primera parte de aquellas cosas que vinieron a ser realidad, sino que ya existía. La eternidad absoluta del ser es afirmada por el Verbo en un lenguaje tan preciso y fuerte como la eternidad absoluta del ser pueda ser afirmada. El Verbo precede el comienzo de las cosas; Él ya existía.[i]
La siguiente frase: “y el Verbo era con Dios” sólo fortalece la aseveración de la deidad en este pasaje. Quiere decir que desde la eternidad, el Verbo coexistió con Dios, a lo largo de él, en una Inter.-comunión personal con él. En palabras de Warfield: “él ha sido de Compañero de Dios desde la eternidad.”[ii]
Esta relación eterna entre Dios y el Verbo es acentuada por una frase en Juan 1:18: “…el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” Jesucristo estaba en el seno del Padre, en cierta forma bien definido de Dios y aún al mismo tiempo idéntico a El. Por cierto, la traducción New American Standard en el v. 18 es precisa; en el griego, la redacción literal es, “el Dios unigénito” – otra prueba firme de la deidad de Cristo. Todo el principio de la Trinidad está absorto en esta expresión, “el Verbo era con Dios.”
Pero regresemos a la tercera frase en Juan 1:1, pues ésta es la parte en que los Testigos de Jehová sienten que pueden contestar: “El Verbo era Dios”. Esto es precisamente y literalmente lo que este texto dice en el griego. Un TJ bien entrenado tratará de convencerle de que nuestra traducción es defectuosa. En el griego, le dirán a usted, la palabra Dios carece de artículo definido (muy correcto). Por consiguiente, dicen, un artículo indefinido debe ser suministrado: “El Verbo era un Dios”. Ese es mal griego y completamente injustificado. Era es lo que es conocido como un verbo copulativo. Usted le pudo haber llamado un “verbo asociado” en la escuela primaria. Simplemente asocia el sustantivo a un lado con el sustantivo por otra parte El Verbo era Dios. “Dios” en esa frase es un predicado nominativo. Sólo puede ser traducida en la forma en que usted la encuentra en la mayoría de las Biblias: “El Verbo era Dios”. Para insertar la palabra “un” es tanto un mal griego y una mala gramática.
Los Testigos de Jehová han producido su Biblia con su traducción. Y tienen a un puñado de estudiosos de griego que han intentado desesperadamente defender esta traducción. Excepto lo que estos “estudiosos” TJ no le dicen a sus personas es que hay docenas de lugares en su Biblia donde son metidas a la fuerza a través de un sentido común de violar la misma regla que ellos quieren intentar imponer en Juan 1:1. Le daré dos ejemplos de este mismísimo contexto. Si siguiésemos la construcción TJ y añadimos la palabra “uno” cada vez que el artículo definido falte, he aquí cómo un par de otros versículos de Juan 1 se leerían:
§ v. 6. Hubo un hombre enviado de (un) Dios, el cual se llamaba Juan.
§ v. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de (un) Dios;
Así es que Juan 1:1 es el Talón de Aquiles de la teología de los Testigos de Jehová, y por esto es que cada TJ es enseñado qué decir cuándo es abordado. Pero sus respuestas no son del todo satisfactorias para alguien que sabe una cantidad menor de gramática griega, y su negativa de la deidad de Cristo es fácilmente desenmascarada meramente por el contexto de este verso. Usted no puede ser sacudido en esto por las afirmaciones de los TJ.
Por supuesto, hay más versículos en el Nuevo Testamento que explícitamente llaman a Jesús Dios. Recuerde, como vimos antes, que cuando Tomás exclamó, “Señor mío y Dios mío”, Jesús no le reprendió, sino que lo alabó por su fe (Jn. 20:29).
Tito 2:13 y 2 Pedro 1:1 se refieren a Jesús como “nuestro Dios y Salvador”. Romanos 9:5 dice que él es “Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos”. Filipenses 2:6 dice que él existió desde toda la eternidad en forma de Dios. Y 1 Juan 5:20 dice: “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.”
Uno de los mejores versículos para desafiar a los TJ es Hebreos 1:8, porque es tan claro en su afirmación de la deidad de Jesús como Juan 1:1, y el típico TJ no habrá sido endoctrinado con una respuesta concisa. Este versículo cita al Padre Eterno, quien le habla al Hijo de Dios: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino”. La cita viene del Salmo 45:6, donde la atribución de la deidad es absolutamente inequívoca en el hebreo. (Desafortunadamente, La Traducción del Nuevo Mundo los TJ ha alterado intencionadamente y deliberadamente el significado de ambos textos, traduciendo Hebreos 1:8 como: “Dios es su trono,” y artificialmente obligando su traducción del Salmo 45:6 a acomodarle ese significado. Pero la declaración «Dios es su trono” no hace en absoluto ningún sentido en ese contexto. Todo el punto de Hebreos 1 es para demostrar que Jesús es más alto que cualquier ángel. Ese es el punto que necesita enfatizarse cuando usted discute este texto con el Testigo de Jehová.)
8. Jesús Mismo dice ser Dios.
Finalmente, si Jesús es Dios, podríamos esperar que El lo dijera. ¿Se ha preguntado usted alguna vez por qué él simplemente no dijo: “soy Dios” y poner fin a alguna posibilidad de confusión?
Realmente, él lo hizo. Lo que él dice en Juan 8:58 a Su audiencia Judía fue una declaración mucho más explícita que si él meramente hubiese dicho “yo soy Dios”. Es importante ver este pasaje en su contexto. En el versículo 53, vemos que los fariseos se incomodaban con las afirmaciones de Jesús, comenzaron a sospechar que él se ponía en un nivel de autoridad que ningún simple hombre podría tener algún derecho de hacerlo. Dijeron:
53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? !!Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo?
54 Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios.
55 Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra.
56 Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
57 Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
58 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.
59 Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.
Note que estos hombres comprendieron precisamente lo que decía Jesús. Y debido a que él obviamente también comprendió lo que le preguntaban, Su respuesta es tanto más significativa. Él les decía que él era Dios, utilizando el nombre de Jehová mismo que había sido revelado a Moisés en la zarza ardiente, “Yo SOY”. Él no pudo haber hecho una afirmación más fuerte de la deidad. Si ese no hubiese sido Su significado, si él sólo afirmara ser el ángel primogénito, él habría dicho: “antes de que Abraham naciera, yo nací”.
El evangelio de Juan incluye una serie completa de declaraciones que Jesús hizo acerca de Sí mismo usando este nombre “Yo soy” – soy el camino, la verdad, y la vida (Jn. 14:6); Yo Soy el Buen Pastor; Yo Soy la puerta; Yo Soy el pan de la vida; Yo Soy la luz de mundo. Cada una de estas declaraciones, estudiadas en su contexto, revelan que El estaba afirmando una y otra su absoluta deidad.
La evidencia bíblica de la deidad de Cristo es conclusiva. Es una prueba apabullante e irrefutable. De hecho, lo que hemos cubierto aquí es sólo una prueba representativa. Aun no he mencionado a Juan 10:30, “yo y el Padre somos uno”. Este, y muchos otros pasajes similares prueban aun más concluyentemente que de acuerdo a la Escritura, él es Dios.
Tanta evidencia no puede ser hacerse aun lado o ignorarse. O usted lo cree, o usted se condena a si mismo a una eternidad inconcebible. De hecho, Jesús dijo, “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.” (Jn. 8:24). Allí Jesús muestra Su “Yo Soy” – sin un predicado – como el objeto de nuestra fe. Él obviamente se coloca a Sí mismo en el lugar de Dios, y él puede hacer esto sólo porque él es Dios. Aquellos que saben que la Escritura es la Palabra de Dios sólo pueden creer, y pueden tomar parte en la adoración a él en cuyo nombre toda rodilla se doblará.
Phil Johnson
Traducido por Armando Valdez
[i] B. B. Warfield, Faith and Life (Edinburgh: Banner of Truth, 1990 reprint), 87.
[ii] Ibid., 89.
- ← Anterior
- 1
- …
- 4
- 5