Tiatira: Una Necesidad de Avivamiento

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ESJ_BLG_20230322 - 1Tiatira: Una Necesidad de Avivamiento

POR JOHN F. MACARTHUR

24 Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga; 25 pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. 26 Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, 27 y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; 28 y le daré la estrella de la mañana. 29 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. (Apocalipsis 2:24-29)

El Señor conoce a los que son Suyos. Hay aquellos en Tiatira que no se aferran a «las cosas profundas de Satanás». Y a esos, Jesús les dice: «No pido nada más. No tienes ninguna carga más allá de tener que seguir resistiendo esta enseñanza. Sed fieles; es todo lo que os pido. Aguanta, mantente firme, no escuches, no te creas, sé fuerte».

Y luego viene una promesa para «el que guarde mis obras hasta el fin».

En otras palabras, la promesa es para aquellos que demuestren verdadera fe salvadora. La evidencia de la verdadera fe en Cristo es la resistencia, la obediencia y las buenas obras hasta el fin.

Si usted demuestra la autenticidad de su salvación, esta promesa es para usted: «A él daré autoridad sobre las naciones». Qué declaración tan asombrosa.

¿Qué significa esto? Usted reinará con Cristo. Usted compartirá Su gobierno milenario.

En realidad comenzamos a ver eso en Apocalipsis 1:6: «y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios». Somos un reino de sacerdotes. Se reitera a lo largo del libro de Apocalipsis que los que pertenecemos a Cristo reinaremos con Cristo. El gobernara las naciones y nosotros gobernaremos con El.

Es asombroso pensar en el futuro. El mundo es un desastre, pero Cristo viene a establecer su reino. Aquellos de nosotros que somos creyentes glorificados en el reino, cuando Cristo lo establezca en la tierra, le ayudaremos en el juicio y el cuidado de los Suyos. Que asombrosa promesa.

Pero hay más. No sólo se nos dará el privilegio de autoridad, sino que el versículo 28 simplemente dice «y le daré la estrella de la mañana».

¿Qué es la estrella de la mañana? Bueno, sabemos la respuesta, porque en Apocalipsis 22:16 escuchamos esto: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”

Entonces, ¿qué significa la promesa? Significa esto: «Yo le daré a Cristo. Si usted está entre los fieles, le daré el reino, y le daré al Rey».

Luego la carta concluye con esta palabra común: «El que tenga oído, que oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias».

¿Estás escuchando? Si estás escuchando, ¿qué oíste en esta carta? Escuchaste acerca de una iglesia que tenía actividad, que estaba marcada por el amor y la fe – pero una iglesia que había invitado al mundo a entrar.

Permitieron que un falso maestro trajera la idolatría pagana. Y la idolatría pagana nunca pudo ser divorciada de la inmoralidad pagana, y así esta es una iglesia llena de iniquidad y sin hacer nada para eliminarla. Esta es una iglesia que está bajo juicio. Esta es una iglesia a la que el Señor le dice: «Puede que tenga que venir y matar a algunos de tus miembros», para enviar un mensaje a otras iglesias sobre la justicia y la santidad y el pecado.

Si estás escuchando, ¿oyes la gravedad de tolerar el pecado en la iglesia? ¿Notas también que la evidencia de ser un verdadero creyente es no sucumbir a la falsa doctrina, no sucumbir a la inmoralidad, sino mantenerse firme? ¿Y escuchaste también que para aquellos que son los verdaderos creyentes que se mantienen firmes, la promesa de Dios es “el reino y el Rey serán tuyos”? Ese es Su mensaje a la iglesia.

En nuestros días, las iglesias de todo el mundo necesitan mirarse a sí mismas y preguntarse: “¿Estamos tolerando el pecado? ¿Tenemos espacio para la falsa enseñanza o la inmoralidad?”

Si lo hacemos, el Señor está a la puerta con mirada penetrante y soberana, listo para activar el juicio e incluso la muerte. No es así como debería ser en la iglesia. La iglesia debería ser un lugar de vida, gozo y santidad.

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