Día: 9 noviembre 2015
¿Es el Credo de los Apóstoles Todo lo que Necesito Creer?
¿Es el Credo de los Apóstoles Todo lo que Necesito Creer?
1 Juan 4: 2
Por John MacArthur
Credos nunca fueron formulados para inventar doctrinas fundamentales, sino más bien para defenderlos. Son repudios de falsas doctrinas -condenando el nuevo error al afirmar la verdad establecida. A medida que pasaba el tiempo, los nuevos errores requieren nuevas afirmaciones; por lo tanto los credos de la iglesia y confesiones cristianas se han convertido en más y más complejas.
Es por esto que eso Juntos por el Evangelio, una confesión muy moderna de la doctrina cristiana fundamental, tiene una declaración de fe tan expansiva, detallada y matizada. Por el contrario, los declaraciones antiguas de la doctrina cristiana, como el Credo de los Apóstoles, tienden a ser mucho más simples y más estrecha en su enfoque:
“Dios no es Realmente Tan Santo, yo no Soy Realmente Tan Malo”
“Dios no es Realmente Tan Santo, yo no Soy Realmente Tan Malo”
Por Tim Challies
¿Cómo sabes que realmente tienes el evangelio, que realmente lo entiendes y lo crees? O tal vez mejor dicho, ¿cómo sabes que el evangelio de verdad te tiene a ti, que se ha apoderado de ti y ha comenzado a transformarte en forma permanente? Me encontré reflexionando esta pregunta la semana pasada y pronto estaba pensando en la gente que he conocido que una vez profesaron la fe, pero que con el tiempo se enfriaron, se distanciaron, y se apartaron.
¿Quieres Captar la Atención de Dios?
¿Quieres Captar la Atención de Dios?
Por Josías Grauman
Dios no nos necesita, ni está impresionado con nuestras obras. De hecho, Isaías 66:1-2a nos humilla y demuestra claramente que todos nuestros esfuerzos son ingenuos a la luz de su grandeza.
Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron…
¿La vamos a edificar una casa? Nuestros hechos son minúsculos en comparación a él, ¡la tierra es estrado de sus pies! Además, ¿qué material utilizaríamos en nuestro servicio a él? Aún el oxígeno que respiramos es suyo, y ¡toda otra molécula que tocamos! Cuando pensamos que podemos dar algo a Dios, somos como la niña que se jacta que pudo comprar un regalo a sus padres—sin reconocer que sus padres le regalaron el dinero para hacer la compra.