Aclarando el Calvinismo – Parte 2

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Aclarando el Calvinismo (Parte 2)

14 de enero, 2009

(Por Phil Johnson)

Parte II: Spurgeon: “Calvinismo Es el Evangelio” hay, estos días, bastantes calvinistas nombrados por sí mismo que están en desacuerdo con mi valoración del Arminianismo e insisten que el Arminianismo conlleva una negativa absoluta de ciertas verdades indisputables fundamentales. Aquellos que desean hacer tal argumento invariablemente citarán una declaración famosa por Spurgeon, tomado del capítulo de su autobiografía titulado “Una Defensa del calvinismo” en el cual Spurgeon dijo esto:

Yo tengo mi propia opinión particular que no hay tal cosa como predicar a Cristo y a Él crucificado, a menos que prediquemos lo que hoy en día se llama la doctrina calvinista. El calvinismo no es otra cosa que el Evangelio. No creo que podamos predicar el Evangelio si no predicamos la justificación por la fe, sin obras; ni a menos que prediquemos la soberanía de Dios en Su dispensación de la Gracia; ni a menos que exaltemos el amor que elige y que no se puede cambiar, eterno, inmutable y conquistador de Jehová. Tampoco pienso que podamos predicar el Evangelio a menos que lo basemos sobre la redención especial y particular de Su pueblo escogido y elegido, que Cristo llevó a cabo en la cruz. Tampoco puedo comprender un Evangelio que permite que los santos se aparten de manera definitiva después de haber sido llamados y deja que los hijos de Dios se quemen en los fuegos de la condenación después de haber creído una vez en Jesús. Yo aborrezco un Evangelio así.

Absolutamente estoy de acuerdo con lo que Spurgeon dice allí, en el sentido de lo que él lo quiso decir. Y el contexto de esa declaración explica claramente lo que él quiso decir. Él señalaba que el principio en el corazón de toda verdad indisputable es el mismo principio que conduce el calvinismo: “La salvación es del Señor”. La salvación es obra de Dios; no es algo que hacemos por nosotros mismos. Esa es la verdad que él defendía.

Spurgeon no decía que debamos usar los cinco puntos del calvinismo de la misma manera en que la Cruzada Estudiantil utiliza las “cuatro leyes espirituales”. Él no decía que siempre que ustedes hablen las doctrinas de la elección y la reprobación usted está fielmente predicando el evangelio y todo el consejo de Dios. Desafortunadamente, pienso que eso es lo que una buena cantidad de calvinistas imprudentes piensan que Spurgeon quiso decir cuándo dijo que “el que calvinismo es el evangelio”.

Pero si usted leyera el artículo entero de Spurgeon sobre el calvinismo, él deja muy en claro lo que él quiso decir. De hecho al principio de ese mismísimo párrafo – como su prólogo señala “el calvinismo es el evangelio” – él escribió esto:

“La salvación es de Jehová.” [Jonás 2:9] Eso es precisamente un epítome del calvinismo; es su resumen y sustancia. Si alguien me preguntara qué quiero decir cuando hablo de un calvinista, yo respondería: “es alguien que afirma que la salvación es de Jehová.” No puedo encontrar en la Escritura ninguna otra doctrina fuera de esta. Es la esencia de la Biblia. “Él solamente es mi roca y mi salvación.” Díganme cualquier cosa contraria a esta verdad y será una herejía. Mencionen cualquier herejía y yo encontraré su esencia aquí, que se ha apartado de esta verdad grandiosa, fundamental, sólida como una roca, “Dios es mi roca y mi salvación.”

¿Creyó Spurgeon que el Arminianismo estaba en error? Absolutamente. Así como yo lo creo.

¿Creyó él que era un error condenable? Seguro que no, y él lo dejó en claro, también.

En la cumbre de la Controversia del Declive, algunos de los críticos de Spurgeon lo acusaron de ser dirigido por una agenda calvinista dogmática. No es realmente el modernismo lo que Spurgeon odia, decían. Es cualquier cosa que se aparta de su calvinismo pasado de moda. Toda esta controversia es una campaña furtiva en contra del Arminianismo. Eso es lo que realmente fastidió a Spurgeon. Él piensa que los cristianos modernos no son lo suficientemente Calvinistas.

Spurgeon contestó en The Sword and the Trowel con un párrafo que decía esto:

Ciertos antagonistas han intentado representar la controversia del Declive como un resurgimiento de la antigua contienda entre calvinistas y arminianos. No es nada por el estilo. Muchos son los arminianos evangélicos que están tan seriamente a nuestro favor como el hombre puede ser. No encubrimos nuestro calvinismo en lo más mínimo; pero este conflicto es por verdades que son comunes a todos los creyentes.

Por otra parte, él fue aún más explícito:

Nos importa mucho más las verdades evangélicas centrales que lo que hagamos para el calvinismo como un sistema; pero creemos que el calvinismo tiene en él una fuerza conservadora que ayuda a sujetar a los hombres a la verdad esencial, y por eso sentimos mucho ver a cualquiera abandonándolo el cual una vez lo aceptó.

Así es que él tuvo un hueso para escoger con personas que una vez afirmaron las doctrinas de gracia y ahora habían abandonado el calvinismo a favor de las nuevas ideas que abofeteaban al Socinianismo. Pero él consideró a los arminianos evangélicos como sus hermanos verdaderos y sus soldados asociados – con tal de que afirmasen la doctrina de la justificación por la fe, el principio de sola fide, la autoridad absoluta de la Escritura, el aspecto penal de la expiación de Cristo, y otras verdades esenciales del evangelio.

Hablando de los Arminianos en particular, él dijo:

Aquellos que mantienen las verdades eternas de la salvación, pero no ven todo lo que le creemos y abrazamos, son en ninguna manera objetos de nuestra oposición: nuestra guerra es con hombres que claudican del sacrificio expiatorio, niegan la inspiración de la Santas Escrituras, y calumnian la justificación por la fe. La lucha presente no es un debate sobre la cuestión del Calvinismo o el Arminianismo, sino de la verdad de Dios contra las invenciones de hombres. Todos los que creen en el evangelio deberían unirse en contra del “pensamiento moderno” el cual es su enemigo mortífero.

Así es que Spurgeon no miró a los Arminianos como herejes que merecen el infierno. Él los consideró como hermanos. ¿Pensaba que estaban en un error? ¿Sí? ¿Eran culpables de incongruencia en su teología? Él habría contestado enfáticamente, sí. ¿Fue su error principal importante? Spurgeon no se atrevió referirse a ella como “herejía” – representándola una doctrina poco ortodoxa, heterodoxia y un error serio. Pero él tuvo mucho cuidado en dejar en claro de que él no estimó al Arminianism de por sí como una herejía condenable o una apostasía absoluta del Cristianismo esencial. Virtualmente todos los calvinistas tradicionales del tiempo del Sínodo de Dort hasta ahora estaban de acuerdo con él en cada cosa.

Por ejemplo, Gordon Clark, uno de lo más grandes calvinistas elevados, dijo esto en relación a que si los Arminianos son cristianos auténticos o no lo son:

”Un Arminiano puede ser un cristiano verdaderamente regenerado; de hecho, si él es verdaderamente un Arminiano y no un pelagiano que pasa a pertenecer a una iglesia Arminiana, él debe ser un hombre salvo. Pero él no es por lo general consistente no puede estar seguro de su salvación. Los lugares en los cuales su credo difiere de nuestra Confesión confunden la mente, diluyen el Evangelio, y deterioran su proclamación”.

Lo cual es decir que el Arminianismo es intrínsecamente inconsistente. Los Arminianos técnicamente afirman las verdades fundamentales y esenciales del evangelio. Luego intentan construir una teología encima de eso lo cuál es completamente inconsistente con la base sólida que han afirmado.

Estoy de acuerdo con esa valoración del Arminianismo. Es un intento de reconciliar la soberanía de Dios con la responsabilidad humana – y el método Arminiano de reconciliar esas dos verdades implica una perspectiva del libre albedrío humano que es intrínsecamente inconsistente con ciertas verdades del evangelio que cada Arminiano realmente afirma.

En algunos artículos próximos, explicaré más a detalle por qué creo que ese es el caso.

17 comentarios sobre “Aclarando el Calvinismo – Parte 2

    bruno escribió:
    26 octubre 2009 en 9:33 am

    SPURGON… DIOS MENDO AL INFIERNO A SAUL… FUE DESECHADO…. QUE TRISTE QUE NO ENTIENDAS QUE EL QUE SE HACE AMIGO DEL MUNDO, SE HACE ENEMIGO DE DIOS

    DESMINTIENDO ALGUNAS (OJO) COSAS DEL CALVINISMO... POR BRUNO escribió:
    26 octubre 2009 en 9:35 am

    Introducción
    «Porque os digo que muchos procurarán entrar y no podrán.» Jesús.
    Hoy en día hay muchas personas que procuran entrar al Reino de Dios y a las bendiciones de la vida cristiana y no pueden, porque no saben qué es arrepentirse verdaderamente, o a qué se refiere la Biblia al decir: Cree. Esto está haciendo que algunos se alejen decepcionados de la búsqueda porque no obtuvieron lo que esperaban.
    Procuran «entrar» pero no hallan la puerta porque se les ha enseñado superficialmente, o porque no han estudiado por sí mismos las doctrinas Bíblicas de la Salvación.
    Si usted quiere saber exactamente que es «tener fe» o si se encuentra confundido con términos como «expiación» y «regeneración», qué significa «arrepentirse», «nacer de nuevo», «ser salvo por gracia» y cómo recibir el «perdón de pecado», usted encontrará en este libro una explicación Bíblica completa y muy sencilla de entender, de las doctrinas cristianas de salvación, expuestas por un profesor de teología práctica que entiende la teoría y de estas enseñanzas tan importantes y cómo se pueden aplicar en la vida diaria.
    Las Doctrinas Bíblicas de la Salvación
    Cuando alguien una vez le preguntó acerca de la salvación del alma, Jesús dijo: «Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.» Lucas 13:24
    Para entender qué es lo que Él nos quiere decir en este pasaje, necesitamos definir primero ¿quiénes son los que procuran entrar a la vida eterna? Primero veamos quienes son los que NO PROCURAN ENTRAR. Los que no procuran entrar son los que no se acercan a una iglesia, ni a templos, ni a Dios, ni a nada relacionado con la Biblia. La gente que no procura estas cosas evidencía claramente que no tiene ningún interés en la salvación de su alma.
    Ahora pues, ¿quiénes son los que SÍ procuran entrar en esa salvación? Es obvio que son aquellos que domingo a domingo asisten a reuniones cristianas o religiones, o a la iglesia; aquellos que estudian la Biblia, que oran, que se bautizan, que cantan himnos o alabanzas a Dios, que sirven, ayudan o predican, etc. Estos son los que están procurando entrar al reino de Dios. Pero si leemos el pasaje que estamos estudiando otra vez; nos damos cuenta de algo muy alarmante. Jesús dice, que de esos que sí están buscando su salvación, muchos no podrán entrar al cielo, en otras palabras Jesús está advirtiéndonos que LA MAYORÍA de los que domingo a domingo asisten a la iglesia, estudian la Biblia y oran y cantan en las iglesias, SE VAN A PERDER, o sea «procurarán entrar y no podrán». ¡Qué tragedia!, ¡la mayoría de los que asisten a las iglesias o grupos cristianos se van a perder eternamente!, ¡vuélvelo a leer!: «porque os digo que MUCHOS PROCURARÁN ENTRAR; Y NO PODRÁN.» ¿Por qué va a suceder esto? ¿Por qué muchos irán al infierno? Jesús nos da la respuesta en dos pasajes: «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que HACE la voluntad de mi Padre que está en los cielos.» (Mateo 7:21) «Pero cualquiera que me oye estas palabras y NO LAS HACE, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.» (Mateo 7:26-27)
    En estos textos Jesús nos está explicando que hay personas que se dicen pueblo de Dios, gente que lo llama «Señor, Señor», que escucharán las palabras de Dios y profesarán creerlas, pero que NO LAS PONEN POR OBRA. Gente aparentemente cristiana que dice conocer las enseñanzas de la salvación, pero que estas doctrinas no transforman sus vidas.
    Hoy estamos viviendo esos días; hoy hay muchísima gente que habla del arrepentimiento SIN realmente vivirlo. Gente que habla de la fe sin poderla explicar, ni mucho menos mostrar los frutos; se menciona mucho la gracia y no se conocen sus verdaderos efectos; se predica «un nuevo nacimiento» sin siquiera poder reconocerlo cuando ocurre. Si la gente ni siquiera entiende el significado de estas verdades de la salvación, ¿cómo puede esperar que la gente las practique y las viva? ¡Por eso las personas parecen andar a ciegas buscando la puerta y pasan años sin encontrarla! y luego se decepcionan porque no obtuvieron la vida espiritual victoriosa y abundante que buscaban. En resumen, hay muchos «que procuran entrar» al reino de los cielos SIN SABER CÓMO. Sencillamente no conocen el verdadero significado de las enseñanzas de Jesús en cuanto a esto. Las palabras FE, GRACIA, ARREPENTIMIENTO, NUEVO NACIMIENTO, etc., son conceptos sumamente SERIOS y un error en su significado puede ser la causa de que usted sea uno de aquellos muchos que procurarán entrar y NO PODRÁN.
    El presente estudio tiene como objetivo que usted conozca, Bíblicamente, cuáles son las verdaderas enseñanzas de la salvación y cómo transforman a fondo la vida de la persona que las cree y las aplica en su vida.

    DESMINTIENDO ALGUNAS (OJO) COSAS DEL CALVINISMO... POR BRUNO escribió:
    26 octubre 2009 en 9:36 am

    El Verdadero Arrepentimiento
    Jesús dijo que para salvarse se necesitan dos cosas: «…ARREPENTÍOS, y creed en el evangelio» (Marcos 1:15). Sin arrepentimiento NO puede haber salvación. ¿Qué significa esta palabra? ¿Cómo puede una persona saber si realmente ya se arrepintió? Arrepentimiento es la palabra griega «METANOIA» que quiere decir; «cambio de manera de vivir y de ver las cosas», «Dejar atrás lo pasado, darle un giro a tu vida», «cambiar de camino, dejando atrás tus pecados, sintiendo tristeza y pesar por haber actuado mal». Estas son las características Bíblicas de haber tenido un genuino arrepentimiento:
    Características Bíblicas:
    1) Sentir TRISTEZA por tus pecados.
    2) Avergonzarte por ellos ANTE DIOS.
    3) Confesarlos a Dios.
    4) Incluye el abandono DE LA PRACTICA de pecar.
    5) Abandonar los pecados no sólo externamente sino también de CORAZÓN.
    6) Es hacer LO CONTRARIO de lo que hacías antes. Ejemplo: antes mentía, ahora hablo siempre la verdad; antes tenía rencor ahora perdono.
    «Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación.» (2 Corintios 7:10)
    «Al oír esto (la predicación), se compungieron de corazón…» Hechos 2:37
    «El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.» Proverbios 28:13
    «DEJE el impío su camino.» Isaías 55:7
    [La palabra «deje», en la traducción griega del A.T. es «APOLIPETO» que significa exactamente ABANDONAR]
    «Deje el impío su camino, y el hombre inicuo SUS PENSAMIENTOS.» Isaías 55:7
    «…que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento». Hechos 26:20
    Viendo lo que dice la Biblia; si una persona está verdaderamente arrepentida, sentirá tristeza y vergüenza porque ha ofendido a Dios y a los hombres con sus pecados, los confesará a Dios sin pretextos ni excusas, abandonará sus pecados y comenzará a hacer lo recto y lo justo. Esto exactamente es lo que Jesús quiso decir al predicar «arrepentíos». El que no ha tenido esta experiencia NUNCA se ha arrepentido verdaderamente, tal vez ha tenido remordimiento, que es muy común, o quizás se ha sentido un poco mal por su manera de vivir, pero si no llena todas las características Bíblicas, no se ha llevado a cabo un arrepentimiento Bíblico y no puede entrar a la salvación ni a la vida eterna, ni a las bendiciones que Dios tiene preparadas. Creo que sin lugar a dudas ahora usted podrá comprender por qué Jesús dijo que muchos «procurarán entrar, y no podrán». El arrepentimiento es algo difícil, especialmente para aquellos que aman mucho sus pecados y se niegan a abandonarlos. El arrepentimiento que Jesús dice es algo serio y profundo. Es un hecho radical en el cual un ser humano decide dejar de servir al pecado y se rinde sin condición a Dios, dolido por haberlo ofendido. Es una crisis. El punto decisivo en donde un hombre aborrece su vida pasada y su mala manera de vivir; sin pretextos, sin excusas ni justificaciones y de su propia voluntad y libre albedrío escoge abandonar esa vida y obedecer gustosamente en todo al Señor Jesús, sin límites, ni reservas. Esta enseñanza Bíblica del arrepentimiento está siendo quitada o minimizada en el cristianismo moderno, eso explica por qué tanta gente que se dice cristiana vive a veces peor que los mismos incrédulos.

    DESMINTIENDO ALGUNAS (OJO) COSAS DEL CALVINISMO... POR BRUNO escribió:
    26 octubre 2009 en 9:37 am

    La Verdadera Fe que Salva
    Jesús dijo: «… arrepentíos y CREED». Marcos 1:15
    La palabra creer viene del griego «PISTIS» que significa CONFIAR y también OBEDECER. Quiere decir, en resumen: «Confianza obediente». Como cuando un hijo, por la gran confianza que le tiene a su padre obedece sus instrucciones sin chistar.
    Creer en Jesús para salvarte, obviamente implica aceptar los hechos de su nacimiento, vida, muerte y resurrección; implica aceptar que Él es Dios, que murió como pago del juicio que te tocaba a ti por ser pecador; creer también implica que entiendes que el único camino a Dios es Jesús y que no te puedes salvar por tus propios méritos; pero con todo eso la Biblia dice que: «También los demonios creen, y tiemblan.» Santiago 2:19
    Los demonios también SABEN, intelectualmente TODAS estas cosas. Muchos religiosos también, sin embargo, ni unos ni otros son salvos por creer intelectualmente para salvarse. Es necesario otro tipo de fe: La fe del corazón. He aquí sus características Bíblicas:
    1. La persona debe estar PRIMERAMENTE ARREPENTIDA. La Biblia dice que el ORDEN es así: «testificando a judíos y a gentiles acerca del (1º) arrepentimiento para con Dios, y (2º) de la fe en nuestro Señor Jesucristo.» Hechos 20:21. Si no hay arrepentimiento la fe no te salva.
    2. En la verdadera fe la persona sabe que no se puede salvar ni obtener perdón por sus propios méritos o esfuerzos, sino sólo por Jesucristo que murió por ella: «sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo.» Gálatas 2:16
    3. La fe incluye confianza total en Jesús que me amó tanto que murió por mí, aunque yo nunca merecí que hiciera eso. «lo que ahora vivo…lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y SE DIO A SÍ MISMO POR MÍ.» Gálatas 2:20
    Sin un entendimiento claro de que Jesús me AMÓ Y MURIÓ POR MÍ personalmente, y sin confianza en ese Jesús no hay verdadera fe, en Gálatas 2:21 el Espíritu mismo dice que en ese HECHO se expresa toda la gracia de Dios para mí.
    4. Debes creer todo lo anterior, no como un mero conocimiento mental, ni con dudas o desconfianza, sino debe ser de TODO CORAZÓN. «Felipe dijo: Si crees DE TODO CORAZÓN…» (Hechos 8:37) «Porque CON EL CORAZÓN se cree para justicia…» (Romanos 10:10).
    ¿Qué Resultados Produce la Fe Verdadera?
    1. El creer ASÍ purifica el corazón. La persona tiene intenciones puras y metas puras, ya no anhela el pecado y tiene la conciencia limpia de sus hechos pasados, pues ha sido perdonada. «…purificando por la fe sus corazones.» Hechos 15:9
    2. La verdadera fe siempre debe tener OBRAS. «Así también la fe, si no tiene obras, es muerta…» (Santiago 2:17)
    La persona que tiene fe en Jesús está SIEMPRE ACTIVA para servir a Jesús y al prójimo, NO necesita regaños, ni empujones para hacer las cosas. Un miembro pasivo o inactivo en un grupo cristiano, no tiene verdadera fe, no es salvo.
    3. El que tiene una fe real hace las cosas POR AMOR, no por miedo, ni por rutina, ni por quedar bien con el hombre. «porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino LA FE QUE OBRA POR EL AMOR.» Gálatas 5:6
    4. La verdadera fe produce en el individuo PAZ; profunda paz para con Dios y consigo mismo, pues ha sido perdonado y esa paz le da estabilidad a toda su vida, pues es la paz de Dios. «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.» Romanos 5:1
    5. Es una fe firme; no está retrocediendo al pecado y al mundo a cada momento. Esa fe DA UNA protección contra los ataques de la tentación. «Pero nosotros no somos DE LOS QUE RETROCEDEN para perdición, sino de los que tienen fe PARA PRESERVACIÓN DEL ALMA.» Hebreos 10:39
    Estas son las características de la verdadera fe. Esto es lo que es la fe y lo que PRODUCE en la persona; por lo tanto si alguno tiene ESTA FE: estará arrepentido, confiado SIN DUDAR en Jesús y en su amor, tendrá un CORAZÓN PURO, le obedecerá activamente, y no estará retrocediendo cada semana o cada mes a sus antiguos pecados y hábitos. Tendrá paz consigo mismo y con Dios y se sentirá plenamente aceptado y confiado con el Señor. Esta es la fe que salva. Así lo dice la Biblia y NO hay otra. La multitud de personas que presumen de tener «mucha fe» y no tienen las características anteriores, simplemente están viviendo engañadas, pues su «fe» no es conforme a las Escrituras.
    La Verdadera Gracia
    Actualmente muchas personas hablan acerca de la gracia de Dios; se mencionan frecuentemente frases y pasajes Bíblicos como: «la salvación es por gracia», «estamos bajo la gracia» y «soy salvo por la gracia de Dios». La palabra gracia viene del griego «CHARIS» y quiere decir «EL FAVOR INMERECIDO DE DIOS». La gracia de Dios para el hombre se resume en el llamado para el arrepentimiento y la muerte del precioso hijo de Dios, Jesucristo, para PAGAR la culpa de los pecadores. Esto lo hizo Dios por gracia, como FAVOR ya que NO tenía ninguna obligación de hacer esto.
    1.) Cuando una persona totalmente arrepentida y quebrantada entiende que Jesús le amó tanto que murió por ella y confía con todo su corazón en ese Jesús, ha recibido la salvación por gracia. «testificando a judíos y a gentiles acerca del ARREPENTIMIENTO PARA CON DIOS, y de la FE EN NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO… Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia.» Hechos 20:21 y 32
    ¡Este es el evangelio de la gracia!, todo aquél que recibe este mensaje y lo vive está bajo EL FAVOR o Gracia Divina y tendrá la bendición y ayuda de Dios para vivir cristianamente e ir al cielo. Es muy importante dejar claro que la verdadera gracia que salva no es una especie de permiso que Dios le extiende a los creyentes para pecar sin ser castigados (como si fuera una especie de indulgencia católica) sino al contrario, ¡es un poder divino para ser libre del pecado!
    2.) La gracia que salva: es la que nos enseña a renunciar al pecado y al mundo y a vivir para Jesucristo de todo corazón. «Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, ENSEÑÁNDONOS que, RENUNCIANDO a la impiedad (pecado) y a los deseos mundanos (búsqueda de placer y diversiones vanas, carnales, propias de los inconversos), vivamos en este siglo sobria, justa (haciendo el bien a los demás) y piadosamente (devotos y dedicados a las cosas de Jesucristo).»
    Tito 2:11-12 Paréntesis del Autor.
    ¿Cómo Podemos Saber que una Persona Ha sido Realmente Salva y está bajo la Gracia?
    La Gracia de Dios es la que nos da poder para que el pecado no tenga dominio sobre nosotros. «Porque el pecado NO enseñoreará (no tendrá dominio) de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.» Romanos 6:14 Paréntesis del Autor.
    Por lo tanto la persona que está dedicada a servir a Jesucristo y que sus pecados ya no lo dominan, ésa, está bajo la gracia. Ha sido salvada por gracia. Pero si la persona todavía practica pecados -como mentiras, enojos, codicias con sus ojos, avaricia, rencores, etc.-, pero dice que por gracia es salva, está bajo una falsa gracia QUE NO SALVA, de la cual la Biblia nos advierte diciéndonos que algunos falsos maestros iban a enseñar. «Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que CONVIERTEN EN LIBERTINAJE LA GRACIA de nuestro Dios…» Judas 4.
    Estos falsos maestros están hoy en día en muchas iglesias enseñando que una persona es salva aunque siga bajo el dominio de sus deseos mundanos, de varios de sus pecados. La razón que los falsos maestros dan para decirle a la gente que no hay problema si siguen en mundanalidad y en pecado es la siguiente: «No estamos bajo la ley, sino bajo la gracia». Escucha lo que contesta la Biblia ante semejante mentira: «¿Qué pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. Porque los que hemos MUERTO al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?» Romanos 6:15 y 2.
    Estos falsos maestros convierten en libertinaje la gracia de Dios; en otras palabras, dicen que eres salvo por gracia, aunque sigas practicando mentiras, enojos, robos, vanidades, malos deseos, etc. porque por estar bajo la «gracia», Dios como quiera te llevará al cielo. En otras palabras se engañan a sí mismos, rebajan la gracia y la convierten en una «indulgencia católica», en un permiso para pecar sin ser castigados, según creen.
    En Resumen
    Si alguno SIGUE PRACTICANDO uno o más pecados no lo ha salvado la gracia verdadera de Dios. Si no tiene PODER, o sea el favor de Dios para vencer los antiguos hábitos y tentaciones, aún no está bajo la gracia, pues lucha y fracasa EN SUS PROPIAS FUERZAS. Si no se ha arrepentido SEGÚN EL CONCEPTO BÍBLICO, ni se siente limpio, amado y aceptado por Jesucristo, sin dudas, ni temores, aún no ha recibido EL MENSAJE DE LA GRACIA.

    DESMINTIENDO ALGUNAS (OJO) COSAS DEL CALVINISMO... POR BRUNO escribió:
    26 octubre 2009 en 9:39 am

    La Verdadera Justificación
    Cuando una persona se arrepiente y cree, entonces recibe la gracia de Dios y es perdonada de todo lo pasado. Ya no está bajo la ira de Dios, sino bajo su favor o gracia. Esto quiere decir que ya no está destinada al infierno que antes merecía por sus pecados, ya que no está bajo condenación o culpa por lo que hizo en el pasado.
    Dios ahora la trata como si nunca hubiera debido anda, y se agrada de esa persona. A tales personas Dios las declara «Justificadas», Dios las declara justas; y aparte les da EL PODER para vivir rectamente; a esto se le llama JUSTIFICACIÓN.
    ¿Cómo Sabemos que Alguien Ha Sido en Verdad Justificado?
    1) El que ha muerto a sus pecados pasados, al yo, y al egoísmo ha sido justificado. «porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.» Romanos 6:7
    2) El que tiene paz y no lo culpa del pasado su conciencia. «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.» Romanos 5:1
    3) El que ha sido justificado no camina en la carne sino en el Espíritu, no es alguien carnal. «Para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.» Romanos 8:4
    4) Aparte de sentirse perdonado VIVE rectamente; haciendo justicia. «Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.» 1 Juan 3:7
    Si alguien es aún carnal, no ha muerto al yo, vive con su conciencia intranquila o no hace justicia con sus semejantes NO ESTÁ en un estado de justificación, Dios NO lo declara inocente sino TODO LO CONTRARIO. Está en estado de CONDENACIÓN, no ha sido justificado por Jesucristo Bíblicamente hablando, y está perdido. Por cierto, no importa que una persona diga creer en Jesús o haber hecho la oración de aceptar a Cristo, si no tiene todo lo anterior, no ha recibido la justificación que Dios otorga. A veces cuando escucho a algunas personas decir ligeramente que han «aceptado a Jesús» yo les contesto: «Tú has aceptado a Jesús, pero ¿estás seguro de que Él ya te aceptó a ti?» La idea que algunos tienen de que la salvación viene por hacer una simple oración, sin tener en cuenta el arrepentimiento y la fe que se ejerza es antibíblica. De hecho es Dios quien acepta al hombre. El hombre es el que ha pedido y necesita con humildad acercarse al Señor para recibir de Él la justificación.

    DESMINTIENDO ALGUNAS (OJO) COSAS DEL CALVINISMO... POR BRUNO escribió:
    26 octubre 2009 en 9:40 am

    «mucha fe» y no tienen las características anteriores, simplemente están viviendo engañadas, pues su «fe» no es conforme a las Escrituras.
    La Verdadera Gracia
    Actualmente muchas personas hablan acerca de la gracia de Dios; se mencionan frecuentemente frases y pasajes Bíblicos como: «la salvación es por gracia», «estamos bajo la gracia» y «soy salvo por la gracia de Dios». La palabra gracia viene del griego «CHARIS» y quiere decir «EL FAVOR INMERECIDO DE DIOS». La gracia de Dios para el hombre se resume en el llamado para el arrepentimiento y la muerte del precioso hijo de Dios, Jesucristo, para PAGAR la culpa de los pecadores. Esto lo hizo Dios por gracia, como FAVOR ya que NO tenía ninguna obligación de hacer esto.
    1.) Cuando una persona totalmente arrepentida y quebrantada entiende que Jesús le amó tanto que murió por ella y confía con todo su corazón en ese Jesús, ha recibido la salvación por gracia. «testificando a judíos y a gentiles acerca del ARREPENTIMIENTO PARA CON DIOS, y de la FE EN NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO… Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia.» Hechos 20:21 y 32
    ¡Este es el evangelio de la gracia!, todo aquél que recibe este mensaje y lo vive está bajo EL FAVOR o Gracia Divina y tendrá la bendición y ayuda de Dios para vivir cristianamente e ir al cielo. Es muy importante dejar claro que la verdadera gracia que salva no es una especie de permiso que Dios le extiende a los creyentes para pecar sin ser castigados (como si fuera una especie de indulgencia católica) sino al contrario, ¡es un poder divino para ser libre del pecado!
    2.) La gracia que salva: es la que nos enseña a renunciar al pecado y al mundo y a vivir para Jesucristo de todo corazón. «Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, ENSEÑÁNDONOS que, RENUNCIANDO a la impiedad (pecado) y a los deseos mundanos (búsqueda de placer y diversiones vanas, carnales, propias de los inconversos), vivamos en este siglo sobria, justa (haciendo el bien a los demás) y piadosamente (devotos y dedicados a las cosas de Jesucristo).»
    Tito 2:11-12 Paréntesis del Autor.
    ¿Cómo Podemos Saber que una Persona Ha sido Realmente Salva y está bajo la Gracia?
    La Gracia de Dios es la que nos da poder para que el pecado no tenga dominio sobre nosotros. «Porque el pecado NO enseñoreará (no tendrá dominio) de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.» Romanos 6:14 Paréntesis del Autor.
    Por lo tanto la persona que está dedicada a servir a Jesucristo y que sus pecados ya no lo dominan, ésa, está bajo la gracia. Ha sido salvada por gracia. Pero si la persona todavía practica pecados -como mentiras, enojos, codicias con sus ojos, avaricia, rencores, etc.-, pero dice que por gracia es salva, está bajo una falsa gracia QUE NO SALVA, de la cual la Biblia nos advierte diciéndonos que algunos falsos maestros iban a enseñar. «Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que CONVIERTEN EN LIBERTINAJE LA GRACIA de nuestro Dios…» Judas 4.
    Estos falsos maestros están hoy en día en muchas iglesias enseñando que una persona es salva aunque siga bajo el dominio de sus deseos mundanos, de varios de sus pecados. La razón que los falsos maestros dan para decirle a la gente que no hay problema si siguen en mundanalidad y en pecado es la siguiente: «No estamos bajo la ley, sino bajo la gracia». Escucha lo que contesta la Biblia ante semejante mentira: «¿Qué pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. Porque los que hemos MUERTO al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?» Romanos 6:15 y 2.
    Estos falsos maestros convierten en libertinaje la gracia de Dios; en otras palabras, dicen que eres salvo por gracia, aunque sigas practicando mentiras, enojos, robos, vanidades, malos deseos, etc. porque por estar bajo la «gracia», Dios como quiera te llevará al cielo. En otras palabras se engañan a sí mismos, rebajan la gracia y la convierten en una «indulgencia católica», en un permiso para pecar sin ser castigados, según creen.
    En Resumen
    Si alguno SIGUE PRACTICANDO uno o más pecados no lo ha salvado la gracia verdadera de Dios. Si no tiene PODER, o sea el favor de Dios para vencer los antiguos hábitos y tentaciones, aún no está bajo la gracia, pues lucha y fracasa EN SUS PROPIAS FUERZAS. Si no se ha arrepentido SEGÚN EL CONCEPTO BÍBLICO, ni se siente limpio, amado y aceptado por Jesucristo, sin dudas, ni temores, aún no ha recibido EL MENSAJE DE LA GRACIA.

    DESMINTIENDO ALGUNAS (OJO) COSAS DEL CALVINISMO... POR BRUNO escribió:
    26 octubre 2009 en 9:40 am

    La Verdadera Regeneración o Nuevo Nacimiento
    La Biblia enseña que «…el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.» Juan 3:3
    A este «nacer de nuevo» es lo que se llama en sentido teológico, la doctrina de la regeneración, ¿cómo saber si alguien verdaderamente ha nacido de nuevo o ha sido engendrado por Dios, o nacido de Dios, todo lo cual es la misma cosa?
    1. Los que han nacido de Dios ya no practican el pecado. «Todo aquel que es nacido de Dios, NO PRACTICA EL PECADO…» 1 Juan 3:9
    2.) Los que han nacido de Dios no se deleitan con los deseos del mundo como son: la televisión, el cine, la música mundana, revistas vanas, etc. «El mundo» Bíblicamente hablando, es todo aquello que tiene una influencia anticristiana; es todo aquello que apela a los deseos de la carne, los deseos de los ojos y a la vanagloria. 1 Juan 2:16.
    «Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo.» 1 Juan 5:4 «No améis al mundo, ni las cosas que están el mundo. Si alguno ama al mundo, el AMOR DEL PADRE NO ESTÁ EN ÉL. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, NO PROVIENE DEL PADRE, SINO DEL MUNDO.» 1 Juan 2:15:16
    3.) Los que han nacido de nuevo tienen un cambio radical con relación a su manera de vivir. «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.» 2 Corintios 5:17
    4.) Viven una vida continua haciendo buenas obras; algunos ejemplos de buenas obras son: predicar a los perdidos, dar de comer al hambriento, visitar a los pobres y a los encarcelados, ayudar a los enfermos, etc. «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.» Efesios 2: 10
    Por lo tanto, si la persona realmente nació de nuevo, las evidencias serán que ya no practica sus pecados pasados, ni quiere nada de la influencia del mundo, su vida ha experimentado en todas las áreas un cambio radical a favor de Cristo y vive sirviendo a su prójimo con buenas obras.
    Pero si todavía practica algún pecado pasado, se deleita en las diversiones vanas como la televisión, el cine, etc.; o si hay algún área de su vida que no se ha alineado con la voluntad de Dios o si no es útil ni a Dios, ni sirve a su prójimo: no ha sido regenerado, no ha nacido de Dios y es todavía hijo del diablo. Conforme a lo que dice la Biblia: «El que practica el pecado es del diablo.» 1 Juan 3:8
    «Todo aquél que ama, es nacido de Dios.» 1 Juan 4:7
    ¿Cómo podrá alguno decir que tiene verdadero amor si ve que la gente afuera se pierde por no conocer el evangelio, y no se esfuerza en predicarles? ¿Tendrán amor aquellos que nunca tienen tiempo de visitar a los enfermos, encarcelados y pobres que sufren, pero sí tienen tiempo para pasar horas ante la televisión y en sus diversiones mundanas? No tienen ni una gota de verdadero amor. No han nacido de nuevo. Si alguien se pregunta cómo nacer de nuevo, revise el capítulo sobre arrepentimiento y la fe, pues sólo un profundo arrepentimiento y una fe de corazón son el camino a esto.
    La Verdadera Expiación o el Perdón de Pecados
    Seguramente usted habrá conocido multitudes de personas que dicen que creen que Jesús murió por ellos o que ya les han sido perdonados sus pecados. Veamos que dice la Biblia respecto al perdón de pecados: «Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado» (Salmo 32:1). La palabra bienaventurado quiere decir «muy feliz», o «felicísimo» aquél que llegase a ser perdonado. Esto nos habla de la actitud de aquellos que reciben el perdón de pecados, lo cual, sin excepción, afecta todas las áreas de su vida. ¿Cómo saber si alguien ha sido perdonado de sus pecados? ¿Cómo viven los que en verdad creen que sus pecados han sido cubiertos por la sangre de Jesucristo?
    1.) Andan en amor, o sea, viven habitualmente amando a la gente a su alrededor. «Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.» Efesios 5:2
    2.) Y el que anda en amor vive así: «todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, no guarda rencor, no se envanece, no hace NADA INDEBIDO, se goza de la verdad….» 1 Corintios 13:4-7
    3.) Aquellos que han sido perdonados por la fe en la expiación, han sido libres de la práctica del pecado. «He aquí el Cordero de Dios, que QUITA el pecado del mundo.» Juan 1:29
    4.) Tienen una conciencia limpia; lo que significa que ya no se sienten culpables ante Dios por nada de lo que hicieron en su vida pasada. No importa como haya sido esto. «¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo.» Hebreos 9:14
    (Las obras muertas son aquellas obras que el hombre hace para apaciguar su conciencia que le acusa de pecado).
    5.) También viven una vida de santidad. «En esa voluntad somos SANTIFICADOS mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.» Hebreos 10:10
    6.) Finalmente los que han sido perdonados siguen el ejemplo de Jesús, viviendo una vida justa y recta. «Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas.» 1 Pedro 2:21 «Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados vivamos a la justicia.» 1 Pedro 2:24
    Por lo tanto los que andan en verdadero amor con una conducta limpia, sin práctica del pecado y viviendo justa y rectamente, han experimentado el ser perdonados. Pero si alguno no anda así, solamente sabe intelectualmente que Dios perdona pecados, pero no lo ha experimentado en su vida y aún está sin el perdón.

    DESMINTIENDO ALGUNAS (OJO) COSAS DEL CALVINISMO... POR BRUNO escribió:
    26 octubre 2009 en 9:40 am

    La Verdadera Santificación
    La palabra santificación viene del griego HAGIOS, y del hebreo KADOSH que quiere decir: «estar separado», «ser puro». Es vivir apartado de toda maldad para agradar a Dios, la Biblia dice: «sin santidad nadie verá al Señor» Hebreos 12:14.
    Veamos que tipo de santidad es la requerida en el Nuevo Testamento para ver a Dios, o sea, para poder llegar al cielo. Quiero aclarar que la santidad es LA EVIDENCIA de haberse arrepentido y creído en Jesús. Cuando alguien lo ama, y cree de verdad, le será natural vivir apartado para Él.
    Los que tienen santidad:
    1.) Han sido libertados de la práctica de pecar. «Más ahora que habéis sido LIBERTADOS DEL PECADO y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.» Romanos 6:22.
    2.) Son santos EN TODAS las áreas de su vida, y no sólo en algunas, y no se conforman a los deseos que antes tenían. «como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino como aquél que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir.» 1 Pedro 1:14-15
    Por lo tanto, si una persona está apartada de lo malo y de lo mundano para agradar a Dios y es libre de la práctica de pecado, tiene santidad; pero, si hay áreas que no ha entregado a Dios y todavía no ha sido libertado del pecado no es santa y por consecuencia NO VERA AL SEÑOR CUANDO MUERA. De acuerdo a la Biblia. «Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.» Hebreos 12:14 «…de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, MEDIANTE LA SANTIFICACIÓN POR EL ESPÍRITU Y LA FE EN LA VERDAD.» 2 Tesalonicenses 2:13.
    Si no hay una vivencia de santidad no ha habido salvación, pues la consecuencia de un verdadero arrepentimiento y fe de corazón en Jesucristo, es la de vivir una vida santa.
    Querido Lector
    Acaba usted de leer una exposición totalmente Bíblica de las enseñanzas básicas acerca de LA SALVACIÓN DEL ALMA. En otras palabras, una persona verdaderamente salva habrá EXPERIMENTADO esas doctrinas EN SU PROPIA VIDA, y si no, la Biblia le asegura que no ha sido salva. Como se ha dado usted cuenta las palabras ARREPENTIMIENTO, FE, GRACIA, etc., son conceptos muy serios y de vital importancia. Todas estas doctrinas producen siempre una vida obediente, santa, pura y feliz, pues: «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.» Mateo 7:21.
    Si alguno dice que tiene fe, pero no es la fe Bíblica; o si alguien dice ser salvo sin haberse arrepentido COMO LA BIBLIA MANDA, está viviendo en un peligroso engaño. Lo mismo los que dicen estar en la gracia o haber nacido de nuevo, cuando ni siquiera entienden a que se refiere la Biblia. Haga un alto en su vida hoy y examínese a la luz de la Palabra de Dios; deje que ella sea su ÚNICA regla para determinar si su fe es verdadera, y está viviendo bajo la gracia de Dios.
    Haga a un lado los credos, las tradiciones religiosas, las opiniones de tal o cual predicador y enfrente su experiencia con los textos Bíblicos que acaba de examinar. Si su vida concuerda con lo que acaba de leer, tiene usted la experiencia genuina de salvación y la Biblia lo certifica. Pero si su experiencia cristiana no es ésa, la misma Biblia, con la autoridad misma de Dios, le asegura que usted NO HA SIDO SALVO. Ha estado abrazando falsas doctrinas en cuanto a la salvación y eso le ha impedido entrar al reino de los cielos, a esa experiencia de salvación, poderosa y libertadora que Jesús prometió. Si usted realmente tiene un serio interés en su salvación, le invito a abandonar y rechazar las ideas falsas y antibíblicas para que esté usted libre para poder buscar a Dios en la forma correcta. El seguir la doctrina Bíblica siempre producirá resultados Bíblicos.
    Es mejor ser honestos con Dios AHORA, y reconocer que no hemos sido salvos, a EQUIVOCARNOS y después darnos cuenta de que ya es DEMASIADO TARDE para arreglar las cosas. Recordemos la advertencia de Jesús:
    «…porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.»
    Lucas 13:24

    Pedro Camino escribió:
    27 octubre 2009 en 2:27 pm

    ¿Cómo puedo ver la serie completa por partes?

    Armando Valdez respondido:
    27 octubre 2009 en 2:29 pm

    intenta buscando «calvinismo»

    José escribió:
    8 noviembre 2009 en 2:28 pm

    “TODO ESTÁ EN CRISTO, DE LO CONTRARIO NO NOS QUEDA NI UN SOLO RAYO DE ESPERANZA”

    Éstas fueron las palabras del testimonio de Henry .A. Ironside, en su libro: “SANTIDAD; la falsa y la verdadera” quién llegó a ser, por la SOLA GRACIA de Dios, un gran siervo del Señor y maestro de Las Escrituras.
    Ironside fue una de las tantísimas víctimas del “Movimiento de Santidad”; su cuerpo y nervios fueron arruinados por ésa búsqueda de la “Limpieza del Pecado Innato”. Él predicaba que La Biblia prometía completa libertad del pecado congénito a todo aquél que se sometiera de modo absoluto a la voluntad de Dios; esto aún estando atormentado por el pensamiento de que podía finalmente ser perdido porque, “sin santidad nadie verá al Señor”, y por más que trató, no podía estar seguro de poseer tal grado de santidad.
    Creía estar seguro de haber hecho esto último: ¿por qué, entonces, no había sido liberado de su mente carnal? Le parecía haber cumplido todas las condiciones, y que Dios, por su parte, había fallado en cumplir lo que había prometido. (A qué punto vil llegó su pensamiento).
    No pudo resistir más y, terminó tan atribulado que no podía continuar trabajando; por pedido suyo, fue enviado a la “Casa de Descanso Beulah”, cerca de Oakland. Aún allí, siguió en la búsqueda de la perfección en la carne.
    Junto con otras 14 personas afectadas por la misma causa, comenzaron a escudriñar fervientemente y con oración Las Escrituras. Paso a paso fueron apareciendo los primeros fulgores del amanecer. Se dieron cuenta que habían estado mirando dentro de ellos mismos para hallar la santidad, en vez de mirar hacia fuera de ellos. Reconocieron que la gracia que los había salvado al comienzo, era la misma gracia que podía llevarlos adelante. Se fue apoderando de él que la “santidad”, el “amor perfecto”, la santificación y toda otra bendición eran suyas en Cristo y suyas para siempre desde el momento que había creído, y todo de gracia. ¡Había estado mirando a otro hombre (al que no era) cuando todo se hallaba en el Hombre Cristo Jesús! Cristo lo liberó de la introspección, permitiéndole ver que la santidad perfecta y el amor perfecto han de ser hallados, no en uno mismo, sino en Cristo Jesús solamente. Así fue separado de la “Sociedad Perfeccionista” ó “Gente de Santidad”

    La profesión de “santidad” induce a un sutil orgullo espiritual farisaico. También al afirmar que yo vivo sin pecado, trae en conclusión que nada de lo que haga es pecado. Ésta enseñanza carnal endurece la conciencia y reduce la norma cristiana de vida al nivel de una pobrísima experiencia personal y a exageraciones.

    Los escritores sobre el tema de la santidad diferencian la justificación de la santificación.
    La santificación (según ellos) es una obra de gracia por la cual los pecadores son hechos justos, libertados de sus hábitos pecaminosos al venir a Cristo; pero en el justificado queda un principio corruptible, un árbol malo o “raíz de amargura” que tiende continuamente al pecado. Si el creyente cede a éste impulso y peca deliberadamente, cesa de estar justificado; la erradicación de ésta raíz pecaminosa es santificación. La limpieza de la naturaleza humana de todo pecado innato por la sangre de Cristo y el fuego purificador del Espíritu Santo, Quién quema toda la escoria, al ponerse todo sobre el altar del sacrificio. Ésta y sola ésta es verdadera santificación, una distintiva segunda obra de gracia, subsiguiente a la justificación, y sin la cual ésa justificación puede perderse.

    José escribió:
    8 noviembre 2009 en 2:29 pm

    Ahora sometamos éstas afirmaciones a la prueba de Las Escrituras y ver si constituyen sana doctrina.
    Vale recordar que santidad y santificación son sinónimas y se usan ambas palabras para traducir el mismo nombre tanto en el hebreo como en el griego. Santificar; apartar. Santificación; separación.

    (1) Las Escrituras enseñan distintivamente la santificación de objetos: “Ungirás también el altar del holocausto y todos sus utensilios; y santificarás el altar, y será un altar santísimo. Asimismo ungirás la fuente y su base, y será santo” (Éx. 40:11-12). ¿Debemos suponer que se operó un cambio en la naturaleza de los vasos o se extirpó de ellos algún principio de maldad? Los utensilios fueron separados para el servicio Divino
    También en Éx. 19:23 leemos: “…señala límites al monte, y santifícalo” ¿Se habrá efectuado algún cambio en la estructura del monte cuando Dios dio La Ley sobre él? El monte fue apartado para Jehová porque data de La Ley.

    (2) Las personas pueden santificarse a sí mismas sin que medie acto alguno de poder divino o alguna obra de gracia tenga efecto sobre ella: “Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová…” (Éx. 19:22)
    ¿Habrán cambiado éstos sacerdotes su propia naturaleza de malas a buenas, destruyendo dentro de ellos el principio de maldad? Los sacerdotes se separaron a sí mismos de contaminación

    (3) Un hombre puede santificar a otro: “Ve al pueblo y santifícalos hoy y mañana…” (Éx. 19:10)
    ¿Qué cambio interno pudo producir Moisés en el pueblo? Es evidente que no fue eliminado el pecado innato en ellos. Moisés separó al pueblo de la inmundicia

    (4) Personas pueden santificarse a sí mismas para cometer iniquidad: “Los que se santifican y se purifican en los huertos, unos tras otros, los que comen carne de cerdo y abominación y ratón, juntamente serán talados, dice Jehová” (Is. 66:17) ¡Qué monstruosa santificación es ésta! Qué absurdo pensar que aquí haya algo de limpieza interior alguna. Los apóstatas se apartaron a sí mismos para hacer iniquidad ante Jehová.

    (5) El Hijo fue santificado por el Padre: “¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfema, porque dije: Hijo de Dios soy?” (Juan 10:36). Aquí sería blasfemo decir que a nuestro Señor le fuera erradicada la naturaleza de pecaminosa. ¿O habremos de suponer que aquí “santificado” es una cosa en relación con Cristo y otra en relación con el creyente? El Padre apartó al Hijo, destinado desde antes de la fundación del mundo, para ser el Salvador de los perdidos.

    (6) El Señor Jesucristo se santificó a sí mismo: “Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad” (Juan 17:19) ¿Qué hemos de hacer con éste hecho de que el que fue santificado por el Padre se santificó a sí mismo después? Es notoria la discrepancia entre La Escritura y los teólogos de la santidad.
    Al final de Su vida en la tierra y Su obra ya consumada, el Señor Jesucristo se apartó a Sí Mismo y ascendió a la gloria, para ser objeto de los corazones de Su pueblo, a fin de que se separaran del mundo que rechazó y crucificó al Redentor.

    (7) Los incrédulos son santificados: “Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos” (1ª Co. 7:14)
    Éste incrédulo que es santificado: ¿está libre de la naturaleza pecaminosa? ¡Qué absurdo! Es puesto en una posición de privilegio externo con Dios. Comenta W. E. Vine en su comentario de 1ª Corintios: “Recibe una influencia espiritual que da la posibilidad de una genuina conversión. Igualmente los hijos nacidos de ésta unión también están puestos en un lugar de privilegio ya que uno de sus padres ama al Señor y le predica el evangelio para que lleguen a ser salvos.

    (8) Los cristianos carnales son santificados: “…a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús…no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales…porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas, disensiones, ¿no sois carnales?” (1ª Co. 1:2; 3: 1, 3) Los santificados en Cristo Jesús del cap. 1, son los carnales del cap. 3.

    (9) Se nos ordena seguir la santidad: “Seguid la paz para con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”
    (He. 12:14) ¿En qué sentido se puede seguir a un cambio de naturaleza, o como seguir a la eliminación de la mente carnal? El futuro en la gloria del creyente está ya, por la gracia Divina, asegurado. El derecho de entrar en el cielo no es por vivir vidas santas, Jesucristo es nuestro único derecho para ir al cielo. No vamos detrás de la santificación posicional; es nuestra en el momento de creer. Tampoco de la santidad perfecta porque será nuestra cuan veamos cara a cara el rostro de Aquél que quiso nuestras almas redimir. Pero sí de la santidad práctica o progresiva como prueba de vida nueva interior. Si uno no va creciendo en santidad, no es salvo; las personas que profesan ser creyentes y no siguen la santificación práctica o progresiva no verán al Señor, porque no poseen la vida de Dios.
    Cuando el Espíritu Santo mora en una persona, manifiesta Su Presencia con una vida separada; de su interior correrán ríos de agua viva.
    Pablo nos enseña:”Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está adelante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa” (Fil. 3: 13-16)

    (10) Se requiere de los creyentes que santifiquen a Dios: “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones…” (1ª Pe. 3:15) ¿Cómo habremos de entender un llamado como éste si santificación significa limpieza interior o hacer santo lo que antes era vil? Dios debe ser apartado en nuestros corazones, si es que nuestro testimonio ha de contar para Su gloria.

    (11) Personas tratadas como santificadas son, más adelante, exhortadas a ser santas: “…elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu…sino, como aquél que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1ª Pe. 1:2, 15-16) Los ya santificados somos mandados a ser santos, en lugar de ser informados que hemos sido hechos santos y que no necesitamos tal exhortación. Uno puede ser apartado para Dios en Cristo, pero aún así necesitamos la exhortación a una separación práctica de toda inmundicia y mundanalidad.

    (12) Los santificados son, no obstante, declarados perfeccionados para siempre: “porque por una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (He. 10:14) ¡Bendito sea nuestro Gran Dios y Salvador Cristo Jesús! ¡Cuánto reposo, sosiego y refrigerio trae al alma que sabe que no tiene fuerzas algunas para mantener por sus esfuerzos de santidad la salvación que es un don inmerecido de la gracia de Dios! ¡Consumado es! Dijo el Bendito Hijo Amado, el Cordero de Dios, que quitó mi pecado. Somos partícipes de las maravillosas experiencias de la justificación; somos, en el Señor, perfectos para siempre, nunca nos perderemos, ni perderemos ésa santificación de la hemos sido objeto una vez.
    Los así apartados, son perfectos para siempre delante de Dios, en cuanto a la conciencia, por el único sacrificio: el de Cristo en la cruz. Así es que somos aceptos en el Amado y eternalmente unidos a Él.

    José escribió:
    8 noviembre 2009 en 2:32 pm

    La santificación por el Espíritu es un proceso interno, es una experiencia dentro del creyente.

    La santificación por la sangre de Cristo es eterna. No es una experiencia, es posicional; tiene que ver con el lugar que el redimido ocupa en el favor eterno de Dios, invariable, incambiable, intransferible; la que no pierde eficacia ni valor ante el Padre de la gloria.

    I).- La santificación por el Espíritu Santo:
    Se refiere a la vida y conducta del creyente. Es el resultado visible de la santificación por el Espíritu Santo, que continúa progresivamente durante toda la vida terrena del convertido.
    La santificación por la sangre viene al conocimiento a causa de la obra iluminadora y el redargüir del Espíritu.

    En 1ª Co. 6:9-10 hay una lista multitudinaria de personas que no heredarán el Reino de Dios; pero en el v.11 añade: “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”
    Los corintios eran muy parecidos a los efesios (Ef. 2:1-5) y al hombre actual de todo lugar sin la gracia de Dios. Pero, un gran cambio había comenzado en ellos; y se usan 3 expresiones que conllevaban la plenitud de semejante cambio: “lavados, santificados y justificados”, y todo “en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios”
    Evidentemente el evangelio les había sido presentado, entendiendo que sólo Jesucristo era el salvador de los pecadores. La Palabra de Dios entró en lo profundo del ser, fueron despertados para ver la locura é impiedad de sus vidas lejos del Dios no conocido, y andando en tinieblas.
    Así como a ellos, La Palabra de Dios llega a todo hombre por igual, es la misma Palabra, pero no tiene el mismo efecto en todos. Algunos no heredarán el Reino de Dios…pero otros lavados, santificados, justificados.

    En 2ª Tes. 2: 13 podemos leer: “Pero nosotros debemos dar gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad”
    Notemos el orden: “…mediante la santificación por el Espíritu -la agencia divina-, “y la fe en la verdad” – la Palabra de Vida, quitando la tinieblas é introduciendo la luz del conocimiento de salvación por medio del Nombre de nuestro Señor Jesucristo.

    La mismo nos dice 1ª Pe. 1:2: “…elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas” El Espíritu Santo es el agente ejecutivo de la Triunidad, también el agente de nuestra santificación, desde que la persona es regenerada, justificada y puesta aparte para ser dedicada a Dios, hasta el día de la glorificación. La justificación no es un estado en sí; no es una obra en el alma, sino una obra hecha por Cristo a mi favor, absolutamente fuera de mí y completamente aparte de mis pensamientos y sentimientos. Es un tema que trata de posición, no de experiencia.

    Romanos 15:16: “…para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo”
    “Cada alma ganada por el evangelio no es solo llevada a un puesto de seguridad y bendición; es una ofrenda a Dios, un don que le da satisfacción, la ofrenda misma que Él busca. Cada alma cuidadosa y pacientemente instruida en las cosas de Cristo, y por ella hecha en conformidad a Su semejanza, es un alma en la que el Padre tiene contentamiento. Y asó laboramos, no solo para la salvación de los hombres, sino para la satisfacción del corazón de Dios. Éste es el más poderoso de los motivos” (G. Campbell Morgan en Luces)

    En éstos pasajes podemos ver claramente que, la santificación por el Espíritu, es el comienzo de la obra de Dios en las almas de los hombres, guiando al conocimiento pleno de la justificación, por medio de la fe en la sangre de Jesucristo. “…estando persuadido de esto que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6)

    José escribió:
    8 noviembre 2009 en 2:33 pm

    II).- Santificación por la sangre de Cristo (Según La Epístola a Los Hebreos)

    La carta a los Hebreos enseña de la santificación llamada posicional o absoluta. El argumento principal se desarrolla en los capítulos 8 al 10 inclusive, contrastándose, para demostrar esto, ambos pactos.
    El Antiguo demandaba del hombre lo que nunca obtuvo de él; perfecta obediencia, porque no podía el ser humano lograrla. El Nuevo garantiza toda bendición por medio de la obra de Cristo.
    El hombre estaba excluido del lugar santísimo, y solo una vez al año el sumo sacerdote entraba a la presencia de Dios, “no sin sangre” (9:7)
    No se enseña de una obra hecha en el alma por el Espíritu Santo, sino del glorioso resultado de la prodigiosa obra redentora consumada por el Hijo de Dios cuando se ofreció en sacrificio en la cruz del Calvario.
    El derramamiento de Su preciosa sangre es la base de toda ésta bendición: “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su sangre, padeció fuera de la puerta” (13:12). Por ningún otro medio pudimos ser purificados de nuestros pecados y apartados para Dios. Ésta perfección no es la de perfección de carácter o de experiencia, sino en cuanto a la conciencia. ¿Cómo puede un pecador inmundo, con una conciencia impura, lograr otra que no le acuse de pecado y pueda acercarse a Dios sin impedimento?: “…según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ése culto…porque la sangre de los todos y de los machos cabríos no puede quitar el pecados” (9:9 b; 10:4). La historia de Israel es la muestra de esto, ya que los continuos sacrificios demostraron que aún no se había ofrecido el que pudiera limpiar la conciencia: “De otra manera, cesarían de ofrecerse, pues los que tributan éste culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado” (10:2)
    Los sacrificios no podían quitar el pecado. Comprobado esto plenamente, Cristo dijo: “…He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí” (10:7).
    Hacer tal voluntad significó el hacerse obediente hasta la muerte, y muerte de cruz; derramando su sangre para nuestra segura y efectiva salvación: “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (10:10)
    Nuestra santificación y la ofrenda de Jesucristo permanecen o caen juntas. Dios declara que: “somos santificados”;
    No hay crecimiento ni progreso en esto, en un gran hecho cumplido en los creyentes, y siendo ésta santificación eterna en esencia, porque la obra de nuestro Gran Sumo Sacerdote está hecha perfectamente: “porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (10:14)
    Éste es el único sacrificio que purifica la conciencia, de manera que el creyente puede gozarse de que está limpio para siempre de su culpa é inmundicia por la sangre de Jesucristo. Solo así los santificados son perfeccionados para siempre en sus conciencias, por la ofrenda de Jesucristo; y la deuda totalmente cancelada: “perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz…perdón de pecados, y herencia entre los santificados” (Col. 2:13-14; Hch. 26:18)

    Pero hay una que puede dejar turbados y desorientados a los que no han entendido que, una cosa es profesión y otra posesión: “Porque si pecáramos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectativa de juicio, y de hervor de fuego que ha de
    Devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciera afrenta al Espíritu de gracia? (10:26-29)
    Así como el que es santificado por la única ofrenda de Cristo en la cruz, donde derramó su sangre está perfeccionado para siempre; aquél que la tuviere por inmunda será perdido para siempre.

    Israel, al igual que todos los que estuvieron asociados con ellos, fueron apartados para Dios en la noche de la Pascua en Egipto como después en el desierto; pero esto no implicó, necesariamente, una obra del Espíritu es sus almas. Muchos se hallaban en las casas cuyos postes y dinteles fueron pintados con sangre cuando el ángel destructor pasó matando a los desobedientes incrédulos. Ellos fueron colocados por la sangre del cordero en un lugar de bendición, en una posición en la que participaron de muchos sagrados privilegios. Lo mismo sucedió en relación con aquellos que estuvieron bajo la nube, y pasaron por el mar; todos estuvieron en la misma posición participando de los mismos beneficios exteriores… pero el desierto fue el lugar de prueba, en donde se demostró quiénes eran los verdaderos israelitas y cuáles no lo eran.
    Actualmente, Dios no tiene una nación especial a la cuál aliarse para disfrutar de una cercanía a Él exteriormente. Pero sí posee un pueblo que ha sido redimido para Él de todos los linajes, y pueblos, y naciones, por la sangre preciosa de Su Hijo Jesucristo.
    Asumir la posición cristiana es como entrar en la casa cuyos postes y dinteles estaban pintados con sangre. Todos los que son reales, verdaderos; los que se han juzgado a sí mismos delante de Dios y verdaderamente confiaron en Su Gracia, permanecerán en la casa. Si alguna sale de ella, prueba su falsedad, no quedando para el tal otro sacrificio por los pecados porque todos ellos tienen su fin en Cristo.
    De éstos hablo el apóstol cuando escribe: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” (1ª Jn. 2: 19) Éstos falsos hermanos fueron posicionalmente santificados, pero como siempre tuvieron falta de fe en el alma “salieron”, afrentando así al Espíritu de gracia y teniendo por inmunda la sangre del pacto. Éstos pecan voluntariamente (no en el sentido de andar en “rectitud, sin faltas”) renegando, apostatando de la fe en Cristo. De éstos dice Hebreos 6: 4-6: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”.
    Pero, cuando el alma está verdaderamente reposando en Cristo, la santificación posicional es eterna, dado que el Santificador y el santificado están unidos por un lazo indisoluble: “más para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios y sabiduría de Dios…Más por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1ª Co. 1: 24, 30-31)
    Ésta es la verdadera santidad y justicia de Dios inexpugnables…”y vosotros estáis completos en Él…” (Col. 2:10), pero necesitamos humillarnos cada día, debido a nuestras faltas y pecados.

    No es “mi” santidad práctica lo que me da derecho de estar entre los santos en luz, sino el hecho glorioso de que Cristo ha muerto por mis pecados, me ha comprado al precio de Su preciosa sangre, y ha resucitado para mi justificación. Su Bendita sangre me ha limpiado de todos y cada uno de mis pecados, y desde que estoy en Él, tengo vida nueva, eterna, abundante. Cristo es mi santificación y mi representante delante de Dios. Así como en la antigüedad el sumo sacerdote llevaba sobre su mitra las palabras: “Santidad a Jehová”; y sobre sus hombros y su corazón los nombres de ellos en el santuario delante de Jehová siendo él sombra de la santificación perfecta. Si era aceptado por Dios, así lo eran ellos; el pueblo era visto en el sumo sacerdote.

    Pero que debe existir una vida de congruente, coherente devoción y separación para Dios por parte nuestra, ningún verdadero creyente enseñado por el Espíritu Santo puede negarlo ni por un segundo.

    José escribió:
    8 noviembre 2009 en 2:36 pm

    III) Santificación por La Palabra de Dios (consecuencias visibles)

    “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que ellos sean santificados en la verdad” (Jn. 17:16-19)

    Ésta porción bien podría ser la introducción al tema de la santificación práctica, la justa ordenación de nuestra conducta, conformada a la voluntad revelada de Dios.
    Tengamos bien en claro que, la santificación por Las Escrituras está totalmente unida con la santificación del Espíritu Santo, Quién obra dentro de nosotros por medio de La Palabra de Dios.
    El nuevo nacimiento es la introducción en la familia de Dios; pero aún nacidos de nuevos, podemos estar a oscuras en muchas cosas, y necesitamos la luz de La Palabra para que nuestras mentes sean esclarecidas, necesitamos diariamente la santificación en la verdad, en La Palabra de Dios.
    Ésta es una obra progresiva que debe seguir siempre adelante, porque necesitamos, mientras estemos en ésta tierra, instrucción diaria en cuanto a nuestra manera de vivir, y que solo Las Sagradas Escrituras nos pueden dar.
    Entre tanto permanezcamos en éste mundo necesitamos siempre nutrirnos de La Palabra, para entenderla mejor, para aprender más plenamente su significado y, a medida que por medio de ella aprendemos más de la mente de Dios, somos llamados cotidianamente a juzgarnos en nosotros mismos todo lo que es contrario a la creciente luz que recibimos, y a rendir hoy mayor obediencia que ayer. Así es como somos santificados por la verdad.

    A éste mismo fin es que el Señor se ha santificado o se ha apartado a Sí Mismo. Ha subido al cielo para velar desde allí por los Suyos, para ser nuestro Pontífice Divino para con nuestro Padre Dios, a causa de nuestra debilidad extrema, y es nuestro Abogado para con el Padre en vista de nuestros pecados.
    “…despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” (He. 12:1-2); con el Espíritu dentro de nosotros y con La Palabra en muestras manos, mentes y corazones; para que eficazmente sea lámpara nuestros pies y lumbrera para nuestro camino; para que así, regidos por su verdad y experimentada por el poder del Espíritu, somos santificados por Dios Padre y por nuestro Señor Jesucristo.
    “…Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Ef. 5:25-26). Así como en Juan 17 la santificación es progresiva, podemos ver que el lavamiento de Efesios 5 está hermosamente ilustrado en Juan 13.

    Allí el Señor está descendiendo a la posición de esclavo, ceñido, lava los limpies a Sus discípulos. Los pies son sinónimo de limpieza conducta de conducta; Él, desde Su ascensión, ha estado preservando los pies de Sus santos, de limpiarlos de la tierra del camino.
    Como a Pedro, nos dice a cada uno de nosotros: “Si no te lavare, no tendrás parte conmigo” (v.8). Parte EN Él la tenemos en base a Su obra expiatoria. Parte CON Él, ó comunión cotidiana, la poseemos solamente según seamos santificados por La Palabra de Dios.
    “Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; más lo entenderás después” (v.7). Pedro conocía perfectamente bien lo que era ése lavado de pies; entonces: ¿qué iba a entender luego? Que el lavamiento espiritual de los pies, Simón Pedro lo interpretó cuando fue restaurado de su triste caída. Habrá penetrado el significado de: “El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos” (v. 10)
    “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tito 3:5). Hemos sido regenerados una vez, y nunca lo seremos una segunda vez segunda. Pero, cuantas veces pequemos, otras tantas necesitamos a juzgarnos a nosotros mismos por La Palabra, a fin de que seamos limpios en nuestra manera de vivir, y en tanto y en cuanto demos lugar a Las Escrituras a su justo lugar habitualmente en nuestras vidas, tanto más seremos guardados de contaminación, gozando de una ininterrumpida comunión con nuestro Salvador y Señor.

    “Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros como os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más. Porque ya sabéis que instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguna agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha al hombre, sino a Dios, quién también nos dio su Espíritu” (1ª Tes. 4:1-8)
    Los hermanos de Tesalónica habían estado bajo la grosera inmoralidad de los ídolos de la mitología griega que había deificado las pasiones del hombre caído; ellos acababan de: “convertirse de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” (1:9), debían aprender a guardarse de las prácticas impura y sus mentes de la lascivia. Éstos ahora convertidos santos necesitaban estas exhortaciones, ya que seguían viviendo entre aquellos que desvergonzadamente practicaban todas estas cosas.
    Los santos, como pueblo de Dios, han de caracterizarse por una vida limpia y no por una vida manchada por las concupiscencias de la carne.

    Otra perspectiva de la santificación práctica es la que podríamos llamarla santificación eclesiástica:
    “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo éste sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquél que invoca el nombre de Cristo. Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. Así que, si alguno se limpia de éstas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra. Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2ª Tim. 2:19-22)
    Ésta debe ser la actitud del creyente piadoso en un tiempo cuando la corrupción se ha entronizado entre los cristianos profesantes y la iglesia general, vista en su carácter de casa de Dios, se ha arruinado y convertido en una casa grande, en donde el bien y el mal se hallan juntos.
    Los “vasos” son personas; y como se lava un vaso de entre otros sucios para ser usado, así Timoteo (y toda alma verdaderamente ejercitada), es llamado a apartarse, a limpiarse de la mixtura para que pueda ser santificado y útil para el Señor.
    Pero continuamos adelante; no basta con la separación ya que si nos paramos ahí, nos podríamos convertir en los peores fariseos, como lamentablemente ocurre con demasiada frecuencia. Vamos más allá; el que se ha separado del mal, ahora debe “huir de las pasiones juveniles; y seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor”. ¡Y para todo esto es necesaria la aplicación de Las Escrituras en el poder del Espíritu a todos los pasos de nuestra vida! El ella encontramos instrucción para cada detalle de la vida de fe; “para que sepas como debes conducirte en la casa de Dios…” (1ª Tim. 3:15); y en el mundo.
    Mientras estemos en ésta tierra, somos llamados a…” seguir la paz con todos, y la santidad(o santificación), sin la cual nadie verá al Señor” (He. 12:14). Dos cosas debemos seguir: paz con todos los hombres y la santidad. Pero no seguimos aquellos que ya hemos alcanzado. ¿Quién ha alcanzado la paz con todos los hombres? Debemos decir como el salmista: “Yo soy pacífico; mas ellos, así que hablo, me hacen guerra” (120:7); “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Ro. 12:18). ¿Y quién ha alcanzado la santidad en su sentido pleno? No nosotros: “Porque todos ofendemos muchas veces…” (Stg. 3:2)
    Pero cada creyente real, cada alma verdaderamente convertida, todo el que ha recibido el Espíritu de adopción, sí sigue la santidad, y anhela el momento del arrebatamiento, de la segunda venida de Cristo: “el cuál transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya…” (Fil. 3:21)
    Entonces, y solo entonces, llegaremos a ser absoluta y perfectamente santos.
    Mientras esperamos ése glorioso día: “Absteneos de toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1ª Tes. 5: 22-24)

    Ésta será la agradable consumación para los que, como extranjeros y peregrinos, seguimos la paz y la santidad, manifestando así la naturaleza divina y el fruto del Espíritu. Pero mientras transitamos el desierto de éste mundo, necesitamos lavar nuestros pies de la tierra del camino, recurriendo al lavacro espiritual de La Palabra de Dios.
    Cuando estemos en la casa del Padre, en el hogar de gloria, no necesitaremos del agua para limpiarnos de contaminación.
    Cumpliráse nuestro anhelo,
    en el día en que sin velo
    le veremos en el cielo
    al Señor Jesús

    “Y a aquél que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén” (Jud. 24-25)

    paulojarieu escribió:
    15 agosto 2013 en 9:06 am

    Reblogueó esto en El teologiyo.

    Asnaldo escribió:
    26 marzo 2019 en 5:53 am

    Una apología del Calvinismo demasiada apasionada y prejuiciada… El Calvinismo no es el Evangelio… Porque entonces cada calvinista sería ANATEMA…

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