El Amor Todo lo Cree (3a. Parte)
El Amor Todo lo Cree (3a. Parte)
POR DAVE DUNHAM
Pablo nos enseña sobre el amor bíblico en 1 Corintios 13, que incluye la desafiante frase «el amor todo lo cree.” Hemos revisado la frase en un post anterior y concluimos que Pablo nos llama a creer lo mejor de los demás. También hemos tratado de explorar varias formas prácticas de aplicar a este concepto de «creer lo mejor de los demás». En este post quiero explorar por qué esto es tan difícil. ¿Por qué es tan tentador descalificar, creer lo peor o hacer acusaciones terribles el uno del otro? Aunque hay una serie de factores externos que contribuyen a complicar el creer lo mejor, en última instancia no creemos lo mejor del otro porque cada uno de nosotros es egoísta.
El sesgo de opinión es un motivo engañoso. Nos convencen fácilmente los argumentos y la gente que ya estamos inclinados a creer. También estamos predispuestos rechazar y a no estar de acuerdo con cualquiera que hayamos elegido categóricamente no tener en cuenta. En otras palabras, no es que no podamos creer lo mejor de los demás, es que elegimos no hacerlo cuando la persona o el asunto es algo que no queremos que nos agrade. Es egoísmo.
Exploremos algunos ejemplos aquí. Si ya le agrada el Presidente Donald Trump, entonces parece que los artículos que defienden/minimizan sus acciones, comportamientos, tweets, y pasado le serán convincentes. No hay ningún escritor que pueda persuadirle de que es un hombre indecente e inmoral no apto para el cargo de Presidente de los Estados Unidos de América. Algunos pueden, entonces, ser persuadidos para creer lo mejor de otros. Por otro lado, si está convencido de que la organización Black Lives Matter está justificada y es exactamente lo que necesitamos en este momento de la historia, entonces ninguna cantidad de acusación, o evidencia que revele la inmoralidad en esa organización o sus líderes será convincente para usted. Usted elige ver algo bueno aparte del mal asociado. Ahora bien, hay un bien y un mal reales, y hay una realidad objetiva con respecto a estos dos ejemplos, pero mi punto es que podemos encontrar personalmente maneras de pasar por alto esos males y justificar el apoyo. En otras palabras, no somos incapaces de creer lo mejor. Podemos optar por pasar por alto las faltas, incluso los pecados, y ver mayores fortalezas en las personas, empresas, productos, organizaciones y partidos políticos cuando queramos. El factor determinante son nuestras propias agendas egoístas.
Elegimos no creer lo mejor del otro cuando al hacerlo entra en conflicto con nuestra propia agenda, emociones y prejuicios. Nos amamos a nosotros mismos y a nuestra «justicia» demasiado para creer lo mejor de los demás. Lo que sucede a menudo es que nos sentimos validados y justificados en nuestras frustraciones con alguien más y «creer lo mejor» acerca de ellos no es emocionalmente satisfactorio. Les asignamos las peores motivaciones y creemos lo peor de ellos porque no nos gustan sus argumentos, su personalidad o su agenda. Vemos que esto ocurre a menudo en el mundo online. Alguien hace un argumento para el sujeto «A» y los que se oponen a «A» lo acusan de abandonar el evangelio, redefinir la fidelidad, malinterpretar intencionalmente las Escrituras, etc. Ahora bien, en algunos casos esas son acusaciones completamente justas; entonces, ¿cómo determinamos si estamos siendo impulsados por el egoísmo en nuestras críticas? Comenzamos evaluando nuestros motivos y hábitos.
Veamos algunas preguntas para evaluar si estamos siendo egoístas cuando criticamos a los demás:
1. ¿Sólo hago todas las críticas a las personas con las que ya estoy en desacuerdo? Si las únicas personas a las que critico como equivocadas son aquellas con las que ya no estoy de acuerdo, entonces probablemente sólo estoy siendo egoísta. La Palabra de Dios nos enseña que «el juicio comienza con la casa de Dios» (1 Pedro 4:17) y que no debemos juzgar a los de afuera, sino a nosotros mismos (1 Cor. 5:12). Hay un principio de ser principalmente crítico con nosotros mismos y nuestros «equipos» que la Biblia establece. Si nunca eres crítico de tu propio campo entonces puedes estar operando demasiado en tus prejuicios.
2. ¿Ataco a la gente o planteo preguntas sobre los argumentos? Las críticas egoístas se centran en los individuos y los atacan en lugar de sus argumentos. Insultamos a las personas, nos burlamos de ellas, y les lanzamos odio personalmente en lugar de abordar los temas que nos preocupan. No tratamos a las personas como hechas a imagen de Dios y merecedoras de respeto y con dignidad inherente. Si no podemos estar en desacuerdo con alguien y tratarlo con respeto mientras lo hacemos, entonces estamos siendo egoístas en nuestros desacuerdos. Porque, después de todo, menospreciar a las personas nos hace sentir mejor – no «da gracia al oyente» (Ef. 4:29).
3. ¿Me niego a escuchar los argumentos? Las Escrituras ponen mucho énfasis en la importancia de escuchar. Esto no significa que tengamos que estar de acuerdo con todos, pero sí que tenemos que tratar de entendernos y escucharnos unos a otros. Cuando nos negamos a creer lo mejor de los demás nos convencemos de que esta persona no podría tener un argumento razonable para sus puntos de vista, posición u opinión. Quien ama a los demás debe estar dispuesto a escucharlos. Los proverbios nos advierten que el que » El que vive aislado busca su propio deseo» (Prov. 18:1). Cuando vivimos en una cámara de resonancia de opinión estamos siendo egoístas
4. ¿Aislo a las personas del patrón general de su carácter? Finalmente, nos negamos a creer lo mejor cuando tomamos incidentes aislados y tratamos a las personas como si representaran el conjunto de lo que son y lo que creen. Tenemos que permitir que nuestro conocimiento y relación con la gente influya en nuestra conciencia de las declaraciones desagradables que hacen. Cuando aíslo a las personas del patrón de su carácter, asumo que esta cosa que me desagrada es más representativa de lo que son que todas las otras interacciones que he tenido con ellos. En realidad estoy permitiendo que mi propio egoísmo en este momento supere a la relación. Me he frustrado tanto con el tema desagradable que ya no quiero tratarlos en base a nuestras interacciones anteriores. Mi agenda triunfa sobre nuestra relación
El egoísmo está en la raíz de nuestro rechazo a creer en lo mejor. Podemos elegir creer lo mejor en todo tipo de situaciones, incluso hasta el punto de que a veces es ingenuo o despreciativo de los problemas reales. Sin embargo, cuando nuestras propias agendas, prejuicios y deseos están en juego, amando a los demás, entonces luchamos por creer lo mejor. Los cristianos piadosos, sin embargo, buscarán los intereses de los demás más que los suyos propios (Fil. 2:4). Podemos creer lo mejor del otro porque eso es lo que hace el amor.