Respondiendo a las 95 Tesis Contra el Dispensacionalismo – Tesis 37-40
Respondiendo a las 95 Tesis Contra el Dispensacionalismo – Tesis 37-40
Por Paul M. Henebury
Tesis 37
A pesar de la afirmación de los dispensacionalistas respecto al “carácter incondicional del pacto [abrahámico]” (J. Dwight Pentecost), que es esencial para mantener programas separados para Israel y la Iglesia, la Biblia en Deuteronomio 30 y otros pasajes lo presenta como condicional; en consecuencia, no todos los descendientes de Abraham poseen la tierra y las bendiciones del pacto, sino sólo aquellos que, al tener la misma fe que Abraham, se convierten en herederos por medio de Cristo.
Respuesta
Por supuesto que hay elementos condicionales en el Pacto Abrahámico. En Génesis 17, por ejemplo, está la circuncisión. La cuestión es si los aspectos condicionales de los pactos pueden reconciliarse con los aspectos incondicionales. Nuestros objetores nos remiten al Deuteronomio 30, ¡y nos alegramos de ir allí! Pero tendremos que leerlo con más atención de lo que parecen haber hecho los hermanos “nicenos.”
Deuteronomio 30 es, por supuesto, el locus classicus del Pacto de la Tierra o “Palestino.” Se insta al lector a que estudie todo el capítulo cuidadosamente. Observe que Dios predice una apostasía basada en las bendiciones y maldiciones de los tres capítulos anteriores (vv.1,17-18), pero también predice una re-reunión (vv.2-5) y una regeneración (vv.6-8). La redacción del versículo 19 recuerda al capítulo 4:26, donde Moisés vuelve a predecir una apostasía (vv.25-28), y de nuevo predice una re-reunión (v.29) “si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma.”
Pregunta: ¿Cumplirá algún pecador de cualquier Testamento por sí mismo Deut. 4:29? No. ¿Qué tiene que suceder para que busquemos verdaderamente a Dios como se describe en este versículo?
Respuesta: Deteronomio 30:6-8
Pregunta: ¿Cuándo se producirá esta “búsqueda” de Dios según Deut. 4:30?
Respuesta: “En los postreros días.” Pero leamos el siguiente versículo: “(Pues el Señor tu Dios es Dios compasivo; no te abandonará, ni te destruirá, ni olvidará el pacto que Él juró a tus padres. (itálicas añadidas). Él no puede olvidar el pacto porque lo hizo incondicionalmente (por ejemplo, Génesis 15). Mientras el pueblo de Israel permaneció fiel a la ley teocrática de Dios, estuvo a salvo en la tierra. Cuando se convirtieron en apóstatas, fueron expulsados (por ejemplo, 2 Cron.36:14s). Pero un día Dios convertirá a la nación en masa para que no vuelvan a apostatar (¡Por favor lea Ezequiel 36:26-38)! ¡Luego lea a J. D. Pentecost, Things to Come (p. 68)!
Por cierto, hay todo un libro que trata de la relación “ahora sí-ahora no” de Dios con Israel. Se trata de Oseas. Oseas fue escrito después de Josué (estamos esperando ese).
¡Cristo es el Mediador del Nuevo Pacto y es Aquel a través del cual todo esto será consumado! No hay razón para convertir a la nación de Israel en la Iglesia.
Tesis 38
A pesar de la necesaria afirmación de los dispensacionalistas de que el pacto Abrahámico es incondicional, enseñan de forma incoherente que Esaú no está incluido en la herencia de Canaán y en las bendiciones de Abraham, a pesar de que era tan hijo de Isaac (hijo de Abraham) como lo era Jacob, su gemelo (Gn 25:21-25), porque vendió su primogenitura y, por tanto, fue excluido del término supuestamente “incondicional” de la herencia.
Respuesta
En primer lugar, a la vista de Génesis 15:7-17, Levítico 26:24, Ezequiel 20:37, etc., la carga de exponer su argumento corresponde a quienes enseñan la completa condicionalidad de los pactos. Sobre Jacob y Esaú véase Génesis 25:22-23, 28:3-4, 32:28. La línea es ordenada por Dios y es Abraham, Isaac y Jacob.
No es por ser poco caritativo, pero es extraordinario a qué extremos lleva a la gente la incredulidad del texto llano.
Tesis 39
A pesar de la afirmación de los dispensacionalistas de que el pacto Abrahámico implicaba una promesa de tierra incondicional, que sirve como una de las bases para la esperanza futura de un milenio, la Biblia enseña que Abraham “buscaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Heb. 11:10), y que la ciudad, la “nueva Jerusalén,” “que descendía del cielo, de Dios” (Ap. 21:2).
Respuesta
Aquí estamos mezclando nuestros referentes. Abraham fue a la gloria, por lo que no es sorprendente que buscara algo a lo que ir. ¿Cómo anula eso el pacto de la tierra de Deut. 30? Además, el celo del Concilio Niceno por derribar los términos del Pacto Abrahámico (Génesis 15) produce un anacronismo. Pues en la época de Abraham no existía un lugar llamado “Jerusalén.” ¿Cómo iba a conocer la Nueva Jerusalén si no había oído hablar de la antigua Jerusalén?
Esto es lo que ocurre cuando se abandona la hermenéutica del sentido común. Uno puede relacionar Heb. 11:10 con Ap. 21:2 sin pensarlo dos veces. Algunos no verán la importancia de esta observación. Pero puede hacer que algunos recapaciten.
Finalmente, nos complace ver el reconocimiento de que hay más de una base para un futuro reino milenario (normalmente la estrategia es afirmar que Apocalipsis 20 es la única base para esta enseñanza).
Tesis 40
A pesar del compromiso de los dispensacionalistas con la “tierra santa” como un “título perpetuo de la tierra de la promesa” para Israel (J. D. Pentecost), el Nuevo Testamento amplía las promesas de la tierra para incluir a todo el mundo, involucrando al pueblo de Dios ampliado, pues Pablo habla de “la promesa a Abraham o a su descendencia de que él sería heredero del mundo” (Rom 4:13a).
Respuesta.
En Romanos 4 Pablo se refiere a la justificación de Abraham por la fe (ver 4:3 citando a Gn. 15:6). La misma fe por la que se aseguró la salvación personal de Abraham también asegura el RESTO de las disposiciones del pacto (Gn. 15:7ss). Esta tesis desvirtúa Romanos 4:13. El versículo dice: “Porque la promesa a Abraham o a su descendencia de que él sería heredero del mundo, no fue hecha por medio de la ley, sino por medio de la justicia de la fe.”
Note que el Apóstol NO dice que las provisiones de la tierra fueron “expandidas.” Sólo señala cómo el pacto (véase Gn. 12:3) convierte a Abraham en el padre de todos aquellos, ya sea Israel o la Iglesia, que confían en Dios según su ejemplo.
Unas palabras sobre este lenguaje de “expansión”: se trata de una estratagema reciente de la TP para defenderse de la acusación de supersesionismo o teología del reemplazo. (Del mismo modo, ahora se niegan a ser etiquetados como “espiritualizadores” del texto, prefiriendo hablar de interpretación “tipológica” o “simbólica”). Pero, por desgracia para ellos, sus antepasados no eran tan políticamente correctos. Aquí está Herman Bavinck para aclarar las cosas:
“La comunidad de creyentes ha sustituido en todos los aspectos al Israel carnal y nacional” (The Last Things, 97).
Se pueden producir decenas de declaraciones similares de los principales TP. Pero los TP de hoy nos dicen: “No creemos que la iglesia reemplace a Israel,” mientras que en el mismo aliento la Iglesia es llamada “el Nuevo Israel” (entonces, ¿qué pasa con el que está en Israel ahora mismo?).
Para reducir las cosas a su esencia, diré simplemente que el Israel al que se hicieron los pactos en el AT era una entidad geopolítica, cultual y étnica separada de las naciones que lo rodeaban. La iglesia es una comunidad espiritual, multiétnica, sin patria geopolítica. No se puede transformar lo uno en lo otro con la palabra mágica “expansión.” En este caso, la expansión es una alteración clara y radical. Y puesto que a los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob (no sólo a los hijos espirituales de Abraham) se les han dado promesas de tierra que esperan que se cumplan literalmente (Lucas 1:32-33, Hechos 1:6), no se puede “expandir” la tierra para referirse al cielo (así lo dice Palmer Robertson, Reymond) sin sustituir al grupo étnico que necesita una ubicación geográfica física por otro que no la requiere.