Descifrando la Teología del Pacto (23ª. Pte.)

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por Paul Henebury

Profundizando en los Problemas de la Teología del Pacto

9. Aunque ellos negarían conscientemente la acusación, es innegable que la forma de leer la Biblia de la TP (como se ha dicho anteriormente) crea un problema importante desde el punto de vista filosófico, ya que implica fuertemente que Dios se equivoca. Más grave aún, la forma de equivocarse significa que la equivocación pertenece a la naturaleza esencial de la Divinidad.

Imagínese que hace varios años le prometí por escrito que cuando cumpliera sesenta años podría tener todos mis sesenta volúmenes de Teología Sistemática. Tengo Calvino y Berkhof y Chafer y Hodge. Tengo los 4 volúmenes de Bavinck y los 3 de Oden. Dabney, Griffith-Thomas, Reymond, Frame, Garrett, Horton, Ryrie, Geisler, Pannenberg, Migliore, Lewis & Demarest, Letham, McCune; lo que sea, probablemente lo tengo. Quién sabe, te dices, ¡puede que incluso incluya sus juegos de Berkouwer, Barth, Brunner, Warfield y Murray! Estupendo, piensas, voy a pedir prestado un camión.

El día de mi sexagésimo cumpleaños te presentas en mi puerta. Estas todo expectante. Mi firme promesa a ti es lo que aumentó tu expectativa. Pero no recibes mis libros. En cambio, te digo que mi promesa original tenía en mente, en realidad, no a ti, sino a todos los estudiantes de teología, y lo que pretendía desde el principio era que mis obras teológicas fueran donadas a un seminario local cuando yo muriera. Cuando dije «ti» me refería a la biblioteca de un seminario, y cuando dije «sesenta» me refería a «en mi vejez», que era el código para después de mi muerte. Pregunta, ¿quién en todo este mundo pensaría que soy tan bueno como mi palabra? Podría haberte dicho inicialmente lo que realmente tenía en mente, pero por mis propias razones decidí no hacerlo. ¿No sería justo y acertado tacharme de poco sincero?

Otra pregunta: ¿podría Dios hacer esto mismo y esperar que los piadosos lo acepten sin más porque Él es Dios? Esta cuestión me llamó la atención hace algún tiempo, cuando trataba de entender cómo un Dios que escribió una cosa podía afirmar que lo que dijo se «cumplió» de una manera que nadie podría haber predicho dado lo que se dijo originalmente por escrito.

Se supone que las promesas escritas transmiten significados específicos. Aunque es posible que se produzcan ligeros malentendidos debido a las suposiciones previas del lector, ese no es el caso del ejemplo que di anteriormente. Yo planteé tus expectativas sobre un regalo concreto de libros y acabaste quedándote sin nada. El problema no fue que tus suposiciones te hicieran malinterpretar mis palabras. El problema fue que mis palabras suscitaron ciertas suposiciones en tu mente; suposiciones que tenías todo el derecho a creer que eran reales.

¿Es Dios nuestro ejemplo en el cumplimiento de su palabra, o es nuestro ejemplo en el cambio de la misma? ¿Y cuáles son las ramificaciones de nuestra respuesta? ¿Y qué debemos pensar de afirmaciones como ésta?:

“Quizá uno de los rasgos más llamativos del reino de Jesús es que parece no ser el tipo de reino profetizado en el AT y esperado por el judaísmo” – G. K. Beale, A New Testament Biblical Theology, 431 (énfasis mío)

“La palabra [musterion] en otros lugares, cuando está vinculada a alusiones del AT, se utiliza para indicar que la profecía está comenzando a cumplirse pero de una manera inesperada en comparación con la forma en que los lectores del AT podrían haber esperado…” – Ibid, 202.

“Las expresiones anteriores apuntan a cosas más allá de ellas mismas, que son mayores que el significado que habrían percibido los receptores de estas expresiones anteriores.” – Graeme Goldsworthy, Según el plan, 123.

¿No nos están diciendo estos autores algo muy parecido a la ilustración que he dado más arriba? ¿No están diciendo que Dios hizo promesas explícitas a la gente que suscitaron expectativas específicas en ellos y luego “cumplió” esas promesas de una manera totalmente diferente a la que se podría haber entendido dadas las palabras que usó originalmente?

Aquí está mi mayor problema con esto: llamamos falsa a una persona que emplea cierto lenguaje para crear falsas impresiones. ¿Pero qué pasaría si Dios hiciera esto mismo? ¿Haría eso que Dios no fuera sincero? Y puesto que la palabra de Dios es lo único seguro que tenemos que apunta a su carácter, ¿no implicaría lógicamente que no se puede confiar en Él si utiliza palabras deliberadamente engañosas? ¿No significaría que la fe en Él sería casi imposible, ya que no sabríamos realmente si nuestras expectativas sobre Él se iban a “cumplir” de “manera inesperada”?

¿Y qué hay de esta cita?

Mediante la reforma del evangelio, Cristo transforma espiritualmente al pueblo de Dios del Israel hebreo bajo el antiguo pacto al Israel cristiano bajo el nuevo. – Greg Nichols, Convenant Theology: A Reformed and Baptist Perspective on God’s Covenants, 115

Así que los juramentos del pacto en el AT siempre estaban sujetos a cambios debido a la “reforma del evangelio;” una contingencia que nunca podría haber entrado en las mentes de aquellos pobres creyentes ignorantes de la era del AT.

¿Cómo se puede escapar de las garras de este problema? No sirve afirmar ingenuamente que tenemos las promesas del NT para apoyarnos porque el mismo Dios que escribió el NT también escribió el AT. El nominalismo, esa ridícula visión de que Dios puede llamar blanco al negro porque es Dios, es la única salida que puedo ver.

No tengo nada más que decir. Reflexiona sobre estas cosas.

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